cartas

De Fisherton con amor

Soy un viejo residente de Fisherton y escribo estas líneas preñado de recuerdos de aquellos años y con motivo de la ampliación de la capilla quiero emitir mi modesta opinión. He sido entre otras cosas monaguillo en esa capilla a la que con tanto cariño concurría todos los domingos hasta que el largo de mis piernas no me permitió usar las tradicionales sotanas rojas y blancas. Luego del oficio era quien acompañaba a los niños que tomaban su primera comunión hasta el chalet de los Midleton para ser agasajados con chocolate y bollitos. También luego de la misa repartía a los demás chicos en la puerta lateral de atrás, lado izquierdo, las tradicionales masitas surtidas. Ayudaba a veces al viejo Parigi -con cariño y respeto evoco su memoria con sus descomunales bigotes- tocando la campana antes de cada oficio. Con el respeto a todo aquello, que repito vive en mi memoria como si fuera hoy, pido en mi nombre y me sumo a tantos otros para que no se toque esa hermosa capilla. Pienso que los actuales residentes de Fisherton habrán dado más de una buena idea para cambiar esto sin tocar ese hermoso lugar.
DNI 5.998.273