Año CXXXIV
 Nº 49.291
Rosario,
lunes  05 de
noviembre de 2001
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La denominada "mafia del transporte" cobró otra víctima fatal
Murió uno de los heridos en el criminal atentado contra un colectivo en Santa Fe
Tras agonizar una semana, Cristian Miño falleció producto de graves quemaduras en el hospital Cullen

Marcelo Carné

Santa Fe. - Tras agonizar una semana, Cristian Miño, el joven de 29 años que había sufrido gravísimas quemaduras en diversas partes del cuerpo tras el atentado incendiario perpetrado hace siete días en un colectivo de la línea 4, falleció la madrugada de ayer en el hospital José María Cullen de esta ciudad. Los restos mortales de Miño fueron velados ayer luego de que el juez de la causa dispusiera la entrega del cadáver a sus familiares, serán inhumados hoy en el cementerio municipal.
Cristian Miño se convirtió ayer en la segunda víctima fatal de lo que tanto las autoridades policiales como el municipio y empresarios han denominado "la mafia del transporte". Como se recordará, en la madrugada del 31 de julio pasado, en un tiroteo entre grupos antagónicos de la Unión Tranviarios Automotor y la empresa Servitur perdió la vida Cristian Buscaroni.
Miño falleció aproximadamente a las 3 de la madrugada de la víspera, pese a las infructuosas tareas de resucitación que se le practicaron dado su precario estado de salud a raíz de las quemaduras que sufrió en gran parte del cuerpo.
Como informó este diario, Miño junto a Mario Guillerón, de 21 años, resultaron con quemaduras luego de que dos sujetos incendiaran el interno 14 de la línea 4 la madrugada del domingo 28 del mes pasado.
Sucedió alrededor de la 1 de la mañana, cuando en la esquina de avenida Aristóbulo del Valle y Domingo Silva, dos sujetos aún no identificados pese a que actuaron a cara descubierta, subieron al ómnibus guiado por Edgardo Brato, de 24 años. Tras ordenar a viva voz al chofer y a los quince pasajeros que abandonaran el colectivo, los delincuentes rociaron la unidad con un material inflamable y le prendieron fuego.
Tanto Miño -se dirigía esa madrugada a trabajar en tareas de vigilancia en un boliche bailable- como Guillerón, quienes se encontraban en los últimos asientos, tuvieron que cruzar las lenguas de fuego que se habían apoderado del interior de la unidad para poder descender, ya que la puerta trasera había quedado trabada. Así resultaron con gravísimas heridas en sus extremidades, torso y rostro.
Mientras Miño falleció la madrugada de la víspera luego de una dolorosa agonía de siete días, el estado de salud de Guillerón sigue siendo reservado. El juez de instrucción Roberto Prieu Mántaras ordenó ayer que se practique la autopsia del cadáver de Miño, en tanto que la causa judicial sería recaratulada en las próximas horas como homicidio y lesiones gravísimas.
La crisis que afecta al transporte de pasajeros, con graves hechos de violencia incluidos, llevó a la Iglesia local a emitir el jueves pasado un enérgico comunicado en el que afirma que "la ciudadanía no puede ser indiferente ante acciones impunes de bandas mafiosas".
Según denunció el dueño de la línea 4, Rubén Tocci, cuyas unidades ya fueron blanco de tres atentados, el ataque del domingo pasado obedece a "un enfrentamiento empresarial-sindical en el cual me veo involucrado porque nuestra firma tiene buena relación con la UTA". Si bien no identificó a los responsables, sugirió que los atentados provendrían de un sector empresario enfrentado con el gremio y al que definió como "extraños que pretenden como sea meterse en el transporte".



Así quedó el incendiado colectivo de la línea 4.
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