Año CXXXIV
 Nº 49.291
Rosario,
lunes  05 de
noviembre de 2001
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Idolos de la pasión popular
Los Piojos animaron el sábado un excepcional concierto en Newell's

Marcelo Menichetti

Los Piojos regresaron a Rosario para demostrar que son uno de los grupos más convocantes de la Argentina y que su propuesta excede los marcos del show musical y se convierte en un canal expresivo para buena parte de la juventud.
A las 21.30 del sábado último se apagaron las luces del estadio cubierto de Newell's Old Boys, a esa altura de la noche colmado de público que se instaló en el campo de juego y en las plateas altas y bajas a la espera de su banda preferida. Furtivas sombras cruzaron el gran escenario y los músicos se situaron tras la batería ubicada al fondo y sobre una alta tarima, lugar que ocupó Sebastián "Roger" Cardero. Al frente se alinearon Gustavo "Tavo" Kupinski (guitarra), Andrés Ciro Martínez (guitarra, armónica, voz), Daniel "Piti" Fernández (guitarra y coros) y Miguel Angel "Micky" Rodríguez (bajo).
La temperatura sofocante del estadio lo convertía en un gigantesco caldero y el hervor rompió cuando la banda comenzó el concierto con "María y José", ante un delirio tribunero similar al que se desata cuando ingresan los equipos de fútbol a las canchas. Bengalas rojas y verdes trazaron caminos de luz entre la multitud que coreaba "vamo' los piojo", mientras las gradas temblaban bajo el acompasado salto de cinco mil fanáticos bailando.
Sin demandas de sutilezas por parte del público, el concierto siguió con "Te diría", un tema con enorme fuerza que encendió aún más las pasiones. Las tribunas ulularon con los primeros compases de "Taxi boy" y pegadito llegó "Ay, ay, ay", con todos bailando bajo la dirección de Ciro.
El furor del público se aplacó con "Y qué más". Sin embargo solamente fue un descanso ya que detrás llegó "Chactuchac", el rítmico golpeteo de un tema que ya se instaló definitivamente en la gente y del que Ciro, toalla blanca en la cabeza, marcó con la mano cada golpe del estribillo.
El calor y el humo de las bengalas combinados con las luces rojas y azules del escenario convirtieron al estadio en una especie de gigantesca gruta ritual. Casi como la mitológica Salamanca santiagueña, donde van los cantores para pactar con los diablos. Con ese marco se escuchó "De lejos no se ve" cantando por todo el público y "Maradó" que patentizó la importancia que la banda y sus seguidores le otorgan a los sentimientos profundos. Toda la adoración por Diego Maradona salió a la luz y se convirtió en himno dedicado al diez más célebre del planeta.
Pero en el juego de pasiones también se incluyeron remansos como el de "Tan sólo", rítmico y suave, y "Luz de marfil" que convirtió al ámbito en un pequeño universo estrellado por los encendedores que saludaron la canción con sus titilantes lucecitas.
"Extraña soledad", un tema que cantó Piti Fernández coreado por la concurrencia le otorgó un respiro a Ciro quien, en su regreso se sentó en el centro del escenario para cantar "Todo pasa" y luego "Agua". El set continuó con "Labios de seda" y explotó con "Arco".
El bloque final del concierto incluyó "Fijate", un hermoso tema con sesgo folclórico; "El farolito", "Balneario Dr." y "Verano del 92" con una murga que incluyó a Gaby, de La Renga, como acompañantes.
Con un rocanrrol cantado en inglés al que siguieron "Ruleta" y "Muévelo" llegó el final. Después la banda demostró que reniega de las reglas que indican la rauda desaparición de los artistas de la escena. Ellos se quedaron para leer, uno por uno, los trapos que orgullosamente ornamentaron la popular. Un gesto que pinta a Los Piojos de cuerpo entero y resuelve muchos interrogantes en torno a su celebridad.



Andrés Ciro Martínez es el animador y líder del grupo
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