Año CXXXIV
 Nº 49.290
Rosario,
domingo  04 de
noviembre de 2001
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La falta de rumbo del gobierno ya "consumió" a varios de sus funcionarios
De la Rúa batió un récord: les tomó juramento a 34 ministros en dos años
La administración aliancista se caracterizó hasta ahora por las constantes mutaciones que realizó en el gabinete

Walter Palena - Hernán Maglione

Fernando de la Rúa ostenta un récord en el sistema democrático argentino: en casi dos años de gobierno les tomó juramento a 34 funcionarios y reemplazó a 20 desde la conformación del elenco ministerial que asumió el 10 de diciembre de 1999. El hecho sobrepasa la mera curiosidad estadística: es la demostración cabal del rumbo sinuoso que caracterizó a la Alianza en el poder.
De la Rúa llegó a la Presidencia de la Nación con casi el 50% de los votos. La luna de miel con los argentinos duró muy poco y su imagen comenzó a caer a un ritmo vertiginoso y sin solución de continuidad. El malestar de la sociedad se reflejó en los comicios del 14 de octubre. Y aquí salta otro dato que distingue a su gobierno: fue el primer presidente que, desde el retorno democrático, perdió la primera elección legislativa tras asumir el poder. Algo que no les ocurrió a sus antecesores Raúl Alfonsín y Carlos Menem.
La velocidad con la que se sucedieron los cambios de planes y contraplanes le imprimió a la política argentina una dinámica que contrasta con el estilo cansino del hombre encargado de promover las modificaciones en las esferas del poder. De la Rúa consumió ministros y funcionarios, y recicló a otros, algunos de los cuales -como Patricia Bullrich- mudaron varias veces de despachos para cumplir con la misión encomendada.
La saga ministerial comenzó a escribirse en el borrador inicial que bosquejaron los candidatos triunfantes y sus operadores políticos en el Hotel Panamericano de la Capital Federal entre octubre y noviembre del 99. Por el lobby, pasillos y ascensores desfilaron los principales referentes de la Alianza (también merodearon los ignotos). De esas negociaciones surgieron los nombres del primer gabinete, trabajado por De la Rúa y Chacho Alvarez para que expresara el mayor equilibrio de las fuerzas que derrotaron al menemismo.
El primer gabinete no duró un año. Apenas asumió, Machinea aplicó un impuestazo que afectó el consumo y su imagen como ministro. Poco después el Frepaso sufrió la primera mancha en su fina ropa blanca: el cuñado de Graciela Fernández Meijide fue acusado de beneficiar a un familiar en un contrato del Pami. La descomposición total llegó con las denuncias de coimas en el Senado. Resultado: Alvarez se fue del poder y arrastró con él a De Santibañes y Flamarique, sospechados de canjear votos por dinero en la reforma laboral. Luego le siguieron Terragno, Storani, Meijide y Gil Lavedra. Como les gusta decir aún hoy a los aliancistas críticos, desapareció "la alternativa progresista".

El peso del Frepaso
Después de la partida de Chacho, en el rearmado del gabinete siguió prevaleciendo la idea del "equilibrio de fuerzas". El frepasista-cavallista Marcos Makón reemplazó a Meijide en el Ministerio de Desarrollo Social, luego de un interinato que ejerció el titular de Salud, Héctor Lombardo. También asumió Ricardo Mitre como secretario general de la Presidencia, pero su paso por el despacho lindante al de De la Rúa fue efímero. Es más, ni siquiera se notó.
A esa altura ya no importaba cuidar las formas. La Alianza original se iba desmembrando inexorablemente y los roces entre el Frepaso y el sector delarruista de la UCR dejaron de ser un secreto de intramuros. La irrupción de Ricardo López Murphy en Economía profundizó aún más la brecha con el anuncio de un brutal plan de ajuste. Mientras De la Rúa ratificaba en Chile a López Murphy en el cargo, en Buenos Aires se sellaba su destino. De regreso, el presidente anunció que Domingo Cavallo se sumaba al gobierno y se internó en Olivos con sus colaboradores más estrechos. La madrugada del 20 de marzo De la Rúa, tras un expansivo estornudo, reveló que Cavallo "va a ocupar un lugar importante" en el gobierno. Esa misma tarde juró como ministro de Economía.
La movida contenía otras cosas que no se dieron: la vuelta de Chacho, esta vez como jefe de Gabinete. Pese a la ofensiva de los enviados frentistas, De la Rúa decidió mantener a Chrystian Colombo, un dirigente de su entorno y ligado al sector financiero que irrumpió en el gobierno y demostró rápidamente importantes reflejos como operador político del presidente.
Enroques de funcionarios y ministros polifuncionales (una categoría con copyright menemista) caracterizaron a un gobierno con andar zigzagueante, donde ya jugó todas las cartas y sólo le queda un comodín.


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