Año CXXXIV
 Nº 49.290
Rosario,
domingo  04 de
noviembre de 2001
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El líder de la UCR bonaerense hizo autocrítica por el rol de la coalición en el gobierno
Storani: "Hay que cambiar hasta la sigla de la Alianza"
El ex ministro del Interior responsabilizó a De la Rúa y Chacho Alvarez por el fracaso del proyecto progresista

Javier Felcaro

"Fernando de la Rúa buscó, desde el primer día, restarle fuerza a la Alianza". Federico Storani no se olvida de los avatares que, en tiempo récord, catapultaron a la coalición gobernante hacia una zona de frustración. Sin embargo, el ex ministro del Interior también atribuyó una cuota de responsabilidad a Carlos Chacho Alvarez: "No tuvo perseverancia para sostener un proyecto político".
En una entrevista con La Capital, el líder de la UCR bonaerense tampoco le escapó a la autocrítica. "Debimos habernos plantado con mucha más fuerza", sentenció Storani, además de plantear que "hay que cambiar hasta la sigla de la Alianza".
-¿Cómo evalúa las nuevas medidas económicas?
-Algunas están orientadas hacia la reactivación y los objetivos sociales, pero el canje de la deuda, el corazón de la propuesta, es el punto débil. Y hay mucha ambigüedad sobre la negociación externa. Si no se liberan fondos, lo demás es una expresión de deseos. Seguirán con el déficit cero, pero si no se logra va a haber más ajuste.
-Se habla de consenso político, pero desde el PJ se pidió el alejamiento del presidente...
-No es fácil, porque el PJ ya tiene expectativas para la disputa del poder en el 2003. Aunque la administración de las provincias es muy difícil. Ninguna de ellas está en una situación holgada, y menos la más grande: Buenos Aires. Yo puedo criticar al gobierno, pero costó mucho conquistar la democracia y la cultura política argentina determina que estabilidad institucional es sinónimo de continuidad presidencial. Sí hay que insistir en que De la Rúa sigue teniendo la oportunidad de encarar una iniciativa más audaz. Así logrará consenso. Con los gobernadores habrá un acuerdo coyuntural, pero será muy inestable. Además, la gobernabilidad es muy precaria después del 14 de octubre.
-¿De la Rúa realmente puede pilotear la crisis?
-Sí... Pero debería lanzar una convocatoria con mayor profundidad e identificar todos los temas que son política de Estado, no sólo el de la deuda. Las circunstancias le van a imponer las necesidades. Como dice el viejo refrán: "La necesidad tiene cara de hereje". Aunque él piense lo contrario, tendrá que ir en esa dirección. La Alianza, como proceso de cambio, hasta ahora es una frustración, en buena medida porque De la Rúa optó por una coalición con Domingo Cavallo. El concepto, tratar de unir a los sectores de origen popular para transformar la sociedad, sigue siendo válido.
-Nada más queda de aquella Alianza...
-Insisto: el concepto sigue siendo válido, pero hasta la sigla debe cambiar porque es sinónimo de frustración. No todos estuvieron a la altura de las circunstancias. Ni De la Rúa, quien creyó que se trataba de una cuestión coyuntural y nada más, ni Chacho, quien tampoco tuvo consistencia y perseverancia para sostener un proyecto político.
-Ahora hay radicales más opositores que oficialistas.
-Hay que recuperar el espíritu original. Queremos ayudar al gobierno, pero éste se tiene que dejar. No le extendimos un cheque en blanco a De la Rúa. O se pone a la cabeza de un cambio, o el radicalismo deberá tener mayor independencia.
-¿Por qué se licuó tan rápido el poder?
-De la Rúa buscó, desde el primer día, restarle fuerza a la Alianza y sustituirla por otra nueva. Se vio con (Fernando) De Santibañes o el Grupo Sushi, que hablaban de un liderazgo artificial. El último intento de recrear firmemente la Alianza lo planteé cuando todavía era ministro, con el equipo de trabajo de la coalición. Rápidamente dijeron que era un grupo de poder paralelo. Querían evitar un ámbito de debate y predominó una ideología conservadora que anuló toda chance de funcionamiento en serio.
-¿Hay margen para la autocrítica?
-Debimos habernos plantado con mucha más fuerza cuando se veían las primeras desviaciones. Cuando éstas se hicieron, ya había un abismo entre los partidos de la Alianza y el gobierno. Si éste es el primer gobierno de coalición de la historia, estamos hablando, por definición, de la búsqueda de denominadores comunes. Y esto no funcionó así.



"La sigla debe cambiar: es sinónimo de frustración".
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