Año CXXXIV
 Nº 49.290
Rosario,
domingo  04 de
noviembre de 2001
Min 14º
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El viaje del lector: Chichén Itzá

Chichén Itzá es el centro de la cultura maya, en la península de Yucatán, México, de importancia excepcional, por las características de su trazado y la magnificencia de sus construcciones. Visitando Chichén Itzá se tiene una visión completa del mundo maya en épocas de esplendor de esa civilización y se comprende el tránsito de una de las culturas de la antigüedad más rica en manifestaciones artísticas e intelectuales.
Erigieron templos, palacios hermosos e imponentes donde se destaca la pirámide de Kukulcán, de grandiosa suntuosidad. La monumentalidad es una dimensión característica y en esta obra magistral se concreta el concepto colosal de la arquitectura con todas sus posibilidades.
Kukulcán, serpiente emplumada en idioma maya, por su volumen es de una potencia arquitectónica realmente admirable; es en algún sentido la definición de la cultura que desbordó en Chichén Itzá: la grandeza. Su diseño está basado en una especie de saturación del espacio. Los mayas conocían, y por ello aplicaron, leyes de perspectiva. Su construcción une conocimientos astronómicos, matemáticos y de ingeniería para tan perfecta creación.
Hay efectos de luz y de sombra, los equinoccios, solsticios, en fin, algo increíble. Rodeada por árboles de un bosque espinoso bajo donde crecen el palo de tinta, los amoles, el velo de novia y la flor del niño; nada lo empalidece. Igualmente asombrosa al espectador.
No puede obviarse, recorrer el interior del templo. Allí se encuentra el jaguar de piedra rojiza con ojos y manchas de jade incrustado que era símbolo de poderío y hacía las veces de trono de una de las máximas autoridades.
Todo lo que se observa en Chichén Itzá es indescriptible. Subir los 91 escalones de la pirámide de Kukulcán, comprobar la acústica del grandioso campo de juego de pelota, recorrer el camino por donde pasaron los sacerdotes para hacer los sacrificios a los dioses en el cenote sagrado, es apasionante.
La zona arqueológica de Chichén Itzá refuerza el sentimiento de orgullo entre los descendientes de aquellos que construyeron la ciudad, así como de sus compatriotas. El visitante, al contemplar, se pregunta cómo, cuándo, porqué, y por quiénes fueron diseñadas y hechas las cosas que acaba de visitar, cosas que provienen de un tiempo pasado distante, pero recuperable. Un gozo intenso y majestuoso se apodera de uno. Vivir la experiencia de esta visita es única.
Elve Kussianovich



Chichén Itzá resume el esplendor del mundo maya.
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