Año CXXXIV
 Nº 49.290
Rosario,
domingo  04 de
noviembre de 2001
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La conductora analizó su presente y criticó a la pantalla chica argentina
Mirtha Legrand: "La televisión está descontrolada"
La diva de los almuerzos dijo que pasó por momentos muy duros pero que el trabajo la hace feliz

Orlando Verna

Cuando Mirtha aparece todos las miradas se posan en ella. Se abren pasillos de gente a su paso y nadie queda exento de su presencia. Es la misma Mirtha que se ve por televisión, pero impacta su prestancia. Había llegado a Rosario a las seis de la tarde en su propio auto con chofer porque no aceptó que le pagasen los pasajes en avión. La Fiesta de los Magazine de la noche del 14 de octubre pasado la tuvo como invitada de honor, una oportunidad imperdible para entablar una charla amena, distendida con la estrella, aunque interrumpida por innumerables saludos, flashes fotográficos, llamadas de sus fans y un ambiente de nerviosismo propio de un evento por comenzar.
Así se encontró Escenario con Mirtha Legrand. La diva de los almuerzos televisivos salió del ascensor y primero saludó a las otras figuras del espectáculo presentes en el hall del hotel Riviera, entre ellos Alfredo Alcón, Martha González, Mercedes Morán, María Rosa Fugazot, Arturo Puig, Ariel Ramírez, Ethel Rojo y muchos otros. Recién después del ritual de sonrisas y besos a granel, Mirtha se sentó en una de las mesas del bar para desgranar su presente y el de la televisión argentina.
(La primera interrupción llegó paralela a la primera pregunta. Una Martha González enfundada en una vestido gris y con un velo de tristeza en su rostro se arrimó hasta donde Mirtha se había acomodado. El dolor y las condolencias por su hijo muerto hasta merecieron profundas palabras de Mirtha. Ella sabe de qué habla).
-¿Cómo se siente en el Canal 7?
-Estoy muy cómoda, muy a gusto. El canal tiene un personal muy cálido, de muchos años. Por eso la gente es muy cariñosa y muy respetuosa. Es un lugar en el que nadie exige rating, no te están flagelando si tuviste un punto más o un punto menos. Y lo más importante es que es el canal estatal y no me apremia ni presiona con nombres, con invitados. Puedo decir lo que quiero. De pronto si tengo motivos en contra del gobierno o de las autoridades, gozo de una absoluta libertad. Cosa que no creía que iba a suceder. Cuando me contrataron dije: "¡Uy, Dios mío! Ahora voy a tener que hablar siempre a favor del gobierno". Antes de firmar el contrato yo había puesto las cosas en claro. Yo quería tener libertad, independencia para decir lo que quisiera y se ha cumplido.
-¿Sintió el cambio hacia una pantalla fría como la del canal estatal?
-Es un canal con un personal muy cálido pero con una pantalla fría. No es la misma pantalla del 9, del 11 ni del 13, pero es un canal que tiene un público muy fiel. Y sobre todo, se ve en todo el país. Estoy cómoda (se ríe), porque además estoy muy cerca de mi casa.
(La segunda interrupción es de Ripley. Como quien no quiere la cosa Alfredo Alcón se acercó a la mesa, pidió disculpas mientras Mirtha lo invitaba a compartir la charla. "Solamente quiero escuchar", dijo como un chico. Comentó que no tiene muchas oportunidades de oír "en directo" a Mirtha y tras negarse a tomar un café se apoltronó en su silla para participar, como un espectador de lujo, de la entrevista.)
-Usted salió de una gran estructura televisiva como la de América para irse al Canal 7. ¿Qué evaluación hace de ese paso?
-Mi contrato con América había terminado y no fue renovado. Vino la oferta de Canal 7 y me gustó. Yo trabajo sin sueldo, porque el canal no está en condiciones de pagarlo. No porque sea un sueldo muy alto sino porque no dispone de fondos. Entonces trabajo a porcentaje de los avisos que tenemos y me enorgullezco en decirlo.
-¿Y le está yendo bien?
-Por ahora nos está yendo muy bien.
-¿Cómo recibió la llegada de su nuevo nieto?
-Estoy muy feliz con la llegada de Rocco. Ha sido una bendición del cielo. Haber tenido un bebé a esta altura de mi vida es una maravilla. Haber tenido un nieto, mejor dicho, porque yo ya estoy para bisabuela, no para abuela. Estamos todos muy felices. Nos ha cambiado la vida, nos ha dado una enorme felicidad. ¡Hasta le doy la mamadera! No puedo creerlo. Nació muy sano, es grande, nació con cuatro kilos y está bien. Creo que mi hija es una mujer muy valiente.
(Siguen las impasses. María Rosa Fuzagot ofrece un beso y algunos elogios al tiempo que Arturo Puig se suma a la confraternización.)
-¿Qué opina del trabajo de su hija Marcela?
-Me parece que mi hija tiene una espontaneidad que ojalá la hubiera tenido yo cuando empecé en televisión. Ella hace un tiempo ya que está en televisión y no ha perdido la frescura. Es una mujer que toma la televisión como si fuera su vida, actúa en la pantalla como la hace en su vida privada. Es absolutamente espontánea, es muy valiente y dice lo que piensa. Yo no, yo a veces me cuido un poquito para no herir susceptibilidades. Yo soy más componedora. Pero ella es de otra generación y es más directa. Creo que hace su trabajo muy bien, con mucho encanto, con simpatía y autoridad, al mismo tiempo. Me encanta lo que hace.
-¿Tiene oportunidad de ver el programa de Marcela?
-Cuando termino el programa me voy rápido al camarín y la veo. Me veo muy reflejada en inflexiones de voz, en gestos. La miro y digo: "¡Ay! Ese gesto es mío, esa soy yo, yo hablo así". Bueno, los genes están ahí.
-El cumpleaños número 50 de la primera emisión televisiva es una buena oportunidad para reflexionar sobre el medio. ¿Qué opina de la actual televisión?
-Un horror (se ríe). Un espanto. No me gusta para nada. Creo que está muy zafada, es casi un libertinaje ya. No me gustan las palabrotas que se escuchan ni los gestos que se ven. No soy mojigata ni soy antigua, pero tengo un sentido de lo que es correcto, de lo que es armoniosamente agradable. Creo que la televisión está demasiado descontrolada.
-¿Qué le parecen los reality shows?
-Hemos importado un producto que nunca pensé ver en televisión. Palabrotas, actrices que dicen palabras horribles, groseras, desagradables. Además tratan temas que no me interesan (piensa). Hay otros programas muy buenos. No digo que todo sea así. Quiero decir que hay una buena parte de la televisión que se ha descontrolado totalmente. Yo podría tener uno, dos y hasta tres puntos más de rating si llevara a esa gente a mi programa. Ellos están en la cresta de la ola gracias a escándalos y escandaletes, pero yo prefiero no llevarlos. Yo me mantengo fiel a mi estilo. No sé si es bueno o malo pero el público lo aprecia.
-Así y todo usted ha cultivado un estilo frontal...
-Sí, pero no llevo gente que hace escándalo. Me interesa la gente que piensa, la gente inteligente, o la gente graciosa. No me importan los escándalos de travestis, de cosas raras, de "me dijo", "no me dijo". Hay mucho chusmerío en la televisión, muchos dimes y diretes. Es una crítica a la televisión y creo que tengo autoridad para hacerla.
-También es usted un líder de opinión por su posición y su experiencia en la televisión. ¿Cuál es su visión sobre la realidad del país?
-Creo que pocas veces el país ha tocado fondo como ahora, pero me parece que vamos a resistir. Voy a decir una cosa que puede sonar patética: la guerra que estamos sufriendo nos va a beneficiar. Es muy triste decir "una guerra nos beneficia", pero creo que la gente va a abandonar algunas costumbres y se va a volcar a viajar hacia el Cono Sur. Y eso puede beneficiar a la Argentina. Este país es un paraíso. Podríamos vivir los 33 millones como príncipes, con buena calidad de vida, con buen estándar de vida y no es así. Es lamentable.
-¿Quién cree usted que tiene la responsabilidad de esta y las otras crisis?
-Los culpables son los gobiernos que han tenido gestiones muy deficientes. Cuando nosotros los actores o un empleado o un ejecutivo cualquiera hace mal su trabajo se lo critica. Lo mismo pasa con los gobernantes, la diferencia es que ellos son responsables por todos y debieran irse. Cuando no son aptos para realizar su trabajo debieran renunciar. Pero no, todos se aferran a sus puestos. Yo sé que el poder es muy tentador y debe ser muy seductor, pero hay que ser honesto.
-¿El público volverá a ver a Mirtha Legrand en el teatro?
-No creo. A menos que encuentre una obra que me guste mucho mucho. Y a lo mejor el año que viene no trabajo. Quizás me dedique a disfrutar de la vida, a estar con mi familia, a ver espectáculos, a no tener que pensar en levantarme temprano, en tener que estudiar el programa. Son muchos años continuados haciendo esta labor. Yo me tomo muy en serio mi trabajo. A veces se cometen errores o a veces en el programa no se luce todo mi esfuerzo, pero no importa, yo sé que pongo todo de mí para hacerlo.
("Qué pinta", se le escucha decir a Mirtha mirando por sobre el hombro de este periodista. Juan Leyrado hace su aparición con un saco de cuero negro y pantalones al tono que le otorgan un plus estético por sobre tanto ambo de tono grises o azulcito.)
-¿El trabajo le ha servido de terapia por la muerte de Daniel (Tinayre, su esposo) y de su hijo?
-No me gusta decir que el trabajo me sirve de terapia. Mi trabajo me hace muy feliz. He pasado momentos muy duros en mi vida y mis actividades me hacen bien porque lo mío es una vocación. Si no ganase un centavo trabajaría igual. Pienso que mucha gente ve mi programa y que le soy útil a ese público. Acompaño a la gente que está sola, algunas cosas aprenden con mi programa y eso me encanta. Para todo es vocacional, me siento como si recién hubiera empezado mi carrera.
-¿Cómo vio a Rosario?
-No tuve mucho tiempo para recorrerla pero conozco perfectamente sus calles, sus restaurantes, sus cines, sus colegios, conozco todo. Rosario me produce mucha nostalgia, es como si fuera mi segundo hogar. Mi hermano está casado con una rosarina, ellos vienen mucho y me cuentan. Es una ciudad que quiero muchísimo porque aquí tengo un montón de amigos.



Mirtha dijo estar muy cómoda con su regreso a Canal 7.
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