Año CXXXIV
 Nº 49.289
Rosario,
sábado  03 de
noviembre de 2001
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Panorama
Inundaciones: ¿cuál es el verdadero discurso?
En medio del drama del campo, el gobierno sólo hace maquillajes cosméticos en la administración pública

Susana Merlo

Mientras se sigue insistiendo en la imprescindible necesidad del déficit cero, del achicamiento de los gastos, de la reducción de los costos de la políticas, entre otros tantos puntos, el gobierno parece caminar en sentido contrario. Es decir, y una vez más, un discurso para el público y un accionar exactamente opuesto.
No es otra la conclusión que se puede sacar de las últimas novedades en materia de administración pública donde, lejos de reducirse organismos ineficientes o áreas no esenciales, se volvió a ampliar (sí, ampliar), la cantidad de ministerios. Al elevar el rango de Deportes, Cultura y Turismo, reunidos en un Ministerio, lo que obviamente no implica la desaparición de las anteriores secretarías de Estado, sino todo lo contrario, ya que se potencian al acceder al status ministerial.
Se podría intentar un análisis sobre la coherencia de reunir semejantes rubros, o sobre cuales pueden ser los puntos de coincidencia entre ellos, pero eso merecería un ensayo y no es ese el objeto de esta nota.
Como si fuera poco, y también bajo el paraguas del declamado objetivo de "achicar", se pasó de uno a dos ministerios el área social, en una más que llamativa forma de interpretar el vocablo "achicar".
Pero tampoco la cosa termina allí, y no son pocos los que hablan de un nuevo Ministerio de la Producción para el que, aparentemente, comienzan a programar a un hombre de la Unión Industrial Argentina (UIA).
Ya se sabe que "del dicho al hecho hay mucho trecho", pero eso parece particularmente evidente en el actual rumbo por el que transita la Argentina.
Pero este accionar provoca también otros análisis e interrogativos. Por ejemplo: ¿creerá alguien en el gobierno nacional que los problemas se solucionan creando ministerios?, ¿cuál es el criterio que se sigue para los "recortes"? Porque, mientras esto sucede, se le quitó cerca del 80% del presupuesto al Inta, o se decidió (después de descartar un nuevo impuesto al consumo eléctrico) reducir sólo la mitad de lo previsto la baja de las naftas que se dará a fin de año para crear un fondo para atender a las inundaciones, ya que "no hay fondos genuinos" para las obras. Y, así, sucesivamente. Una incoherencia tras la otra.
En tanto, el campo parece seguir totalmente marginado de todo y, si bien en un esquema de absoluta racionalización de los gastos públicos como el que debería haber actualmente, sería absurdo reclamar la existencia de un estratégico ministerio de agricultura que reúna, además, los temas de ambiente como agua, bosques, suelo, etcétera, el asunto se vuelve inexplicable y menos que defendible cuando se producen hechos como los actuales.
¿Cómo se puede explicar que haya un Ministerio de Deportes, o de Turismo, y no uno de Agricultura? ¿Cómo se puede justificar, dentro y fuera del país que, mientras se le recortan el grueso de los fondos al ente tecnológico agropecuario, que hoy justifica casi la única movilidad económica del país, se mantengan dos ministerios del área social? ¿Qué línea de pensamiento, con qué coherencia, puede sustentar tales decisiones?
Lo grave es que las incongruencias ya no sorprenden. Lo grave es que la mayoría parece haberse "acostumbrado" a ellas.
Pero en el exterior miran alucinados, y no sólo por las decisiones en el organigrama del gobierno (como si esa fuera hoy la prioridad), sino también por la "ausencia" de políticas en los temas de fondo, o para los problemas estructurales.
¿O es que darse el lujo de tener el equivalente de tres ó cuatro provincias de Tucumán bajo el agua en la mejor zona productiva del país (porque esa es la superficie inundada hoy) no es para sorprender a cualquiera?
Y mientras tanto, ¿dónde quedó Agricultura? Y a estos efectos, ya no importa si es ministerio, secretaría o dirección.
En definitiva, no importa demasiado como "se llame" un área si no hay al frente un funcionario competente y "comprometido".
No tiene ninguna importancia el status que ocupe un sector si no existe la decisión política para llevarlo adelante y "solucionar" los problemas concretos.
Y ni siquiera vale la pena perder tiempo en discusiones por la "forma", si en el fondo no existe la visión estratégica de lo que se quiere hacer o hacia dónde se está apuntando.


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