Año CXXXIV
 Nº 49.288
Rosario,
viernes  02 de
noviembre de 2001
Min 15º
Máx 29º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





cartas
¿La cracia sin demo?

El resultado de las últimas elecciones nacionales debe ser motivo de reflexión para todos los argentinos y no sólo para aquellos que ocasionalmente gobiernan (si bien a estos últimos les caben mayores responsabilidades). Democracia proviene del griego y significa gobierno del pueblo. Las recientes elecciones han vaciado de pueblo -y por lo tanto de contenido esencial- a la actual "democracia argentina". Ante esta realidad insoslayable cabe preguntarnos: ¿nuestro pueblo no quiere vivir en democracia o repudia la actual democracia? Personalmente considero que la democracia no es un fin en sí mismo, ni se agota cuando el ciudadano emite su sufragio. El fin de la democracia es servir al pueblo, que elige a sus gobernantes para que les garanticen una calidad de vida acorde con sus necesidades vitales: trabajo, educación, vivienda, seguridad. Si la democracia no sirve para esto, o no sirve para nada o no es democracia. Y creo que lo segundo es lo que está pasando en nuestro país: dirigentes que forman aparatos partidarios que impiden la participación ciudadana transformando la democracia en "oligarquía"; dirigentes que constituyen estructuras económicas de tal magnitud que hacen imposible competir con ellos transformando la democracia en "plutocracia", o sea formas falaces de la verdadera democracia. Y por si fuera poco, los políticos han conformado el partido único, que ofrece variantes electorales de nombres pero no de programas y propuestas. La ecuación es pensamiento único, partido único, receta única: ricos más ricos, pobres más pobres. Once millones de compatriotas han dicho ¡basta! Los que quieran oír que oigan, pero a los de memoria corta quiero recordarles la frase del general Perón: "Cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento". Este es el primero de los truenos, por favor, no alimenten la tempestad.
José R. Tosoni


Diario La Capital todos los derechos reservados