Año CXXXIV
 Nº 49.288
Rosario,
viernes  02 de
noviembre de 2001
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Otra pérdida emblemática para el centro rosarino
Cierra el tradicional local de Casa Tía ubicado en la peatonal
Llevaba más de medio siglo en el lugar. Los empleados se enteraron ayer de que el negocio baja hoy sus persianas

Silvina Dezorzi

Uno de los últimos negocios emblemáticos del centro rosarino cierra hoy sus puertas. Esta vez, se trata del local de Casa Tía de peatonal Córdoba 1145, propiedad desde abril pasado del grupo Carrefour después de que éste absorbió a la cadena de supermercados Norte. La noticia corrió ayer como reguero de pólvora, después de que los consternados empleados del comercio fueran notificadas de que el local amanecería hoy con sus puertas cerradas al público. La desaparición del negocio, que llevaba 52 años enclavado en ese lugar, es una nueva mala noticia para el área central de Rosario, que ha visto bajar las persianas de la mayoría de sus comercios tradicionales y ahora soporta con especial dificultad los efectos de la recesión. La sucursal de Pellegrini y San Martín, en cambio, permanecerá abierta.
El local, de casi 1.400 metros cuadrados, había sido inaugurado en la ciudad el 25 de octubre de 1949. Con los años fue sufriendo modificaciones según la evolución de las necesidades comerciales y en 1993 se convirtió en Tía Express, el último intento por mantenerse como cadena nacional de distribución de productos de uso y consumo por parte de la firma Tía SA, que por entonces era dueña de 48 locales en distintas provincias.
En el 98 Tía fue absorbida por la cadena Norte hasta que el 12 de abril de este año la firma francesa Carrefour aumentó su participación en ese grupo y se quedó con el 100% del paquete accionario.

"No lo puedo creer"
Mientras se formaban las típicas colas del mediodía, la hora en que muchos empleados del centro se acercan para comprar su almuerzo, las cajeras de Tía no lograban ayer salir de su asombro. "No lo puedo creer", fue la frase de rigor.
No era para menos. Acababan de enterarse de que al día siguiente, es decir hoy, el local no abriría más sus puertas. El único consuelo a su consternación eran las palabras con que los responsables del local habían aplacado los ánimos al asegurarles que no serían despedidos, sino reubicados en los supermercados Norte.
Horas más tarde un comunicado de la firma invocaba "cuestiones de espacio y calidad" de las instalaciones como la causa del cierre y aducía que el local no brindaba "los estándares mínimos de calidad y servicio". Sin embargo, La Capital pudo saber que el motivo esgrimido ante los empleados fue la caída de ventas. Antes se abrieron retiros voluntarios y varios trabajadores se acogieron a la medida.
Ese es el caso de Rosa Menna, una mujer de 59 años que empezó a trabajar en el local cuando tenía 17, hace más de 42. "Casa Tía era mi vida", dijo ayer llorando al conocer la pálida. La antigua empleada recordó otros tiempos, por ejemplo, cuando el negocio estaba sectorizado y contaba con 43 cajas repartidas por rubro. En Navidad, el número crecía.
No sólo eso era abundante. Mientras ayer quedaban apenas 36 empleados, en épocas de vacas gordas llegaron a ser 140. Pero así como recuerda pérdidas, Rosa también evoca conquistas: el permiso para usar pantalones, hace unos 30 años, y la colocación de aire acondicionado.
El cierre del local se suma así a una extensa serie de desapariciones que marcan la historia comercial del centro de Rosario, "como Gath & Chávez, Sorocabana o Los Gobelinos", desgrana el concejal y escritor Rafael Ielpi, consciente de que la lista es mucho más larga.
La desaparición de Tía no constituye una pérdida por su patrimonio edilicio, sino por su patrimonio simbólico, ya que "formó parte de la vida cotidiana de de dos o tres generaciones rosarinas", recuerda el edil. Ielpi tampoco oculta su preocupación por "la indefensión" de los habitantes de la ciudad ante "los grandes grupos económicos, que no sólo cambian sus costumbres, sino hasta la propia geografía urbana". En efecto, una de las incógnitas es qué pasará ahora con el local, estratégicamente ubicado en el centro rosarino. "Me pregunto cuántos meses pasarán, si no son años, con el lugar convertido en un agujero tapiado de madera, lleno de escraches o de propaganda política", se lamenta Ielpi.



Desde hoy, Tía será un recuerdo para los rosarinos.
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