Año CXXXIV
 Nº 49.287
Rosario,
jueves  01 de
noviembre de 2001
Min 16º
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Editorial
Desprestigio de la política

La información llegó anteanoche a todas las redacciones proveniente del Congreso y provocó algo más que asombro; hasta hubo quien dudó si se trataba de una humorada. Pero no, era rigurosamente cierto, senadores radicales y justicialistas habían decidido recategorizar a varios empleados jerárquicos, incrementando en 20 mil pesos el presupuesto mensual para el funcionamiento de la Cámara. La justificación de la iniciativa -señalan los senadores- reside en "la importancia de no permitir el anquilosamiento de sus estructuras de funcionamiento. Por el contrario, siendo sensible a las demandas de la sociedad, debe tender al logro de eficiencia y capacidad de gestión en la tarea parlamentaria".
El proyecto, firmado por un grupo de legisladores que abandonarán el próximo 10 de diciembre la Cámara, parece verdaderamente una gran burla a la ciudadanía, que se pronunció claramente sobre la urgente necesidad de reducir los costos políticos y, a su vez, implicará una pesada carga para el nuevo cuerpo luego de la asunción. Tanto es así, que a la misma Asociación del Personal Legislativo le resulta "cuanto menos paradójico que condicionen la metodología de trabajo de los senadores que ingresan, máxime cuando tuvieron el tiempo necesario para producir las modificaciones que hoy impulsan".
Si algo le faltaba a este cuerpo de senadores para cerrar tanto desprestigio acumulado era esta nueva imprudencia administrativa. Este mismo cuerpo -sobre el que pesa la causa donde se investiga el pago de coimas a varios de su miembros para aprobar la ley de reforma laboral del año pasado, causa que puede quedar cerrada si no se producen avances, y que tanto daño le produjo a las instituciones políticas de la República- parece no haber sufrido escarmiento alguno.
Desde luego, se trata de un modo de trabajo totalmente alejado de las exigencias del momento, del obligado compromiso con las provincias que representan, y más en la frontera con la componenda perniciosa, degradante y a largo plazo destructiva. Un estilo que quedará en la memoria de los argentinos por el profundo daño causado al país y sobre el que los nuevos representantes deberán dar muestra constante de eficiencia e idoneidad para poder recuperar la confianza perdida.


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