Año CXXXIV
 Nº 49.275
Rosario,
sábado  20 de
octubre de 2001
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La siembra directa, un misil contra los subsidios
Las prácticas sustentables pueden reducir la necesidad de subvenciones en países centrales. El tema se debatió en el congreso mundial de agricultura de conservación

Víctor Merlin

Organizado por la FAO y la Federación Europea de Agricultura de Conservación (Ecaf) se realizó en Madrid, entre los días 1 y 5 de octubre, el 1º Congreso Mundial sobre Agricultura de Conservación, que contó con la participación de más de 500 personas representando a 60 países.
Si algo quedó claro en el congreso fue la necesidad que el mundo tome conciencia sobre la situación del suelo agrícola. En el último medio siglo se multiplicó el laboreo indiscriminado en áreas fértiles de todo el globo, incluso en países que veinte años atrás trabajaban sus tierras con tracción animal.
El crecimiento de la población mundial, la necesidad creciente de obtener más alimentos de los mismos campos y el manejo mecanizado de la agricultura tradicional de arado, hizo el resto.
El reto actual es producir más en la misma superficie, logrando modelos independientes de los subsidios, productivos, rentables, y ecológicos. Un debate que crece particularmente en Europa, con su actual modelo de subsidios y sus crisis de seguridad alimentaria.

Chau arado
Entre las ventajas que se destacan de las prácticas de mínima o nula labranza están: la conservación del suelo, retención de humedad, mejora de la productividad, reducción de costos de gasoil, maquinaria, mano de obra, captura de CO2 y aumento de la materia orgánica del suelo.
Según Hugh Grant, vicepresidente ejecutivo de Monsanto a nivel mundial, en la actualidad la agricultura de conservación sin laboreo representa unos 200 millones de hectáreas en todo el mundo, incluyendo los 60 millones de hectáreas que se realizan en siembra directa. Un porcentaje mínimo, si se tiene en cuenta que hay 600 millones de hectáreas potencialmente expuestas a la erosión.
Según datos proporcionados por la Ecaf, en los últimos cuarenta años se perdió la tercera parte de los suelos agrícolas del mundo. Y lo peor es que el proceso no se detiene: cada año se pierden otros 10 millones de hectáreas.
En Europa las cosas no están mejores. Aproximadamente unos 150 millones de hectáreas están afectadas por la erosión hídrica y eólica, siendo la zona mediterránea la más afectada y en la que pueden llegar a verificarse pérdidas entre 20 y 40 toneladas de suelo por hectárea después de una fuerte tormenta. En España, más del 50% de la superficie agrícola está clasificada con riesgo medio-alto de erosión. En regiones como Andalucía, esta cifra alcanza el 70%. Y en esto, la agricultura tradicional intensificada por la mecanización y el laboreo del último medio siglo tuvo mucho que ver.
Es sabido que la calidad de un suelo se mide en gran medida por el porcentaje de materia orgánica presente. Roberto Peiretti, miembro de Aapresid, remarcó que existen lugares "intocados" en Argentina, donde nunca se hizo agricultura ni pastoreo, que tienen niveles cercanos al 6%. Aunque lo usual es que oscile entre un 2,5% y un 4%, dependiendo de la región.
En España estas cifras caen en picada. En uno de los campos que se visitó, se registró entre 0,5% y 0,7% de materia orgánica en el suelo, y eso, teniendo en cuenta que se hacía siembra directa desde varios años atrás, y los índices están en constante aumento.

Los líderes de la directa
Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá y Australia representan entre todos más del 90% de la superficie en siembra directa a nivel mundial.
"Si el futuro sigue al mismo ritmo que en el pasado, la agricultura de conservación crecerá un 10% anual. Pero con 400 millones de hectáreas por cubrir, creo que a ese ritmo no lo conseguiríamos. Porque si se consigue salvar 5 millones de hectáreas al año se salvarán 32 millones de toneladas de suelo, 65 millones de litros de combustible y 500 millones de dólares en rendimientos de los cultivos al año. Todas estas ventajas no pueden desdeñarse", indicó Peiretti.
En los costos de producción europea por hectárea de superficie se ven los resultados de este deterioro. Con necesidades de fertilización que superan los 1.000 kilos por hectárea; la tierra pasa a ser mero sostén para las plantas, y es el hombre quien debe proveerle de todo lo demás, incluida el agua de riego. "Un límite desde el punto de vista agronómico no existe. En el sentido de que si estamos dispuestos a poner cada vez más fertilizantes para obtener un mismo producto aún en un arenal, en un desierto, con agua y nutrientes se puede producir. El problema es que a escala mundial, ese modelo no es competitivo para nada", remarcó Peiretti.
Para el directivo de Aapresid, no son éstos los suelos que responderán a la creciente demanda de alimentos, sino el aumento de la productividad y conservación de los suelos que existen en las planicies de Rusia, Ucrania, el corn-belt americano, Argentina y parte de Brasil. "Eso no quiere decir que en Europa van a tener que dejar de producir pero lo van a hacer, seguro, con un resultado negativo desde el punto de vista económico", apuntó.
"Con este panorama es muy difícil que desaparezcan los subsidios porque, expuestos al mercado internacional, los modelos que se ven en Europa en materia del costo de los insumos, producción y el valor de lo producido, ninguno cierra", remarcó Peiretti; quien estimó que esa ecuación se podrá ir revirtiendo en la medida que entren en agricultura sustentable, y siembra directa básicamente. "Así mejorarían esas relaciones e irían recuperando materia orgánica, la biodiversidad del suelo, y no se gastarían tanto en fertilizar", dijo.
Los estados miembros de la Unión Europea, así como los candidatos a sumarse hablaron sobre la necesidad de tomar conciencia sobre el problema. En el sexto plan de acción sobre el medio ambiente se hace una referencia muy clara a los suelos, que exige un enfoque completo, global y sistemático para la protección del suelo en los próximos diez años.

Subsidios medioambientales
Si bien en el corto y mediano plazo las ayudas al sector agropecuario europeo seguirán siendo una realidad inseparable para conseguir modelos rentables, al menos se vislumbra un cierto interés por parte de la administración de Bruselas por desarrollar legislación y dar apoyo al sector productivo que se enfoque hacia prácticas conservacionistas.
De todas maneras, las ayudas directas a la renta de los agricultores en Europa tienden a un cambio cualitativo, como las que se indican en las medidas de acompañamiento de la Política Agraria común (PAC): utilización racional y mejora de la calidad del agua, control de la erosión y mejora de la fertilidad del suelo, prevención de riesgos naturales y optimización de espacios rurales, protección de la biodiversidad y de los paisajes agrarios.
Prueba de esto es la medida que estaría por adoptarse para evitar la quema de rastrojos dentro de la Unión Europea, limitando los subsidios a quienes no lo cumplan. El sólo rumor de esta medida hizo que los productores se acercaran masivamente al Congreso.

Productivos vs. subsidiados
Alejandro Tapia, productor en siembra directa y presidente de la Asociación Burgalesa de Agricultura de Conservación (Abulac), remarcó ante los productores: "Es una pena que una mínima medida política sobre los condicionamientos de las ayudas PAC por la no quema de rastrojos para lo sucesivo; sea el motivo excluyente para que este salón se llene".
El dirigente agropecuario español instó a "deshacer" la "imagen del agricultor cazador de subvenciones" que los productores europeos tienen ante la sociedad. "Porque es la sociedad la que en definitiva tiene la última palabra respecto a las ayudas y si no somos capaces de justificarlas, al final nos la quitarán y la profesión del agricultor quedará desprestigiada".
Durante el encuentro, un participante de Centroamérica tomó el micrófono y preguntó al panel si los subsidios de Europa y Estados Unidos "se quitan o no, para que nos den a nosotros también la oportunidad de seguir viviendo del campo". El brasileño Marcos Pereyra se sumó: "A nosotros nos gustaría mucho si pudiéramos compartir estas ayudas".
Un productor de la región española de Burgos contestó: "La realidad de los números es la que tiene la palabra en esta agricultura europea dependiente de Bruselas y bajo las actuales condiciones productivas y de suelo, recortar los subsidios mandaría al desempleo a buena parte de los siete millones de personas que trabajan el campo dentro de la Unión".
La representante de la Dirección de Agricultura de la Unión Europea reconoció que "probablemente en el orden económico mundial haya muchas injusticias pero desde luego no todas son imputables a las ayudas que recibe la agricultura en estos países". Y apuntó: "Producir el mismo producto en Europa muchas veces es más caro que hacerlo en otros países y desde luego que la agricultura es un sector prioritario para todos los gobiernos. En ese sentido, las ayudas a la agricultura son difíciles de prescindir".
Dentro de la polémica, el vicepresidente de Monsanto, dio su visión. "Prácticamente en todas las partes del mundo la agricultura depende de los subsidios y quizás habría que explicar en este caso por qué aquí la agricultura de conservación podría ser una solución, porque reduce el costo de combustible, de mano de obra y ayuda a mejorar la economía agraria que a nivel global se encuentra en una situación terrible", por lo cual consideró que la agricultura de conservación "sería una manera excelente de combatir el impacto de unas subvenciones que cada vez se reducen más".



La siembra directa se expande en Argentina.
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