Año CXXXIV
 Nº 49.269
Rosario,
domingo  14 de
octubre de 2001
Min 12º
Máx 20º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





A votar. Será clave el control legislativo
De la Rúa podría reeditar una conflictiva historia que inauguró Yrigoyen
Si queda en minoría en ambas Cámaras transitará por un camino que ya recorrieron sus tres antecesores radicales

Si los pronósticos de las encuestas se cumplen y Fernando de la Rúa debe atravesar la última parte de su mandato con las cámaras de Diputados y Senadores dominadas por el Justicialismo, se repetirá la adversidad parlamentaria que en el pasado enfrentaron otros presidentes radicales.
La historia se remonta a Hipólito Yrigoyen, quien inició su mandato en 1916 sin mayoría en ambas Cámaras, donde todavía se reflejaba en los números la maquinaria electoral del conservadurismo.
Una muestra de la tensión que caracterizó la relación entre Yrigoyen y los legisladores fue la decisión del presidente de mandar por escrito los discursos de apertura del Congreso, sin presentarse en la Cámara de Diputados como indica la tradición.
Si bien a partir de 1918 aumentó el número de radicales en el Parlamento, los acuerdos entre alvearistas y conservadores generaron entonces nuevos problemas para los proyectos yrigoyenistas.
En 1965, cuando el gobierno de Arturo Illia se deslizaba hacia su caída, siete bloques opositores de la Cámara baja se unieron para rechazar el proyecto de presupuesto que había enviado el Poder Ejecutivo.
Fue una situación inédita en la historia argentina: se trató de la primera vez que el Congreso dejaba sin presupuesto a un presidente.
Finalmente, mientras el presidente de la Cámara, Arturo Mor Roig, intentaba un acuerdo entre fuerzas para salvar al gobierno, el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía derrocó a Illia y las cuentas públicas dejaron de ser materia de discusión democrática.
La debilidad de Illia, sin embargo, estaba lejos de responder a la oposición legislativa. Por el contrario, tenía sus raíces en la proscripción que había sufrido el peronismo en las elecciones presidenciales.
Raúl Alfonsín conquistó en 1983 la mayoría de la Cámara de Diputados, pero nunca logró reunir a todos sus diputados para sacarles provecho, por lo que siempre necesitó la ayuda de otros partidos. De todas formas, los proyectos del gobierno chocaban en el Senado con el sempiterno dominio justicialista.
En 1987 Alfonsín perdió la ajustada mayoría que había disfrutado hasta entonces en la Cámara de Diputados y la oposición equiparó sus fuerzas con el oficialismo.
El justicialismo fue la contracara de las dificultades que encontraron los presidentes radicales al momento de imponerse en el Congreso.
El peronismo tradicionalmente disfrutó de Cámaras a su favor, en especial en el Senado, aunque su predominio no lo salvó de las críticas en las butacas del Parlamento.
Este fugaz recorrido demuestra que las dificultades de los presidentes radicales en el Parlamento distan de ser novedosas. Inédito sería, en cambio, una coexistencia madura entre el oficialismo y la oposición que entierren en el pasado las resoluciones traumáticas de la política, tan características de otros tramos de la historia argentina.



El presidente espera un buen resultado en las urnas.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados