Año CXXXIV
 Nº 49.269
Rosario,
domingo  14 de
octubre de 2001
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Análisis: Un mensaje al corazón de la política

Mauricio Maronna

Al fin llegó el día. Tras la campaña electoral más gris de la posdictadura, los argentinos decidirán hoy con su voto el cariz que deberá tomar el gobierno de Fernando de la Rúa en sus dos últimos años de mandato, confirmarán o borrarán de un plumazo las expectativas presidenciales de algunos gobernadores, agigantarán o desinflarán súbitos liderazgos testimoniales y sentarán posición sobre la credibilidad de la dirigencia política.
Hoy se sabrá si el voto negativo dejará o no de ser un fantasma para adquirir materialidad y si los electores decidirán limitar la falta de ideas, la mediocridad y la autoindulgencia política frente a casos terminales de la realidad nacional: desempleo, recesión y corruptela en ámbitos legislativos.
Pero que nadie se confunda: este 14 de octubre no parirá de buenas a primeras una nueva República ni les dará un golpe mortal a los vicios de la política. Podrá convertirse, y no es poco, en la última advertencia a la clase dirigencial.
Si quienes resulten electos no interpretan el mensaje de las urnas, no faltará demasiado tiempo para que, lamentablemente, algunos iluminados crean que llegó su turno en un país ya de por sí demasiado cargado de oscuridad.
La corroída imagen del gobierno nacional tendrá a partir de mañana una oportunidad histórica de cambiar el curso de la historia. La voluntad popular le permitirá al Ejecutivo nacional tomar, de una vez por todas, un rumbo y reconstituir el principio de autoridad.
Para eso tiene que elegir entre dos caminos:
u Llevar a la práctica lo que hasta ahora fue solamente un ejercicio dialéctico: políticas concertadas con la oposición (léase el PJ) y volver a alinear a los oficialistas avergonzados de hacer oficialismo (léase Rodolfo Terragno y la UCR. Nadie sabe cómo quedará Raúl Alfonsín después de los comicios).
u Consolidar la figura presidencial, hacer un gobierno fundamentalmente delarruista, alinearse definitivamente detrás de Domingo Cavallo y de los sectores dispuestos a bancar nuevos ajustes, nuevos planes de déficit cero y podas al extremo de los fondos destinados a la asistencia social.
Para llevar adelante políticas activas (la primera de las opciones) deberá terminar con los impuestazos y considerar la posibilidad de establecer un seguro de desempleo. Seguramente contará con cierta luz verde de los dueños del poder real del PJ, se ganará una tregua con las CGT y hará amainar las voces crispadas que se levantan desde la UCR y la centroizquierda.
Inclinarse por la receta del déficit cero como verdad revelada y sin darles cabida a los incentivos asistenciales (la segunda de las opciones) le permitirá al gobierno ganarse la confianza de los mercados, tal vez provocar un descenso del riesgo país y recibir elogios de los gurúes financieros, aun a costa de más protestas sociales, más rutas cortadas y paros por doquier.
Seguir por el camino del medio, éste que llevó a la Argentina a estar al tope de los países menos confiables, no implicará otra cosa que mantenerse en la cornisa, contando los días con la incertidumbre de no saber en qué momento el piso dejará de tambalear para derrumbarse definitivamente.
Para el justicialismo, mañana también será otra historia. Con el 2003 más cercano en el almanaque, deberá dejar de ser una suerte de confederación de liderazgos provinciales. Según sean los resultados de hoy, Carlos Reutemann, Carlos Ruckauf, José Manuel de la Sota y Eduardo Duhalde comenzarán (todos o algunos de ellos) a olfatear que el poder está nuevamente a la vuelta de la esquina. ¿Tendrán la inteligencia necesaria para unificar el discurso hasta que en el 2002 las internas definan al candidato presidencial o se retroalimentará un proceso de jibarización que termine comiéndose liderazgos transitorios?

Lemas y comparsa
En Rosario, las elecciones de hoy deberían ser el punto final para la esperpéntica ley de lemas. Una norma que le dio aire al bullicio de la orquesta (¿o la comparsa?) e impidió escuchar el virtuosismo y la afinación de los solistas. Sería un incontrastable contrasentido que con más de cincuenta listas oficializadas, la mayoría de los rosarinos se escape hacia el voto en blanco, o decida poner en la boleta a Clemente, Sarmiento, Maradona, Bin Laden o como se llame el promocionado sufragio de la bronca.
Si de los laberintos se sale por arriba, de la crisis política se sale con más y mejor política. Y no hay demasiado tiempo que perder.



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