Año CXXXIV
 Nº 49.269
Rosario,
domingo  14 de
octubre de 2001
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El cazador oculto: "El rating de los sueños perdidos"

Ricardo Luque

Quizás no sea un boom, pero que es un suceso nadie puede negarlo. Y las razones del éxito son las mismas que en los últimos años llevaron a Telefé a la cima de las mediciones de audiencia: la explotación impiadosa de la necesidad y las ansias de trascender del público y la utilización inteligente de las estrategias de mercadeo para realizar una televisión entretenida, popular y rentable. Se trata, claro está, de "Popstars", la versión siglo XXI del mítico "Si lo sabe cante" de Roberto Galán. El ciclo, que se emite por la pantalla de Canal 3, es una creación de Gustavo Yankelevich, uno de los responsables del diseño de la pantalla joven y pasatista con la que el canal de las pelotas se erigió, mal que les pese a las huestes de Adrián Suar, en el rey del rating. Los programas de concursos no son ninguna novedad y, de hecho, "Popstars" no es más que eso, un programa en el que se concursa por un premio. Su novedad reside, precisamente, en el premio, que es toda una tentación para las jóvenes argentinas que difícilmente vean al futuro con esperanza. Las ganadoras del certamen, un agotador maratón de canto y baile, integrarán un grupo vocal, al estilo de Spice Girls o Destiny's Child, y saldrán a tratar de ganarse un lugar en la alicaída escena musical actual. La promesa de éxito, fama y dinero que significa salir seleccionadas no es más que eso, una promesa, y en la Argentina posmenemista las promesas están, ciertamente, devaluadas. Que las participantes puedan cumplir su sueño depende de la suerte que corra el grupo una vez terminado el programa. Si la gente no va a sus shows ni compra sus discos, y eso no sucede sin una propuesta consistente ni un adecuado apoyo publicitario, el anhelo de las chicas de ser estrellas del pop se irá por la alcantarilla. Así y todo, el programa habrá sido un éxito, y una vez más la jugada de hacer marketing con las esperanzas de la gente, la especialidad de Yankelevich, habrá terminado en gol. Y antes de que se ahogue el grito de la hinchada ya se habrá convocado a un nuevo casting y la rueda habrá vuelto a ponerse en movimiento.


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