Año CXXXIV
 Nº 49.266
Rosario,
sábado  13 de
octubre de 2001
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El invitado
La calidad del ingeniero agrónomo

Elvio Cavallo (*)

Mi actividad durante prácticamente 50 años fue paralelamente compartida entre la promoción de sistemas de comunicaciones rurales y la de productor agropecuario.
Con el correr de los años, las referidas actividades, sumadas a las del quehacer diario, me dieron naturalmente la posibilidad de alternar con gente de distintas y variadas profesiones. Esta condición me permitió, con la más objetiva intención observadora, evaluarlos no sólo desde el punto de vista profesional sino también desde su calidad humana.
Sobre este particular, y obviamente sin el ánimo de descalificar a profesión alguna, considero que el ingeniero agrónomo, independientemente de su capacidad técnica, es quizás entre los profesionales el que mejor está dotado en cuanto a calidad humana, producto tal vez de que ha respondido más que otros al llamado de su auténtica vocación. Vocación basada, según algunos antropólogos, en que el hábitat auténtico del ser humano es la naturaleza, cuando esta es cultivada para sustentar la vida.
Ahora bien. Poniendo los pies sobre la tierra, debemos reconocer que lamentablemente, dada la compleja situación económica y de organización general que hoy vive nuestro país -de la cual por supuesto no es ajena la actividad agropecuaria- resultaría una utopía pretender que el ingeniero agrónomo desarrolle una actividad rentable dentro del hábitat al que me refiero más arriba, pues finalmente debemos aceptar que no sólo de su vocación vive el hombre.
Esto de algún modo también explicaría por qué un buen porcentual de estos profesionales debe dedicarse forzosamente a actividades que, si bien pueden ser dignas, no son propias a su vocación ni a la formación lograda durante sus años de facultad.
Quiero agregar que durante mi ocupación como productor agropecuario he tenido la posibilidad de alternar con muchos ingenieros agrónomos y también he contado con el asesoramiento profesional de algunos de ellos, pero lo expreso con total honestidad, no recuerdo a ninguno como malo o deshonesto. Si lo hay o los hubo, no los conozco o no los he conocido.

(*) Productor agropecuario


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