Año CXXXIV
 Nº 49.267
Rosario,
viernes  12 de
octubre de 2001
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Mató a la mujer cuando dormía pero sólo lo condenan a 10 años
El juez consideró que en la tormentosa historia del matrimonio hay atenuantes que favorecen al homicida

Jorge Salum

Era poco más de las 3 de la mañana cuando Alfredo David Mitriani apoyó el caño de una pistola 6.35 en la cabeza de su esposa y apretó el gatillo. Después envolvió el cuerpo con unos trapos y lo cargó en su Fiat Spazio. Todavía no amanecía cuando salió de San Lorenzo y manejó unos 30 kilómetros hasta llegar a Villa Gobernador Gálvez. La tiró a un baldío, a 100 metros de la avenida de Circunvalación, y regresó desandando el camino. Cuando llegó, lo primero que hizo fue comprobar que sus dos hijos aún dormían. Aunque estaban en la misma habitación, ni siquiera habían escuchado el estampido del arma.
Cuando el marido la mató, Angélica Adela Dubs descansaba en la cama matrimonial. Por eso una fiscal lo consideró un crimen alevoso y pidió que al autor lo sentenciaran a prisión perpetua. Sin embargo, el juez Ernesto Genesio entendió que no fue así y lo condenó a 10 años, de los cuales Mitriani ya cumplió 4.
El caso es de 1998. La mañana del 7 de octubre de ese año, alguien vio un bulto extraño en Vélez Sarsfield al 1100 de Villa Gobernador Gálvez y llamó al Comando Radioeléctrico. Ni bien llegaron los policías supieron que estaban ante un hallazgo macabro. Envuelto en una bolsa blanca encontraron el cadáver de una mujer joven. Vestía remera y bombacha y tenía un gran hematoma en el cráneo. En el barrio nadie sabía quién era.
Al día siguiente una mujer llamó a la policía y dio la primera pista para identificarla. "Es la Rusita Dubs, de San Lorenzo", dijo. La Brigada de Homicidios investigó y así supo que quién se trataba y dónde vivía. En su casa de San Lorenzo detuvieron al esposo y secuestraron evidencia que lo incriminaba. Entre ella estaba la pistola MS del calibre 6.35 que, según los peritos, había disparado el proyectil homicida.
Acorralado, a Mitriani no le quedó otro camino que la confesión. Todo lo que dijo a los detectives de Homicidios coincidía con la evidencia recogida en su casa. Al día siguiente contó lo mismo al juez Adolfo Prunotto Laborde. Entonces su suerte quedó sellada.
Con el tiempo se supo que detrás del crimen había una larga historia de agresiones mutuas, engaños y locura. Mitriani y Dubs se habían casado 11 años antes, se habían separado y habían vuelto a convivir. Pero él tenía una amante, y hasta una hija extramatrimonial, y jura que su mujer también llevaba una doble vida.
Por eso premeditó el homicidio. Dos días antes se lo anticipó a su amante y después dio a entender que lo había hecho. "Vení a casa que ella ya no será un problema", le dijo.
Durante el juicio se supo por qué lo hizo. "Yo la amaba pero ella me engañaba y me trataba muy mal", repitió una y otra vez. Y agregó: "Me hacía la vida imposible". Según su versión, las agresiones no eran sólo verbales sino físicas. "Una vez hasta me tiró un cuchillo", contó.
Los psiquiatras que lo estudiaron confirmaron que su discurso dejaba al descubierto una situación de sometimiento, menoscabo y desvalorización personal de parte de su esposa. Pero también revelaron que no sentía angustia ni sentimientos de culpa por lo que había hecho.
Sus sucesivas confesiones lo demuestran. "Esa noche discutimos. Cuando ella se durmió tomé la pistola y se la apoyé en la cabeza. Apreté el gatillo sin dudar. Y después pensé en deshacerme del cuerpo", es parte del relato que hizo ante la policía y los jueces.
Tras arrojar el cuerpo en Villa Gobernador Gálvez se dedicó a borrar los indicios que lo comprometían. Escondió la funda ensangrentada y lavó la almohada. Envolvió la pistola. Y le dijo a los chicos que la madre se había marchado.
Un perito dijo que su crimen fue premeditado y la fiscal Graciela Argüelles pidió que le dieran perpetua, pero Genesio encontró en la tormentosa historia personal de este hombre de 35 años un atenuante. Por eso lo sancionó con una pena considerablemente menor, que le permitirá al homicida estar libre en un par de años.



Angélica Dubs y Alfredo Mitriani, víctima y victimario.
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