Año CXXXIV
 Nº 49.265
Rosario,
miércoles  10 de
octubre de 2001
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El trabajo con la voz en niños especiales permite la expresividad y facilita la integración

Qué puede unir más a una multitud que una melodía cantada en conjunto?¿Qué hay más espontáneo que el canto de una madre para dormir a su hijo? ¿Quién no se dejó llevar alguna vez por el arrobamiento del canto, aunque más no sea en la soledad de una ducha?

La voz ha sido desde tiempos inmemoriales la vía de comunicación por excelencia del hombre. En todas las culturas de la humanidad el canto ha sido practicado sistemáticamente ya sea como forma de expresión individual, como forma de integración social o como medio de comunión con lo divino. Esto se registra desde tiempos inmemoriales en todas las latitudes del globo. Tanto en simples melodías repetitivas como en complejas composiciones para inmensos coros polifónicos, la voz cantada se ha hecho presente en innumerables formas a lo largo de la historia de la humanidad.
Desafortunadamente nuestras sociedades occidentales se han "especializado" tanto que han perdido el sentido de esta conexión natural con las cosas y por años se han reprimido permanentemente estas importantes zonas de la sensibilidad humana. La especialización supone dejar las cosas en manos de los "entendidos" y esto es lo que las sociedades modernas han hecho. El gran problema es que debido a la excesiva especialización se ha perdido el sentido global de las cosas: si un especialista sólo puede saber algo sobre su campo y no puede integrarlo a otras áreas, especialmente al ámbito de la vida misma como proceso, su labor está más cerca de la ceguera que del esclarecimiento.
Por eso afirmamos que, más allá de las especificidades, todos tenemos una dimensión en la que podemos conectarnos directamente con la música a través de nuestra propia voz. Precisamente en el caso de los niños y jóvenes especiales, podemos encontrar este vínculo directo con la voz en toda su pureza. A lo largo de nuestros años de trabajo con el Coro de la Fundación Cherry Breitman, hemos notado que las personas especiales poseen una facilidad innata para conectarse con el canto. Sean cuales sean sus recursos vocales, ellos pueden interrelacionarse profundamente. Por eso, desde el punto de vista pedagógico el objetivo es preservar la pureza de este vínculo y buscar metodologías para que se desarrolle plenamente.

El camino adecuado
Ahora bien la pregunta es, ¿cómo hacer para preservar esa pureza? La respuesta no es fácil ya que hay que estudiar cada caso y ver cuál es el camino más adecuado, sin perder de vista que éstos pueden variar notablemente. De cualquier manera podemos decir que, en términos generales, la senda más recomendable es aquella que se basa en este vínculo experiencial con el canto.
Los mismos chicos especiales se encargarán de mostrarnos cómo se desarrolla este vínculo, por eso es cuestión de estar atentos a sus señales. Por ejemplo, si vemos que ante un ejercicio ellos se aburren o se pierden, tendremos que revisar nuestra metodología; contrariamente si se conectan cantando espontáneamente y no quieren terminar, nos estarán dando una señal de que vamos por buen camino. En cualquier caso, se trata de recuperar el placer en el acto mismo, en este caso cantar por el placer de cantar. Por supuesto esto no es tarea fácil ya que vivimos en una sociedad que le cuesta enormemente asumir el placer y que siente terribles culpas por hacerlo.
Del placer que estamos hablando no es del placer artificial proveniente de modas y convenciones sociales que lindan muchas veces con el vacío mismo, sino del que emana de un acto completo proveniente de las entrañas del ser interno y que precisamente por eso no tiene que rendirle cuentas a nadie de su éxito o fracaso. Aunque algunos lo duden, las personas especiales tienen mucho que enseñarnos en este tipo de placer, por ello preservar la pureza significa también preservar este vínculo.
En el campo de la educación especial de lo que se trata es de generar contextos de trabajo en los cuales los miedos o la aprobación social no se conviertan en una traba para la libre expresión, es decir: donde antes que nada se respeten y se valoren las manifestaciones de cualquier integrante antes de ponerlas en tela de juicio.
Por otra parte, no podemos dejar de hacer referencia a la función integradora de la voz. A lo largo de los siglos el canto ha sido una inigualable fuente de unión entre las comunidades. Por una parte, el canto se vincula a lo sagrado desde tiempos inmemoriales: los mantras orientales, el canto ceremonial indígena, los cantos gregorianos, sufíes, hindúes, tibetanos, son sólo muestras de esta antiquísima relación. Inclusive la voz cantada ha sido en algunas culturas una forma de comunicación directa con la divinidad.
Ahora bien, la voz ha servido tanto a la comunión con lo divino como a la unión grupal y social. Esto se debe a la función unificadora del canto en conjunto, ya que actúa como elemento aglutinante entre todos los miembros del grupo. El canto colectivo es en sí mismo un proceso de comunión grupal y social, ya que es la resultante de la conjunción de todas las voces en un todo unificado. Por otra parte se trata un elemento inclusivo que en su sólo accionar genera el sentimiento de pertenencia al grupo.
En el caso de las personas especiales, este carácter del canto tiene una doble importancia: por un lado porque permite un alto grado de expresividad y de catarsis, por otro porque constituye una senda franca a la integración. La relevancia del primer aspecto es notoria, ya que si lo que se necesitan son vías de comunicación para que la persona especial pueda manifestarse, la voz cantada nos brinda un inmenso número de posibilidades, ya que permite trabajar tanto desde lo pre y para-lingüístico como desde lo lingüístico mismo.
La primera instancia de integración se da al interior del grupo humano que canta, aquí cada individuo se integra al grupo en tanto todas sus voces se funden en un solo canto. Las cuerdas vocales y el sonido sirven de unificadores precisamente porque no se trata de competir sino de compartir con el de al lado basados en el postulado de que todos los integrantes del coro son importantes. La segunda instancia viene cuando las personas especiales pueden mostrar su canto al resto de la sociedad, allí la escucha tanto de padres como de docentes y público en general una integración real a partir del respeto y la valoración.
Por un lado no podemos dejar de mencionar que el trabajo con la voz trae aparejados numerosos beneficios desde el punto de vista físico, por ejemplo: se amplía la capacidad pulmonar, se utiliza en toda su dimensión el aparato respiratorio, se pueden producir mejoras en la vocalizaciones, se obtiene un estado de relajación generado internamente por el masaje vibratorio de las cuerdas vocales. A esta lista se agregan una cantidad de beneficios psicológicos que van desde una elevación general de la autoestima al realizar una tarea socialmente aceptada, hasta la verdadera realización personal producida a través del fenómeno artístico. Estas instancias son tan importantes que en muchos casos han logrado cambios profundos en la vida de las personas especiales.
La voz brinda un campo de grandes potencialidades para el pleno desarrollo físico, mental y espiritual de las personas con capacidades especiales. Por eso generar un trabajo consciente para propiciar el verdadero desenvolvimiento vocal es la gran meta y el enorme desafío que tenemos en nuestro horizonte.
Fuente: Revista El Cisne, de la Red Nacional de Orientación y Derivación en Discapacidad

Alan Courtis
Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), director del Coro de la Fundación Cherry Breitman y coordinador del taller de música y discapacidad de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)





Los chicos especiales tienen facilidad para el canto.
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