Año CXXXIV
 Nº 49.262
Rosario,
domingo  07 de
octubre de 2001
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Francia: la preferida de la realeza

En el centro de la "petite camargue", se levanta un muralla fortificada del siglo XIII, edificada por voluntad del rey Luis IX (San Luis) deseoso de darle al reino de Francia un puerto en el Mediterráneo.
Esos grandes paredones de piedra guardan celosamente a Aigues-Mortes, una ciudad medieval, ubicada a 300 kilómetros de Barcelona (España), donde se recrea la vida de la Edad Media en Francia.
Entre las aguas del Ródano y la cordillera de los Pirineos, ocho ciudades de veraneo, creadas en los años 60 por voluntad estatal, se han forjado cada cual su propio estilo: puertos deportivos de Port-Camargue, pirámides de la Grande-Motte, tejados encabalgados de Gruissan, y las increíbles murallas de Aigues-Mortes (Aguas Muertas). Animada y muy receptiva a las influencias mediterráneas, esta región es un lugar destacado para las fiestas y el turismo cultural en Francia.

Un puerto para Francia
Atravesar la muralla que encierra al pequeño pueblo francés significa sumergirse en las páginas de la Edad Media. En 1240 el rey San Luis compró las tierras casi insulares de un priorato, ya que necesitaba un puerto de partida de sus naves y así realizar intercambios comerciales en el Mediterráneo con Italia y Oriente. Comercio impedido, hasta ese entonces, por no contar el reino de Francia con puerto propio.
Dueño de Aigues-Mortes, el rey San Luis le fue otorgando concesiones hasta convertirla en una ciudad que posteriormente fue amurallada. Desde allí partió el monarca para la séptima cruzada. Una escultura recuerda el suceso y para la festividad del santo, la población retorna al histórico acontecimiento a través de una fantasía: el pueblo ataviado con ropas medievales despide a la nave real, en medio de la luz de los fuegos artificiales sumando a un sentimiento de fe, de la Francia de aquel tiempo.
Dos sucesos señalan la decadencia y luego caída del puerto de Aigues-Mortes: la incorporación a Francia de la ciudad de Marsella en 1481 y siglos después la creación del puerto de Sète.
Hoy, Aigues-Mortes muestra con su paisaje creado por el viento y el mar un recuerdo histórico y un centro comercial de artesanías y artículos diversos junto a la romántica escultura del rey San Luis.

La riqueza de las piedras
Aigues-Mortes se caracteriza por la belleza de su patrimonio arquitectónico. Los muros del siglo XIII son un verdadero joyero para la ciudad. La iglesia Notre Dame des Sablons, monumento más antiguo de la ciudad, es un testimonio de la riqueza histórica de la ciudad de San Luis.
El edificio constituye un vestigio del embarco de San Luis para las cruzadas. Está dedicada a la virgen Notre Dame des Sablons, en referencia a los terrenos pantanosos cerca de la ciudad. Construida en estilo gótico fue transformada durante los siglos.
La muralla, levantada en menos de 50 años, cuenta con tres esquinas protegidas por torres de diferentes tamaño y cada una con un diseño particular. Desde allí los vigías se relevaban para alertar cuando veían a los asaltantes sarracenos durante la guerra de los cien años y vigilaban contra el peligro de los enemigos españoles en el siglo XVI.
La Torre de Constance -uno de los torreones más majestuosos de la arquitectura de la Edad Media- era la que usaba Luis IX cuando iba a la ciudad. Sus paredes tienen casi 5 metros de ancho y 30 de altura. Luego de trepar 53 escalones se accede a lo que luego fuera convertido en un calabozo utilizado durante 500 años.
En la ciudad se puede visitar la Sociedad de Historia y de Arqueología, un pequeño museo con multitud de vestigios de siglos precedentes sobre el territorio de Aigues-Mortes. Asimismo la capilla de los Penitentes Blancos, construida en el siglo XVII, contiene un fresco de Sigalon y obras de Gleize, entre otros edificios, que permitirán al visitante conocer la vida medieval.



Tras la muralla se esconden historias medievales.
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