Año CXXXIV
 Nº 49.262
Rosario,
domingo  07 de
octubre de 2001
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Canadá: balcón al oceano
Desde los acantilados de Nueva Escocia aparece la inmensidad del Atlántico

Nueva Escocia es una de las cuatro provincias atlánticas de Canadá, con más de 7.400 kilómetros de magníficas costas. Tiene más de 25 museos para descubrir y disfrutar. En Halifax, la capital, es imperdible la visita por el Maritime Muesum of the Atlantic, para conocer más sobre la historia del Titanic.
Nueva Escocia es un pueblo pesquero, muy orgulloso de su pasado, y donde se pueden saborear las más deliciosas langostas. Los parques nacionales de Kejimkujik y de Hautes Terres du Cap Breton, aguardan con espectaculares vistas, flora y fauna.
No hay nada más fácil que aprovechar la increíble belleza de Nueva Escocia. Pasearse sin preocupaciones a lo largo del litoral para escuchar el canto del viento y el murmullo del mar. Dejarse llevar al corazón de los densos bosques recorridos por ríos donde los salmones saltarines están siempre presentes. Tratar de domar las mareas más altas del mundo a bordo de una barca neumática o admirar una colonia de pájaros, donde las aves acuáticas le dan vida al cielo con el batir de sus alas.
La península de Nueva Escocia, de 580 kilómetros de longitud, está prácticamente rodeada de agua: el océano Atlántico, la Bahía de Fundy, el estrecho de Northumberland y el golfo de San Lorenzo. Su situación geográfica y sus grandes puertos oceánicos, libres de hielo durante todo el año, han desempeñado un papel esencial en el auge económico de la provincia.
Los indios Micmac habitaban Nueva Escocia mucho antes que llegaran los primeros exploradores europeos. Los primeros visitantes fueron los escandinavos, seguidos un siglo después por Juan de Caboto. Pero fueron los franceses los primeros en colonizar el territorio, que formaba parte de lo que se llamaba la Acadía.
Nueva Escocia es una tierra de aventuras. Zarpar a bordo de un "bateau-mouche", permitirá participar en un salida ecológica en alta mar. Otra opción es montar un pony islandés siguiendo el litoral, y descubrir una isla de salvaje belleza. Son imperdibles los paseos en kayak que se extienden por varios días.
Los amantes del buceo podrán explorar tres siglos de historia entre los restos submarinos o nadar entre movedizos bancos de focas.
Los que adoran la vida silvestre se deleitarán con los bosques que abrigan a los ciervos de Virginia, a zorros rojos y osos negros. Los alces canadienses descansan pacíficamente en los soleados pantanos mientras las águilas pescadoras fascinan con sus vuelos rasantes.
Desde los cruceros de observación de ballenas, también se podrá ver al rorcual gris e inclusive la rarísima ballena del Atlántico. Deténgase en la isla donde viven los pájaros bobos, los pingüinos y los frailesillos.

Halifax, ciudad de kilt y gaitas
Halifax, la capital, es una ciudad asentada en la historia, rica en cultura y muy cosmopolita. Mantiene un fuerte sabor militar y británico, que se explicita en la Citadela donde desfilan soldados con kilts y gaitas.
Los edificios históricos frente al mar nos remiten a los tiempos de oro de la marina, cuando los veleros de tres mástiles y velámenes impactantes fondeaban en estos puertos.
En verano, Halifax ofrece una cantidad de festivales, incluido el Buskers Festival y el International Tattoo, donde desfilan bandas militares del mundo entero.
La capital tiene una intensa vida nocturna, donde suena la tradicional música celta en un simpático pub, y vibran los profundos sonidos del jazz en alguno de los clubs del puerto. No olvide de tentar la suerte en el casino de categoría internacional.



Acantilados de la península de la bella Nueva Escocia.
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