Año CXXXIV
 Nº 49.254
Rosario,
domingo  30 de
septiembre de 2001
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Guatemala
Los misterios de las ruinas mayas de Tikal
En la ciudad más grande de la cultura maya, los restos de templos y pirámides se elevan hasta el cielo

Los mayas, hombres de maíz que buscaban construirse un rostro propio para ser reconocidos por los dioses, vivieron en las tierras de Guatemala. Se quedaron entre aromas de orquídeas y bromelias, y junto a volcanes gigantescos; construyeron más de tres mil ciudades y practicaron el sagrado juego de pelota.
Este pueblo descubrió mucho antes que Copérnico que los planetas giraban en torno al sol y no alrededor de la Tierra; calculó la órbita de Venus y Mercurio, y como si esto fuera poco, inventó el cero, es decir el concepto de la nada, del vacío, que no existía en la numeración romana.
Los arqueólogos coinciden en que Guatemala fue el centro cultural del Nuevo Mundo y que la civilización maya partió desde allí. Desde "Guate", como le dicen en Centroamérica.
Los mayas trabajaron con maestría el jade y plasmaron en muros imágenes de singular belleza y trascendencia. Le dieron nombre a cada piedra, a cada cerro, a cada árbol y a cada flor de la región. En esa tierra de lagos triangulares nacieron sus héroes y dejaron sus herederos.
El pueblo maya convivió armoniosamente con su entorno y tal vez por eso erigió una de las civilizaciones más refinadas del mundo y de su historia. De ellos es Tikal, la ciudad más grande y monumental de su cultura. Y también por ellos se adoró, en toda su magnificencia, el plumaje del quetzal y la figura del ocelote.
De los mayas se dice que levantaron piedras y les dieron vida, y que su trabajo de cantera semeja la filigrana de la joya más exquisita, mientras que en sus hilados y cerámicas capturaron la policromía del exuberante paisaje que los cobijó.
También se cree que poseían el misterio del mar Caribe porque surcaron ambos océanos y construyeron sus dominios para dar fe de la grandeza del alma humana.
La ciudad de Tikal vivió hasta el final del período postclásico, el año 950 de la era cristiana, cuando fue misteriosamente abandonada. Recién en 1848 llegaron las expediciones que buscaban una ciudad fabulosa.
Un siglo después y por iniciativa del museo de Pennsylvania se inició el plan de excavaciones y un equipo de más de cien especialistas finalmente descubrió la arquitectura maya, y a través de ella, la organización social de Tikal.
Los arqueólogos llamaron a esas construcciones el Mundo Perdido, y en 1979 la Unesco la declaró Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad.
En Tikal los mayas elevaron sus pirámides hasta el cielo; su Templo de la Serpiente Bicéfala tiene 70 metros de alto y desde allí se percibe el canto de los pájaros, el grito de los monos aulladores, los sonidos de la fronda.
Amanecer en Tikal es abrir una misteriosa puerta hacia el pasado. Sólo su acrópolis norte abarca 10.117 metros cuadrados, de los 16.000 que posee este sitio, donde hay más de 3.000 estructuras, entre templos y altares, pirámides y palacios.
Actualmente la ciudad está dentro del Parque Nacional Tikal y tiene dos espléndidos museos. En uno de ellos está la réplica de la tumba de un noble maya, enterrado en el siglo VII. Una de las paredes de esta cripta está exquisitamente tallada en jade. (Télam)



Las ruinas de una inmensa ciudad santuario en Tikal.
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