Año CXXXIV
 Nº 49.248
Rosario,
domingo  23 de
septiembre de 2001
Min 16º
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cartas
Política y religión

Este momento histórico que nos toca vivir nos lleva a replantearnos, o al menos a mí me pasa, la manera de enlazar, vincular política y religión para lograr una vida con mejor sentido. Si desde el punto de vista de la religión no incluimos a la política, seríamos apolíticos, con lo cual callamos las injusticias colaborando con ellas y no hacemos más que el aporte de la oración (que es valiosa). Pero, si hablamos de religión y política como una actitud de compromiso, donde lo que importa es el mejor vivir de todos, sin duda aparecen dos términos fundamentales e inseparables: Cristo y ser cristianos. Puedo imaginarme a Jesús montado en su pollino, en plena plaza de Mayo ante una multitud de "ojlos" (del griego, masa desorganizada, sin guía, ni dirección segura, gente explotada, sin libertad, prisionera del hambre y la miseria) un día de manifestación. Probablemente tendría dos mensajes: uno para el pueblo y otro para la clase política. Al primero le diría: "Ustedes tienen el poder y el amor que les he dejado para persuadir con herramientas espirituales mediante palabra, fe, oración y obras; persistan en lo que han aprendido de mí y lleven mi palabra a los que están en eminencia". ¿De qué otra manera podría efectivizarse mi expresión": Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia". ¿Qué paradoja, no? A muchos políticos les diría: ¡alta está para el insensato la sabiduría. En la puerta no abrirá él su boca! (proverbios 24:7). Y añadiría: el verdadero cimiento en el cual pueden apoyar sus estructuras políticas, económicas y sociales lo van a encontrar haciendo pura y exclusivamente la voluntad de Dios, fuente de toda razón y justicia. Conclusión: en el sentido de la cruz va incluido un doble mensaje: el "sí" a la vida (línea vertical), el "no" a la muerte de los ideales, de la esperanza y de la vida espiritual.
Sara Treves


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