Año CXXXIV
 Nº 49.248
Rosario,
domingo  23 de
septiembre de 2001
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Justicia Infinita. El miedo, las dos caras de una moneda en Rosario
Pensando en la Amia, la comunidad judía vive el ataque con otra proyección
En la escuela Bialik, docentes y alumnos mantienen la rutina normal, a pesar del temor de los padres

Carla Rizzotto

Algunos hablan de "training" y "gimnasia", otros refieren a "algo natural". Es que el ataque que vivió el pueblo de Estados Unidos el pasado 11 de septiembre, cuando grupos terroristas atacaron las Torres Gemelas y el Pentágono, la comunidad judía argentina lo sufrió con el atentado a la Amia, en el 94. Por eso, en la escuela J. N. Bialik (Paraguay al 1100) no hizo falta reforzar la seguridad, hace siete años que tres agentes custodian a sol y a sombra las puertas del colegio. "Estamos recordando lo que pasó en Buenos Aires", expresan. Lo demuestran los alumnos cuando dicen que no tienen miedo porque están "acostumbrados"; sin embargo, la mayoría de los padres, aunque tratan de ser lo más fuertes posible, están atemorizados.
El día después del atentado no hubo clases en la Bialik, pero por una decisión de la comunidad judía a nivel nacional. Si la opción hubiera quedado en manos de cada institución, la escuela habría abierto sus puertas como todos los días. La razón: "La vida continúa", según sostuvo la directora del nivel EGB, Perla Gonte.
El colegio está vigilado y se nota con sólo pasar por Paraguay entre San Juan y Mendoza. Tres agentes de seguridad privada y un efectivo de la policía se encargan de custodiar la puerta y toda la cuadra si fuese necesario. Además de los pilares de protección -colocados luego del atentado a la Amia- hay una cinta que advierte "peligro" rodeando la entrada del colegio.
"Si fuera por mí no los traería, pero mis hijos los mandan igual", explicó Gladys, abuela de dos chicos que van al jardín de infantes. "La sensación de miedo es permanente, tengo terror porque lo vivo muy mal a todo lo que pasó", dijo la mujer, quien no se despega del televisor para informarse sobre las últimas noticias.

A clases, como siempre
Los nietos de Gladys fueron a clases el jueves siguiente al atentado, cuando se reanudaron las clases. Lo mismo pasó con la totalidad del alumnado que, según indicaron las autoridades, "concurrieron a la escuela como todos los días. Obviamente que el tema se trató con distintas actividades, a las que ya estamos acostumbrados después de los ataques a la embajada de Israel -en marzo del 92- y después lo de la Amia", recordaron.
Sin embargo y al igual que Gladys, Judith confesó: "Todos los papás estamos con miedo, pero creo que si fuera a cualquier escuela estaría igual". Después de pensar unos segundos su respuesta, Judith dijo que desde que pasó el atentado en la Amia empezó a tener mucho más miedo. "Por eso trato de que mi hijo no vea demasiadas imágenes sobre el ataque, en este caso, a Estados Unidos", dijo.
Los chicos lo viven más a su manera, sin meterse a pensar de lleno sobre las consecuencias del atentado. Por eso no tienen "tanto" miedo. Alejandra está en la secundaria del colegio judío y dice que no le teme más a nada. "Estamos expuestos, pero como todo el mundo", expresó.
Y esto lo corrobora el presidente de la Asociación Israelita de Beneficencia, Jorge Rosentgberg: "Con el ataque a Estados Unidos quedó demostrado que a cualquiera le puede tocar, más allá de la religión".
Lo que sucede es que la comunidad judía vive este reciente atentado con más "naturalidad". La directora de la sección hebreo de la EGB, Raquel Farbman, señaló que "nuestra historia, que se centra en un pueblo vapuleado, hace que tomemos estas cosas con más gimnasia".
"La comunidad judía no se va a consolar porque a los otros también les pasó", expresan quienes sufrieron un atentado a su religión y a sus creencias. En el 94, con el atentado a la Amia, murieron 84 personas y hubo 300 heridos. Ese ataque los preparó: "Si lo de EEUU hubiera pasado antes que lo de la Amia, claro que tendríamos miedo, y tampoco hubiéramos estado preparados", coinciden Rosentgberg y Farbman.



La escuela Bialik mantiene una severa custodia.
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