Un proyecto científico cuyos componentes eran pesados en la balanza de la verdulería más cercana, por la falta de recursos de los investigadores, a primera vista no parecía tener chances de llegar muy lejos. Sin embargo, el Pade (Paquete Argentino de Experimentos) comenzó así -en la misma bandeja que las papas y los zapallos-, y llegará muy lejos, más lejos de lo que seguramente se habrá imaginado el verdulero: en noviembre despegará en el transbordador estadounidense Endeavour para un viaje de diez días hasta la Estación Espacial Internacional.
Allí, en órbita a 350 kilómetros de la Tierra, los siete experimentos que diseñaron y construyeron científicos de distintos lugares de la Argentina se convertirán en el primer proyecto de una organización civil de América Latina que es enviado al espacio por la Nasa, la agencia espacial estadounidense.
Durante seis meses la Asociación Argentina de Tecnología Espacial (Aate) invitó a diversas instituciones a participar de los experimentos del Pade, fueron presentados 35 de los cuales, finalmente, seis han sido seleccionado s. Pablo De León -director del Pade y presidente de Aate- explicó que en el proyecto "participaron en total más de cien personas, todos argentinos y de diferentes instituciones" de la Capital Federal, Venado Tuerto (Santa Fe), Neuquén y Haedo (provincia de Buenos Aires).
Desde hace dos semanas, los responsables de este proyecto están en el Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, Florida, Estados Unidos. Ayer entregaron los experimentos a la Nasa, luego de haber superado las pruebas de seguridad de ese organismo, para que sean instalados en la bodega del Endeavour.
La responsabilidad principal de esta iniciativa le cabe a la Aate, una organización civil no lucrativa, cuyos miembros idearon y coordinaron el proyecto Pade. Los seis ingenieros e investigadores que están ahora en Estados Unidos son: Jorge Lassig y Gustavo Monte, de la Universidad del Comahue (Neuquén); Alejandro Alvarez, de la filial Patagonia de la Aate (también de Neuquén) y Alicia Serravalle, Martín Demonte y el propio De León, de la Aate-Buenos Aires. Todos ellos trabajan "de cosas que no tienen que ver directamente con el espacio", pero son "entusiastas de toda la vida" en este tema, según comentó el director del proyecto.
Impulso a las investigaciones
El Pade comenzó a gestarse hace más de tres años a través de un programa de la Nasa que facilita la llegada al espacio de experimentos de entidades científicas y educativas. Luego, la Aate gestionó un lugar en la bodega del Endeavour para un contenedor de experimentos, el primero hecho en Latinoamérica.
"Construimos totalmente el hardware de vuelo, o sea estructura, fuente de poder, computadora, electrónica. No existe en Latinoamérica otro proyecto semejante y mucho menos emprendido por una organización no gubernamental", destacó De León. Es que, a pesar de que en el proyecto participaron entidades estatales como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), la Universidad Tecnológica Nacional y la del Comahue, la Aate no recibió ni un centavo de financiamiento del gobierno.
Aunque finalmente consiguieron los fondos para concretar el Pade, también sufrieron momentos de escasez, como cuando llevaban las partes de los experimentos a una verdulería para poder pesarlos, porque no tenían dinero ni para una balanza.