Año CXXXIV
 Nº 49.241
Rosario,
domingo  16 de
septiembre de 2001
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Para reactivar, por qué no probar con un poco más de keynesianismo
La discusión sobre la conveniencia de la intervención estatal no quedó definitivamente cerrada

Sergio R. Di Pietro (*)

En la Argentina se aplican políticas económicas que agudizan la recesión y profundizan el nivel de desempleo y son contrarias a una reactivación.
Cayó en el olvidó la añeja receta keynesiana de impulsar el gasto en los descensos del ciclo económico y reducirlo durante el auge, aunque en la sociedad moderna ya no rige más la antinomia economía de mercado v. planificación central.
En el mundo real lo frecuente no es hallar modelos puros sino situaciones intermedias. Con frecuencia se encuentran economías mixtas, en las cuales el sector público colabora con la iniciativa privada en la respuesta a las preguntas sobre qué producir, cómo producir y para quién es el fruto del trabajo social.
El proceso de reforma económica de casi la totalidad de los países del ex bloque socialista puso de manifiesto que el mercado es un vehículo relativamente apto para lograr la eficiencia económica, desplazando a la planificación centralizada.
En el mundo actual del siglo XXI existe una revalorización de la eficiencia económica basada en el mecanismo del mercado y una consecuencia colateral de este proceso es que la economía se ha tornado más conservadora.

Los nuevos planteamientos
La revalorización del libre mercado está acompañada de un rechazo en los resultados de la intervención estatal en la actividad económica, especialmente en la utilización de mayor demanda agregada.
Los responsables de la conducción de la política económica le han dado una especial atención a los elementos de la oferta y a los aspectos que influyen sobre la competitividad de las empresas. De esta forma, priorizaron la reducción de las rigideces que dificultan el libre funcionamiento de los mercados y la eliminación de las regulaciones que limitan el desarrollo de las empresas.
En este sentido, se promovieron iniciativas para aumentar la productividad del aparato productivo mediante la reducción de los impuestos y costos, mejoras en educación y formación de recursos humanos.
La pérdida de confianza en el Estado como gestor de los recursos económicos condujo a la privatización de empresas públicas. Estas iniciativas, a la vez que han tratado de propiciar la eficiencia económica, se utilizaron para generar recursos que permitan reducir el déficit público. En algunos países, con las privatizaciones se creó un cierto "capitalismo social", porque una parte de los paquetes accionarios se canalizaron hacia los trabajadores de las propias empresas públicas y, en general, hacia la clase media. Las privatizaciones del Reino Unido fueron especialmente significativas. Las las de Argentina fueron relativamente existosas (aceptable los teléfonos; se dilapidaron el petróleo e YPF; el transporte ferroviario a distancia de pasajeros cesó y el caso Aerolíneas Argentinas es vergonzoso).
Durante las dos últimas décadas del siglo XX se generalizaron actitudes contrarias a la intervención estatal en la vida económica. Hoy son pocos los expertos que defienden una intervención vía estímulo de la demanda agregada como solución para lograr un crecimiento sostenido del producto y del empleo. El miedo de un incremento de la demanda, es que a mediano plazo se concrete una acentuación de las presiones inflacionarias, mientras que el nivel de empleo permanezca inalterado.

¿Fin del intervencionismo?
No obstante las reflexiones sobre las excelencias del mercado, no debe soslayarse que en el funcionamiento de los mercados también pueden presentarse serias limitaciones, como recesión y falta de empleo. Ello justifica que a pesar de la ola de neoliberalismo el intervencionismo persista y la que conducta de los bancos centrales mantenga su potencialidad. De hecho, la discusión sobre la conveniencia de la intervención estatal no está definitivamente cerrada, cómo puede verse en la experiencia de desarrollo de los países asiáticos y la inversión pública en infraestructura

El desarrollo de los países asiáticos
Intervencionistas y defensores a ultranza del libre mercado coinciden en destacar el desarrollo de "dragones" asiáticos.
Los intervencionistas señalan que las políticas industriales, las medidas comerciales proteccionistas y el decidido rol del gobierno en la creación de infraestructuras física y social fueron claves para el crecimiento de esos países.
Estos expertos expresan que se observa un nuevo tipo de intervencionismo, no orientado a suplantar el mercado sino a guiarlo. Un intervencionismo que usa selectivamente incentivos para viabilizar la inversión hacia ciertos sectores de la producción, aumentar la capacidad técnica, aunar lazos con empresas externas y orientar el desenvolvimiento de determinadas industrias.
Quienes se oponen a la intervención estatal arguyen que la razón del buen éxito de los dragones asiáticos se basa en que el papel dado al mercado ha sido significativamente superior que el otorgado en otros países en vías de desarrollo. Destacan que los factores determinantes del suceso han sido mantener un sector público reducido, la existencia de unos mercados de mano de obra muy libres y altamente flexibles, el sostenimiento de tipos de cambio competitivos y regímenes de comercio internacional relativamente abiertos.
Aparte de los beneficios o perjuicios del intervencionismo, en el caso de los dragones existen otros elementos decisivos para el desarrollo que son de otra índole. Primero, el sostenimiento de regímenes políticos que detentan un gran poder y tienen escasa apertura democrática, de manera que la sindicalización es absolutamente nula, las condiciones laborales paupérrimas y los salarios muy bajos. Segundo, la agresividad comercial se basa en la utilización del proteccionismo de sus mercados importadores mediante técnicas restrictivas.

Inversión pública en infraestructura
El rol de la intervención estatal no solo se discute a nivel de los países en vías de desarrollo sino también en el mundo desarrollado. Un caso particular del debate sobre el intervencionismo se planteó en la economía estadounidense. Un estudio del economista D.A. Aschauer, que investigó durante las últimas cinco décadas del siglo XX la relación entre la inversión en capital público de infraestructura y la productividad de las empresas privadas, detectó que existe una elevada correlación entre dichas variables.
Una prueba de esta relación se produjo durante la administración del presidente Bill Clinton. La hipótesis del gobierno fue recuperar la productividad de la economía norteamericana mediante la inversión pública en infraestructura. El crecimiento fue espectacular, la inflación fue la más baja, y el desempleo el más bajo de la historia de los Estados Unidos.

Conclusiones
Existe un amplio consenso a nivel internacional y en nuestro país en otorgar al mercado la prioridad para asignar eficientemente los recursos productivos. En nuestra Nación el fruto de priorizar el mercado no dio aún los beneficios que se esperaban sino todo lo contrario. No existió ni existe luego de una década, un crecimiento sostenido con una mejor distribución del producto.
La decisión de la mejor alternativa, mercado o inversión pública, queda a cargo del actual gobierno argentino, y existen fuertes dudas sobre la mejor decisión. Sin embargo, el impulso de una u otra puede ser forzado en las elecciones del próximo mes de octubre 2001. Queda en manos populares la decisión. ¡Sepa el pueblo votar!
(*) Doctor en ciencias económicas.


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