Año CXXXIV
 Nº 49.241
Rosario,
domingo  16 de
septiembre de 2001
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La celebración comienza el próximo sábado. Se espera la asistencia de 7 millones de personas
Munich se prepara para celebrar la Fiesta de la Cerveza
La Oktoberfest es considerada una de las fiestas populares más importantes del mundo

Patricio Pron

Aquél que esté familiarizado con la tradicional celebración de la Fiesta de la Cerveza que todos los años se realiza en Blumenao y en otros sitios de Brasil, encontrará que la feria, que desde 1810 se celebra anualmente en Munich, tiene muy poco que ver con sus copias sudamericanas. Es improbable que, incluso aunque recorra de un extremo al otro el enorme Theresienwiese o Prado de Teresa, encuentre lo que en Brasil suele sobrar: cuerpos morenos cimbreándose al ritmo del samba da rua bajo un sol tropical. En cambio se encontrará con la celebración de la última semana del verano boreal, en la que aún se puede beber cerveza al aire libre y honrar a una de las tradiciones más populares de Centro Europa.
Mal que le pese a muchos alemanes, la Oktoberfest -literalmente Fiesta de Octubre- es asociada de inmediato en todo el mundo con Alemania, incluso aunque se trata en rigor de una celebración exclusiva de Bavaria, esa pequeña y pujante región del sur alemán. Bávaros son los "Lederhosen", los pantalones cortos de cuero con tiradores que suelen usar los concurrentes, así como los platos, la música y los desfiles.
Entre ellos, el visitante a la Oktoberfest puede disfrutar el primer día de una cabalgata presidida por miembros de las grandes familias cerveceras que suelen engalanar con flores y guirnaldas los carros en los que traen a la fiesta sus barriles. A esta la sucede una bella procesión de Fusileros, en la que hasta siete mil participantes llegados de todos los rincones de Baviera recorren la ciudad ataviados con su uniforme tradicional.
El acto más atractivo, sin embargo, es el Concierto de Música Bávara. Nota al lector: mucha gente encuentra irritante esta música, incluso aunque no la conozca en profundidad. Un truco para conocer su compatibilidad consiste en comprar en oferta un disco de música alemana -fuera de Alemania, lamentablemente, la bávara es considerada la única música alemana posible- y escuchar a todo volumen el popular "Barrilito de cerveza" unas once veces. Estómagos más fuertes pueden enfrentarse a los gritos de Julie Andrews en la inolvidable "La novicia rebelde" -"The sound of music", 1951- para tener una idea de lo que la música bávara podría ser.

La fiesta
Es conveniente llevar adelante estas pruebas antes de viajar, puesto que música bávara es lo que sobra en las carpas instaladas junto al río Isar. Entre las dieciséis tiendas instaladas se destacan las de las principales compañías cerveceras: Hippodrom, Hofbrau Festhalle, Spatenbrau, Fischer-Vroni y Bodo. Mi preferida es la de Festhalle, pero aquellos que no encuentren lugar en ella podrán ubicarse en cualquiera de las restantes. Aunque la mayor parte de las carpas suele cerrar a las diez de la noche, dos de ellas, la Kafers Wiesnschanke y la Wein und Sektzelt, permanecen abiertas hasta la una de la mañana.
En ellas la regla es beber tanta cerveza y comer tantas salchichas como se desee. Ambas son las reinas de la fiesta, incluso aunque en la mayor parte de las carpas pueda disfrutarse de otros platos como Fleischkässe, una especie de picadillo de carne asado, y pollos enteros llamados Händel.
Existen numerosas variedades de cerveza, salchichas y mostaza. El paladar no habituado encontrará interesantes las Weiwürste, salchichas blancas a las que acompaña una mostaza dulce o "süer senf". La cerveza se vende en enormes jarras de cristal de un litro o más llamadas Mass-Krug, que también pueden comprarse como "souvenir", de allí que no sea difícil ver a las fuertes mozas ataviadas con sus vestidos tradicionales recorrer las mesas con cinco jarras en cada mano. Al beber -acostumbran hacerlo cuando termina su turno- suelen mostrar la misma fortaleza.
Entre las mesas circulan los vendedores de Pretzel, el tradicional pan en forma de herraduras enlazadas que acompaña a todas las comidas, y de souvenirs, así como aquellos que sacan fotografías a los concurrentes.
En todas las carpas un escenario elevado acoge a la banda, que interpreta canciones tradicionales y dedica las canciones a los presentes. Es habitual que, entre plato y plato, los concurrentes hagan palmas o golpeen rítmicamente las mesas con sus jarras. Esta demostración de alegría -impensada en Alemania para otras fechas- es aceptada con la indulgencia con la que se suele tolerar a un borracho relativamente cargoso. A la noche los concurrentes suelen encaramarse a los bancos para bailar, puesto que hacerlo sobre las mesas está prohibido.
Más allá de las carpas, un enorme parque de diversiones ofrece algunos de los mejores juegos mecánicos de Europa, incluso aquellos que, por su altura, permiten una vista soberbia de todo Munich. Entre los juegos pueden adquirirse waffles y otras delikatessen dulces como los pralinés de almendra tradicionales y bombones.
Naturalmente, para la época del Oktoberfest no queda una cama libre en los hoteles, hosterías y pensiones de Munich, por lo que es conveniente reservar plaza con anticipación. La oficina de turismo local realiza reservas a cambio de una pequeña comisión, y los estudiantes encontrarán varias opciones en hoteles económicos y hostels. Más información puede obtenerse en www.muenchen.de.
La Oktoberfest puede ser una enorme oportunidad para conocer una de las ciudades más acogedoras de Alemania. Munich posee un espíritu particular que la destaca del resto de las ciudades del país, por la calidez de sus habitantes, por la belleza de sus calles y la serenidad de sus restaurantes. Aquellos que la visiten para la Oktoberfest podrán compartir con los alemanes la última oportunidad anual para beber al aire libre, poco antes que comience el duro invierno. Para quien vive en Alemania pocas ocasiones resultan más propicias.



La regla de la fiesta es tomar cerveza y comer salchichas.
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