Año CXXXIV
 Nº 49.241
Rosario,
domingo  16 de
septiembre de 2001
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El elegido de la semana
Por las bateas: "Niños atómicos"
Con su álbum debut, Zona 84 se define como una banda punk sin prejuicios

Carolina Taffoni

"Niños atómicos", el disco debut de los rosarinos de Zona 84, viene con una gacetilla informativa que reza: "Ingredientes: punk rock 77 a la The Clash, Stiff Little Fingers, Angelic Upstarts... Mezclar media taza de aburrimiento y frustraciones, 100 gramos de desobediencia electoral, militar y religiosa, agregar seis cucharadas de punk rock...". Tal vez parezcan un poco pretenciosos cuando enumeran sus influencias, pero seguro conocen el ABC del rock más simple. Su receta se podría reemplazar por 40 minutos de pura adrenalina, mucha crudeza, algo de potencia y una pizca de destreza.
Los Zona 84 tienen una gran carta a su favor: el punk es quizás el único género entrado en años que todavía suena vital y con una vigencia inusitada. Si no habría que preguntarse por qué The Offspring sigue en los rankings, por qué Green Day sobrevivió a su éxito inicial, por qué pueden volver Los Violadores, por qué Attaque 77 suena vivito y coleando en su último disco en vivo, o por qué los Clash resucitan misteriosamente con cada nuevo compilado.
Además las bandas ya no enumeran influencias como los Ramones o los Sex Pistols. La segunda, o tercera generación punk, habla de referentes más diversificados (Buzzcocks, Stiff Little Fingers), aunque la diferencia entre estos nombres sea mínima.
De todas maneras, en la fórmula de Zona 84 no parece haber nada de oportunista ni calculado en relación con el género, más bien es punk de raíz sin prejuicios que se combina con pequeñas dosis de ska, reggae y rockabilly. Con los cuatro primeros temas del disco el grupo demuestra que sabe cómo transmitir su limitada consigna punk. En "Vas a caer", "Nuevo día" o "Niños atómicos", un himno amargo y pesimista, se nota la escuela primaria de los Ramones y la secundaria de los Clash.
En "Quiero ayudarte" cualquier influencia se filtra hasta Attaque 77, con su aires de "punk constructor" y consignas del tipo "alza tu voz" y "busca una solución". Este tema es una excepción, ya que si se trata de hablar de los tópicos punk, acá están todos. Los planes y los sueños juveniles destruidos asoman en "Camino a nosedonde", el odio y la venganza aparecen en "Vas a caer" y "Angel (nadie es inocente)", la huida a cualquier precio es el tema de "La última canción", el "mañana puede ser peor" figura en "Nuevo día" y "la promesa que fue" en "No me hundas". Después está el aburrimiento, la quintaesencia de la queja punk, que aparece en la explícita "Aburrido", por no contar la broma irónica y ácida de "El funeral".
Para mixturar tanta avalancha punk están los rockabillys "Elvis campeón" y "Johnny Rocketta", dos evocaciones de la primera época del rock and roll. También hay un ska ("Eskalofríos"), brevísimo e instrumental, y un reggae ("La tormenta"), un descanso para los oídos un poco saturados de tanta furia y pesimismo.
Como todo buen disco punk, "Niños atómicos" es ideal para descargar broncas y escupir frustraciones (eso sí, optimistas y alérgicos al género abstenerse). El compacto es un comienzo con promesa para una banda que sabe definir su estilo, aunque para absorber muchas de sus influencias todavía le falta mucho camino. Tal vez el mismo que recorrieron sus ilustres y a veces desconocidos referentes, con muchos golpes y fracasos incluidos.



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