Año CXXXIV
 Nº 49.237
Rosario,
miércoles  12 de
septiembre de 2001
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Prisioneros de la comida
Aumentan las consultas médicas por problemas alimenticios en los niños

Belén Travesaro

La sociedad actual exige una desmesurada preocupación por el cuerpo, independientemente de la edad, que a veces se transforma en una obsesión que conduce a las patologías alimentarias. Lo llamativo es que esto trajo como consecuencia "el aumento en las consultas por niños entre 3 y 9 años que sufren trastornos alimenticios", dijo la doctora Mabel Bello, directora de la Asociación de Lucha contra Bulimia y Anorexia (Aluba).
Entre las manifestaciones frecuentes en niños de tan corta edad figuran la anorexia y bulimia, y el sindrome de especialización, donde sólo ingieren algunos pocos alimentos como, por ejemplo, papas fritas, chocolate y gaseosas.
Desde la familia, la escuela y los medios de comunicación se trasmiten mensajes relacionados con el cuerpo, generalmente aquellos que postulan que para ser aceptado por el entorno se debe ser flaco y tener buena apariencia. "Cuando hacemos prevención en los colegios y les preguntamos cuál es su principal preocupación, responden que es el cuerpo. En su mayoría creen que para cuidar de la salud se requiere una dieta para adelgazar. Esta preocupación la observamos en niños del jardín de infantes. A veces las mismas maestras refuerzan mensajes equívocos sobre el físico porque ellas mismas están a dieta estricta".
Según Bello la relación que establece el niño con la comida está íntimamente relacionada con su vida social, especialmente la familia, que refuerza pautas culturales sobre el cuerpo delgado y la idea de gordura. "Desde Aluba trabajamos con el entorno, analizando al afectado como un todo integrado".

Falta de contención
Las exigencias estéticas actuales son tantas al punto tal que el ser humano busca la aceptación a través de la apariencia. Para la doctora Bello "esta cultura nos compete a todos y es absolutamente irresponsable porque produce enfermedades".
Según la profesional, las causas del aumento de consultas de padres de niños con anorexia y bulimia, pueden hallarse en:
u La ausencia de estructuras familiares sólidas que llevan a que el niño se sienta inseguro.
u El constante bombardeo publicitario de productos para adelgazar.
u La falta de contención familiar y el ejemplo de conductas enfermas en el hogar, como una madre obsesionada con su cuerpo o algún familiar fóbico.
u La falta de límites. Esto se traduce en el sindrome de especialización en la comida, que es cuando el niño come sólo dos o tres marcas o tipos de comida. Esta característica puede estar relacionada con una dificultad para la integración social.

"Cuando preguntamos a las nenas de segundo o tercer grado qué quieren ser cuando sean grandes, responden que desean ser flacas, como si fuera un trabajo o profesión. Esto hace que se enfermen", agregó Bello.
Al respecto la especialista sostiene como prioritario que los adultos tomen conciencia de que son responsables de esta estructura y que ellos mismos "deben otorgar a las generaciones venideras el derecho a crecer en libertad, sin condicionamientos sobre el físico en una etapa donde aún no aprendieron a ser personas autónomas".

Miedo a crecer
Entre las recomendaciones, la doctora Bello aconsejó que los padres estén atentos a conductas extrañas relacionadas con la alimentación de sus hijos, tales como el rechazo a la comida o las conductas bulímicas (traga y vomita). "Si consultan a un médico a tiempo evitan dejar huellas psicológicas en la infancia y posibilitan el crecimiento normal".
En el caso de niños que requieran un tratamiento, el especialista debe controlar no sólo la pérdida de peso en el niño, sino también lo que debería haber aumentado. La terapia consiste en aprender pautas sanas e interactuar con el paciente. "También trabajamos con los padres, ya que son el vehículo principal para sostener al niño e integrarlo a una nueva cultura a través de la introducción de alimentos más sanos".
La doctora Bello piensa que para evitar el aumento de este tipo de trastornos durante la infancia "es necesario prevenir a través de la información en las escuelas y las charlas para padres".
En caso de que estos trastornos no se solucionen durante la niñez, puede llevar a la aparición de algún tipo de fobia. "Estas patologías son fobias sociales, que empiezan con un miedo a que los demás no lo acepten. Por esta razón, el niño deja de comer, lo que implica una baja en la autoestima, falta de autonomía, miedo a crecer y asumir responsabilidades", dijo.
Cuando la patología persiste en las niñas, se retrasa la menarca (primera menstruación), ya que el bajo peso impide el desarrollo normal del cuerpo. "El organismo ahorra energías y no produce las hormonas que la transforman en una mujer, por lo tanto no desea, no siente, no experimenta las sensaciones propias de la femeneidad".



Bello: "Aluba trabaja con el entorno del paciente".
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