Año CXXXIV
 Nº 49.234
Rosario,
domingo  09 de
septiembre de 2001
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Europa debate un impuesto a los capitales

Nick Antonovics

Los líderes de Alemania y Francia realizan un calculado juego político al coquetear con la idea de un impuesto a las operaciones cambiarias pese a la obvia incomodidad de sus ministros de Finanzas.
Pese al esfuerzo del ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, de detener los llamados para aplicar el llamado "impuesto Tobin" a los flujos de capitales, el canciller de Alemania, Gerhard Schroeder, se rehusó utilizar la oportunidad de hablar el miércoles con su par francés, Lionel Jospin, para poner fin a la idea de una vez por todas.
Pero varios analistas del mercado cambiario dijeron que no han visto nada peligroso en la decisión de Schroeder y Jospin de crear un grupo para analizar todos los aspectos de la "globalización", incluyendo el impuesto que lleva el nombre del economista estadounidense James Tobin, quien lo propuso primero.
Varios analistas políticos también pusieron en duda que los dos líderes, a pesar del esfuerzo de organizaciones no gubernamentales, se verían forzados a favorecer el impuesto.
A la organización Attac se le atribuye el haber llevado nuevamente el tema del impuesto a la agenda internacional desde que fue fundada en Francia en 1998.
"Yo no creo eso. Está claro que no hay consenso en torno a esto (por el impuesto) a nivel internacional", dijo Hans-Joachim Schild, del Instituto Germano-Francés en Ludwigsburg, y agregó que Jospin y Schroeder sabían eso.
Más que una respuesta a la resistencia alemana a la globalización, la posición de Schroeder fue "pura diplomacia" con miras a "no romper la porcelana" entre Berlín y París, dijo Schild.
"Schroeder no tiene los mismos problemas políticos que Jospin", dijo el analista, indicando además que se espera que Jospin enfrente el desafío de la izquierda en las elecciones presidenciales de Francia el año próximo.
Los integrantes del Partido Verde que integran la coalición de gobierno en Alemania respaldan la idea de un tipo de "impuesto Tobin" y ya lo incluyeron en su plataforma electoral.
Pero hasta ahora no hay mucho consenso dentro de los mismos social-demócratas de Schroeder, aunque varios izquierdistas, como Detlev von Larcher, han hablado a favor del impuesto. Schroeder también enfrenta una elección general dentro de un año.
La idea de esta tasa ha ganado una simpatía que no está limitada solamente a organizaciones no gubernamentales, que la ven como un potencial recurso de financiamiento para países en vía de desarrollo desde que resurgió en debates tras la crisis financiera asiática de 1997.
Jospin pudo haber dado un nuevo impulso a la idea hace dos semanas, cuando declaró a la televisión francesa que quería un debate internacional sobre el tema, pero no fue el primero en proponerlo.
El año pasado, el Parlamento de Bélgica pidió al gobierno belga que sopesara la viabilidad de tomar la iniciativa del impuesto durante su presidencia de la Unión Europea, que comenzó en julio.
El ministro de Finanzas de Bélgica, Didier Reynders, tomó en serio la petición al incluir el tema en la agenda de una reunión de ministros de finanzas de la UE que será celebrada en Leige, del 21 al 22 de septiembre.
El primer ministro sueco, Goran Perrson; el director administrativo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Horst Köhler, y la ministra británica de Desarrollo, Clare Short, figuran entre los que han descripto al impuesto como algo intelectualmente atractivo.
Sin embargo, Persson y Köhler también agregaron que adoptar el impuesto no sería práctico. Los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete se hicieron eco de eso en un reporte sobre bancos de desarrollo durante la cumbre de los líderes del G7 en julio. El reporte citó "varias dificultades" que evitarían que el impuesto Tobin "resulte práctico".
La lista incluyó el riesgo de que el impuesto podría agregar a la volatilidad al restringir la liquidez en el mercado y la dificultad de distinguir entre "especulativo" a corto plazo y otros flujos.
Asimismo, mencionó el riesgo de que, aunque aplicado globalmente, el impuesto podría agregar inestabilidad llevando la liquidez a mercados menos regulados.
Otros funcionarios de Europa están abiertamente opuesto a la idea, lo que refuerza la amplia creencia -divulgada esta semana hasta por el propio Tobin- de que el impuesto nunca verá la luz.
El primer ministro de Finlandia, Paavo Lipponen, dijo en la reunión de junio que el impuesto era "una peligrosa persecución de ganso".
(Reuters)


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