Año CXXXIV
 Nº 49.234
Rosario,
domingo  09 de
septiembre de 2001
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La ciudad luz
Un romántico paseo por los museos, palacios, teatros, bares, y tiendas de París
La mayor parte de los monumentos de la capital francesa se pueden recorrer a pie

María Lourdes Bertozzi

A través de los siglos, París ha jugado un papel importante en muchas vidas. Para Víctor Hugo, era un océano sin fondo; para Henry Miller, era "todo", y Ernest Hemingway soñaba con una vida después de la muerte "que siempre tenía lugar en el Hotel Ritz de París". En esta urbe todo es posible; es la ciudad romántica, la del amante del arte y del servidor del vino. Allí los recuerdos inolvidables se acumulan fácilmente.
Una capital relativamente pequeña, la mayor parte de sus magníficos monumentos y museos están separados por distancias fácilmente recorridas a pie.
Comience el recorrido desde la cumbre de la ciudad. Suba por las calles tortuosas, pase por las pintorescas tiendas y por las tentadoras panaderías y pastelerías, más allá de la multitud de visitantes, y por los almacenes de souvenirs, hasta la cima del Montmartre. Deténgase enfrente de la Iglesia de Sacro Coeur, y el esplendor de la ciudad se extenderá a sus pies. Allí los techos de pizarra inclinados reflejan los rayos del sol incandescente, dando a todo París un brillo reluciente.
Montmartre es uno de los veinte distritos de la ciudad. Cada uno de ellos ofrece un encanto único. El primero aloja el Louvre. Este majestuoso palacio, el más grande del mundo, ha sido transformado en un museo que es en sí mismo una obra de arte. Construido por el rey Felipe Augusto en 1200 como una pequeña fortaleza, el Louvre ha evolucionado a través de los siglos; su fachada es una verdadera síntesis de la historia de Francia.
Desde Carlos V, Francisco I, Catalina de Médici y Enrique IV, hasta Luis XIV. Napoleón y aun Francois Mitterand, los sucesivos gobiernos le han agregado, diseñado, arrasado y reconstruido las galerías del edificio.
La exhibición permanente, que se ha enriquecido en el transcurso de los años y que hoy cuenta con unas 300.000 obras de arte, comenzó en el siglo XVI con la colección real de arte bajo Francisco I. Con sus muchas galerías, el Louvre es un museo que se disfruta mejor despacio, como los mejores vinos franceses.
La colección está dividida en siete secciones y contiene espectaculares obras de arte de todo el mundo: desde antigüedades de Egipto, Grecia, Roma, y de los tiempos de los etruscos, hasta esculturas, pinturas y dibujos de los maestros modernos. Pero el Louvre, por supuesto, no es la única sede de las obras de arte de la ciudad. París cuenta con más de cien museos y haría falta toda una vida para visitarlos a todos.
Otro sitio de interés cultural digno de una visita es el museo d'Orsay, situado en el edificio que sirvió como estación de ferrocarriles a principios del siglo XX y que ahora alberga algunas de las más famosas obras de arte de los maestros de ese período: Renoir, Degas, Van Gogh, Tolouse Lautrec.
Una galería con frecuencia olvidada, pero ciertamente una joya es el museo de L'Orangiere des Tuileries, es un magnífico taller casi exclusivamente dedicado al pintor impresionista Claude Monet. La colección incluye su serie de "Los lirios en el agua", con todo el esplendor de su conjunto de color, luz y pinceladas delicadas.
Rodin, maestro escultor francés, tiene un lugar exclusivamente dedicado a su obra: una casa del siglo XVIII rodeada de jardines en el Fauburg St-Germain. Esta casa, que fuera una vez taller de Rodin, fue comprada por el gobierno después de su muerte en 1917 y transformada en un museo que alberga la mayor parte de sus esculturas, incluso el romántico "Beso".
El arrondissement que alberga este museo, el sexto, es uno de los más encantadores de París. Esta área de la ribera izquierda de St-Germain fue una vez el corazón de la industria editorial de París y el hogar de ilustres y geniales artistas, tales como Racine, Hemingway y Wagner.

Cafés famosos
Hoy probablemente atraen más visitantes sus cafés y sus casas de modas. Algunos de los cafés más conocidos en esta parte de la ciudad brindan un toque histórico junto con su comida, toda de buena calidad. El café de Flore, la Brassérie, Lipp, y el café Deus Magots sirvieron de segundo hogar a los bohemios de la posguerra, tales como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus.
Al lado opuesto de St-Germain se encuentra Montparnasse, un barrio bullicioso, donde una vez vivieron Picasso, Giacometti y otros artistas. Poblado de cines y famosos bares, el boulevard también ofrece todo un conjunto de cafés -Le Select, La Coupole y La Rotonde- que fueron populares entre los estadounidenses expatriados, tales como Hemingway y Fitzgerald. París no es un lugar para ver, sino para ser visto.
Todas las mesas y los cafés dan a la calle: puede sentarse a observar al mundo pasando enfrente mientras degusta un chardonnay y saborea su tostada con chévre chaude (queso de cabra derretido). El café parisino se ubica entre el restaurante tradicional y el bar. Es también un sitio donde puede ir a relajarse, a leer el periódico o a escribir una novela.
París se jacta de tener más restaurantes que cualquier otra ciudad en el mundo. Para la alta cocina, pruebe el legendario Alain Ducasse, Pierre Gagnieri o Maxim's. Entre la multitud de brasseries y bistros, la brasserie de L'Isle St-Louis, favorita de Brigitte Bardot y de Grace Jones, y la brasserie Flo, una de las más antiguas en París, son dignas de visitarse y ambas se encuentran en la ribera derecha.

Picnic en el parque
Por supuesto, uno puede disfrutar del pasatiempo nacional, un picnic en el parque. Es la ocasión perfecta para visitar uno de los magníficos jardines que se encuentran esparcidos por toda la ciudad. Empaque algún queso, una baguette y algún vino y escoja uno de los muchos espléndidos parques que, a pesar de estar en plena ciudad, parecen lejos de ella.
Dos de los grandes parques dignos de verse son los jardines des Tuileries y el de Luxembourg, ambos en el corazón de la urbe. El terreno ocupado por el primero fue comprado por la reina Catalina de Médici en 1562, con el objeto de añadirle un jardín de estilo italiano a su nuevo chateau situado al lado del Louvre. Hoy es una especie de museo al aire libre, con flores, estanques y estatuas.
En tanto, el jardín de Luxembourg fue obra de la segunda reina Médici, María, quien en 1612 encargó la construcción de un palacio con jardines para su propio placer. El parque está abierto desde el alba hasta el anochecer.
Es también una ciudad de espectaculares iglesias que marcan el paso de la historia. Al subir a las torres de la catedral de Notre Dame, la iglesia dominante y más histórica, puede vislumbrar sus renombradas gárgolas. Desde su cumbre, la obra maestra medieval también brinda una vista impresionante de París. Decorada con magníficos vitrales, Sante Capelle se yergue como una joya arquitectónica.
Para dar un paseo por la tarde, salga de compras en la ciudad que acuñó la palabra chic . Un estilo elegante imbuye todo lo parisiense: la gente con sus perros, edificios y bulevares. Las tiendas mismas, sus muestras y vidrieras intentan captar un tono elegante y la atención del transeúnte. La ribera derecha ofrece las últimas creaciones de haute couture de los diseñadores más renombrados. La calle Faubourg St-Honore es la sede de las grandes casas de modas.
Sin embargo, cerca de allí, el Champs Elysées ofrece menos elegancia de la que una vez acostumbraba. Este imponente paseo que va al Arc de Triomphe está ahora delineado con mercancía tan lejana del mundo de la alta moda como la ofrecida en las tiendas Gap y Walt Disney.
Uno de los mejores momentos para ver la ciudad es desde la Tour d'Eiffel durante el crepúsculo, cuando la Ciudad Luz merece el nombre. Despreciada por los parisienses como una afrenta a la arquitectura de la ciudad, hoy es considerada el monumento más reconocido en el mundo y la ciudad que se extiende a sus pies probablemente la más romántica de todas.
Hay mucho que ver en París: la ópera y el teatro, los incontables bares, cafés y clubes nocturnos. Para una muestra de los mejores años, vale la pena visitar el Moulin Rouge o las Follies-Bergéres y disfrutar los tradicionales cabarets de una época pasada. Allí podrá ver el can-can, las canciones y las actuaciones de malabaristas, músicos y tríos de cantantes.
París no es simplemente champaña y caviar. Moliére y Monet, o la Sorbonne y el río Seine. Es una ciudad plena de arte, historia, cultura y cocina, coronada con una inigualable joie de vivre.



La Torre Eiffel, reconocida en todo el mundo.
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