Año CXXXIV
 Nº 49.227
Rosario,
domingo  02 de
septiembre de 2001
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La sombra de Kosovo está presente en el desarme de la guerrilla macedonia
La operación de la Otán contra el UCK molesta a la etnia eslava y hace temer un nuevo conflicto en los Balcanes

Alberto Galeano

Skopje. - El desarme de la guerrilla albanesa en Macedonia, a cargo de la Otán, provoca cierto alivio en Europa, aunque aún subsisten temores de que pueda generarse una nueva guerra en los Balcanes, heredada del conflicto de Kosovo. La incursión occidental, que comenzó el lunes pasado, no es vista con buenos ojos por los eslavos macedonios, quienes temen que la Alianza Atlántica favorezca de algún modo a la minoría albanesa a establecerse en las montañas del norte del país. Para este grupo étnico, la Otán benefició a los albaneses de Kosovo cuando bombardeó en 1999 la Federación Yugoslava que presidía Slobodan Milosevic, actualmente juzgado por el tribunal de La Haya en Holanda por su responsabilidad en crímenes de lesa humanidad.
Pero el desarme de los rebeldes, cuya cantidad de armas provoca polémica entre el gobierno de Skopje y la Otán, no es el único problema que existe para apaciguar la lucha étnica de ese país que en 1991 se independizó de la antigua Yugoslavia.
Desde que en la guerra civil en Bosnia (1995), donde los pistoleros locales eran capaz de paralizar a las tropas británicas y francesas que comandaban la ONU, la Otán ha sido el principal vehículo occidental en la ex Yugoslavia. En Bosnia, la Alianza Atlántica desplegó 60.000 efectivos, de los cuales quedan 20.000, mientras que en la provincia serbia de Kosovo aún mantiene a 40.000 soldados.
Rusia, que en un principio dudó de la operación Cosecha Esencial para desarmar a los rebeldes del Ejercito de Liberación Nacional (UCK) de Macedonia, manifestó su apoyo, aunque no envió tropas. Durante un encuentro que mantuvo en Moscú con el presidente Vladimir Putin, el gobernante macedonio Boris Traykovsk reconoció que los problemas de su país tienen su origen en Kosovo, debido a que los rebeldes son aprovisionados por los albaneses de esa provincia serbia.
A diferencia de Kosovo, los problemas en Macedonia, uno de los países más pobres que conformaban la anterior Yugoslavia, empezaron recientemente, luego de que este país recibiera a más de 300.000 albaneses durante la guerra de Kosovo, los que agravaron las tensiones étnicas en el país, según algunos analistas. La mayoría de los albaneses son de origen eslavo, y hablan un lenguaje similar al de los búlgaros. Los albano-macedonios son principalmente musulmanes y dominan el comercio en el cruce de las fronteras.

Gran Albania
Los albano-macedonios reclaman tres cosas: que la Constitución defina al país como un Estado cuyos habitantes incluyen macedonios eslavos y la etnia albanesa; tener un lenguaje oficial, y que el Estado funde universidades donde la clases sean dadas también en albanés. Sin embargo, los eslavo-macedonios temen que ésta sea la primera parte de un reclamo mucho mayor que disuelva su país en aras de la construcción de una "gran Albania".
Luego de varios enfrentamientos entre el UCK y el gobierno se firmó un alto el fuego el pasado 5 de julio, y el 13 de agosto los cuatro partidos miembros del gobierno de salvación nacional -dos eslavos y dos albaneses- firmaron un acuerdo mediante el cual los rebeldes aceptaron entregar las armas para su destrucción. El desarme es paralelo al debate y ratificación del acuerdo de paz, que debe plasmarse en unas enmiendas a la Constitución que requieren el voto de dos tercios de los diputados. Sin embargo, existen diferencias sobre la cantidad de armamento de la guerrilla, ya que el gobierno macedonio asegura que los rebeldes tienen en su poder unas 60.000 armas, pero el UCK asegura que no tiene más de 3.000.
El jefe de la guerrilla albanesa en Tetovo, el comandante Leka, dijo que "aunque no nos fíamos de los eslavo-macedonios, creemos en la palabra de la comunidad internacional. Si nuestros derechos son respetados, no tendremos necesidad de armas. Las entregaremos, pero no puedo dar cifras".
Asediados por el tiempo, unos 4.500 ó 5.000 soldados de doce países, deberán desarmar a los rebeldes en un plazo máximo de diez días, mientras que la destrucción del armamento no debe superar los 30 días en la vecina Grecia. El éxito de la misión dependerá de la cooperación de los rebeldes, alguno de los cuales, tal como se exhibieron ante la prensa, llevan tatuados en sus hombros un mapa con las fronteras de una "Gran Albania". Si un soldado de la Otán es atacado por los rebeldes, estos responderán al fuego, tal como anticipó el secretario general de la organización, George Robertson, lo que podría poner en peligro el acuerdo de paz firmado entre el gobierno y los rebeldes.



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