Año CXXXIV
 Nº 49.227
Rosario,
domingo  02 de
septiembre de 2001
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Opinión
Cuando la deuda externa comenzó a asfixiar

Isidoro Gilbert

El tema de la deuda externa se instala con prioridad en la agenda política y sindical, y no hay que sorprenderse por eso desde el momento que la necesidad de encararlo está planteada ya no solamente en círculos académicos de los EEUU sino en la Secretaría del Tesoro del país del norte, cuando entró en crisis el enfoque de auxilio económico y nuevas vueltas de tuerca al fiscalismo.
El mundo político-sindical-empresarial habla de darle un nuevo enfoque, algo dice algún ministro, pero Domingo Cavallo elude. Y se dio el miércoles el hecho insólito de que, en Washington, el Tesoro de los EEUU y la J.P. Morgan Chase analizaran la estrategia que recomendarán para reestructurar voluntariamente los compromisos externos argentinos, sin que haya estado en el cónclave ningún representante del gobierno. En rigor, no es la primera vez que el destino argentino se decide en otro lado. Es cierto que al otro día llegó Cavallo, pero no habló con el jefe del Tesoro, Paul O'Neill, con quien tuvo momentos de aspereza en el pasado reciente, en esas largas horas en que Daniel Marx negociaba un auxilio del FMI para evitar entrar en cesación de pagos. El ministro dedicó sus horas a la carta de intención para el giro de los 5.000 millones de dólares para fortalecer al Banco Central después de la, por ahora, frenada fuga de divisas. Eso sí: aunque el documento no lo dice, el ministro comentó que reducirá sueldos por 900 millones de pesos en septiembre si la recaudación no llega a la meta. Reconoció que el PBI caerá el 1,4% y para cumplir su programa impondrá a las provincias una nueva ley de coparticipación antes de fin de año, su objetivo más audaz. Aquí de este asunto habló con más delicadeza.
¿Cómo se enfocará la reestructuración?: nadie parece saberlo, sobre todo con un ministro escondedor. El abanico de posibilidades es amplio y cada postura oculta la defensa de intereses puntuales, que no tienen por qué coincidir con las necesidades de la Argentina. Es razonable que haya discreción, porque estas cosas no se negocian con un megáfono. Pero es factible conjeturar que como existen diferencias entre Cavallo y el Tesoro estadounidense y entre éste y Wall Street, pueda estar influyendo sobre el ministro el síndrome del jugador, ese que supone que la chance se dará e insiste en apostar. Lo cierto es que cuando hombres como Raúl Alfonsín, Eduardo Duhalde y, con más consistencia intelectual, Rodolfo Terragno, pugnaban por incluir en las negociaciones con los organismos financieros internacionales la cuestión de la deuda, fueron acusados de ser los responsables de alterar los nervios de los mercados. "En reuniones del equipo económico, se explicaba que el riesgo país trepaba porque Terragno insistía en su propuesta", cuenta el ahora candidato a senador porteño de la Alianza, que piensa hacer pesar ese antecedente en la módica campaña electoral, achicada desde que el Ministerio del Interior comunicó a los partidos que no girará el peso por voto que les corresponde. Es por el ajuste.

Animados por EEUU
Varios mitos se derrumban. Hasta hace poco el argumento era la imposibilidad de negociar otras condiciones de pago de intereses o del capital, porque los bonos estaban dispersos en cientos de miles de tenedores, casi siempre jubilados de los sectores más remotos del planeta. El megacanje exhibió que los portfolios de bonos están concentrados y se pudo negociar un estiramiento de los plazos de los pagos de intereses. No sirvió para nada porque se mantuvo igual lo medular del problema: que el país se endeudaba más y aun con la novedad de que se aplicaría una política de déficit cero, los mercados entendieron que igual la Argentina no podría honrar sus compromisos, con intereses usurarios y sin capacidad de crecimiento.
Lo real es que bajo el paraguas del Tesoro de los EEUU, tanto el programa electoral aprobado por el consejo superior del Partido Justicialista como el documento del comité nacional de la UCR que redactó hace dos sábados Alfonsín, instalan para el debate la cuestión de la deuda. Y el riesgo país no trepó más allá de las propias dudas que aún subsisten sobre cómo será el ajuste en las provincias y su efecto sobre el destino del déficit cero.
Es verdad que no hay posiciones maximalistas como el no pago, vieja bandera de la izquierda y de sectores del peronismo ortodoxo y en líneas eclesiales. Unánimemente subrayan que se proponen honrar la deuda y que no buscan negociar sobre las ruinas de un país en cesación de pagos. Pero todo cambia. Hasta hace poco, era impensable que un gobierno como el de Francia colocara en la agenda mundial la necesidad de un modesto impuesto sobre las transacciones financieras internacionales. Cuando la imaginó en 1978 el premio Nobel James Tobin (la gabela a las finanzas especulativas lleva su nombre), reflejaba una preocupación que hoy se ha convertido en un tormento: las consecuencias de la especulación sobre la producción y que aquí la premonición se cumplió como en pocos lados.
En teoría, la disminución de los pagos de intereses liberaría recursos para el crecimiento y habría aún más si hay una importante quita del capital. Si esos dineros se utilizan para un shock productivo, que puede incluir un mejoramiento de los ingresos directos o por disminución del IVA para incrementar la demanda, es todavía una especulación. Hay que partir de la realidad: casi el 50% de los bonos de la deuda está en manos de las AFJP criollas, que no ven con buenos ojos, por ahora, la posibilidad de la reprogramación en las condiciones explicadas. Otro dato será descifrar cuál sería la contrapartida ante el respaldo del Tesoro de los EEUU. En los 90, la reformulación llevó a que con los títulos de la deuda pudieron adquirirse a precios de pichincha el grueso de las empresas estatales argentinas.

Más ajuste
Para la actual administración norteamericana, que debe lidiar con una etapa de la crisis cíclica de su economía, es indefendible financiar a países que se sobreendeudaron y que requieren préstamos a tasas impagables. De hecho los mercados han descontado sus beneficios, aunque en Wall Street traten de conseguir otros adicionales y reclamen que continúe la política de los auxilios de emergencia del FMI. Un académico reclamó: "Quiero jugar en ese casino que cuando pierdo la banca siempre repone". Y pagan los argentinos. Hay que ser realista. En la agenda del gobierno de los EEUU la Argentina no tiene un lugar de privilegio. Lo dijo aquí en reservado un ex funcionario del Departamento de Estado quien no dio seguridades de que el default aún no pueda ocurrir. Que así no sea, depende de que el déficit cero pueda cumplirse: hasta octubre, parece factible, con los recortes conocidos y las podas salariales y de jubilaciones incrementadas. En noviembre, vencen letras por más de 1.300 millones de pesos y un ex ministro de Economía estima como un "momento crucial" para el programa de Cavallo: el otro podría ser diciembre, cuando debe pagarse el medio aguinaldo, que seguramente se trasladará al próximo mes del 2002. La clave sigue siendo el presupuesto para el año próximo, que debe estar presentado en el Parlamento el 15 de septiembre. Aunque quiera dibujárselo, tiene que imponer una poda por 6.500 millones de pesos, más las que harán las provincias. Si crece la recaudación y el PBI, los ingresos pueden ser mayores. Pero la única perspectiva para que pueda haber crecimiento es si se liberan recursos que hoy se destinan al pago de la deuda: no sólo el déficit nulo.
He aquí el meollo de la política argentina, el tema explica los movimientos de partidos, organizaciones sindicales y empresarias de las últimas semanas, las elucubraciones que pueblan los mentideros políticos sobre cómo será el país después de las elecciones de octubre porque se parte de la realidad de que el voto no será favorable al presidente, tanto porque no tiene defensores ni en las principales candidaturas de la Alianza. Es probable que en la elección para los 72 senadores nacionales pese la calidad de la administración local o la imagen del gobernador que en la mayoría de los casos supera la alicaída con que se mira a De la Rúa. Eso le da una ventaja comparativa al peronismo. El sufragio para la Cámara baja mantendría la misma tendencia negativa para el oficialismo, pero con una fragmentación de los votos, sobre todo en los grandes distritos ante la novedad de nuevos actores como el ARI y el Polo Social, especialmente.

Planes para después del 14
La multitud que se concentró en Plaza de Mayo respaldó sin saberlo un curso de acción para que las dos CGT tengan peso en las decisiones políticas que se supone se harán perentorias después de los comicios del 14 de octubre, idea ligada explícitamente a otra: negociar la reestructuración de la deuda. A pesar de haber sido charlados los discursos con el Ministerio del Interior y por eso no se nombró al presidente, el fuego sobre Cavallo como los documentos radical y peronista marcan el derrotero poscomicios. Es el contenido de "unidad nacional" que le dan la UCR, un sector mayoritario del peronismo, los industriales vinculados al mercado internos y la CGT. Dicho de otro modo; una coincidencia bajo un programa que no abarca las ideas del ministro de economía. No es lo que ahora piensa el presidente, convencido de que Cavallo podrá sortear la crisis e instalar el círculo virtuoso de la economía. Que en ello no cree el partido radical lo dice el documento de la convención nacional.
Pero el radicalismo no llevará las cosas al límite. Prueba: sus diputados en la comisión de Lavado de Dinero impidieron que se avanzara en acusar al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, acusado de haber protegido a Emir Yoma, y trataron de retirar de Internet el preinforme que dirigió Elisa Carrió. ¿Cómo ven el futuro el presidente y su entorno?: diferente a la mirada de Alfonsín, quien busca de todas maneras convencerlo de que no se obceque en gobernar sin consenso, la única manera en que podrá llegar al 2003.
En cierto modo, la movilización sindical fue también una respuesta de las dos CGT para bloquear la hegemonía en las calles de la CTA y los piqueteros, que llevaron los últimos meses el peso de las movilizaciones de protesta, sobre todo desde el momento en que comenzó a aplicarse el plan de déficit cero.
Aunque por ahora Cavallo reforzó su posición dentro del gabinete al colocar a un hombre de su máxima confianza para manejar la DGI y la Aduana, su prestigio aun en sectores financieros se ha debilitado. Su compromiso con el déficit cero puede llevar al gobierno a una nueva crisis si en búsqueda del objetivo desconoce los compromisos con los gobernadores, sobre los fondos que mínimamente debe girarles. O corta recursos sociales. Cavallo parte de un hecho cierto: hasta ahora el peronismo ha sido el garante de la gobernabilidad. Aprobó las leyes más duras, como poderes extraordinarios al ministro o reducir sueldos y pensiones. Pero lo que espera de los mandatarios provinciales supera todo lo anterior. Confía el ministro en los temores al infierno tan temido: la cesación de pagos.
Pocos advierten que el déficit cero actual va derrumbando al Estado, que ya no puede ni dar a sus habitantes sus pasaportes. Como si fuera una dictadura.



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