Año CXXXIV
 Nº 49.227
Rosario,
domingo  02 de
septiembre de 2001
Min 8º
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Brasil
La isla del Papagayo: donde las ballenas hacen escala
Los cetáces pasan por la isla en su viaje hacia el verano austral

Cuando en 1971 la familia Sehn recaló en la isla brasileña del Papagayo, cercana a Florianópolis, encontró el espléndido espectáculo de las ballenas francas, en su viaje hacia el verano austral antártico. Y cuando comieron allí las mejores ostras de su vida, decidieron comprarla.
Durante 22 años, esta familia, de la que muy poco se conoce, disfrutó de esta isla privadísima a la que sólo llegaban los invitados especiales de los anfitriones. Hasta que vaya a saber porqué, reformaron los antiguos edificios, construyeron chalets y organizaron una reveillon para despedir 1993 y dar la bienvenida al año siguiente en el que la isla se abrió al turismo como una inmensa posada.
Ese día, entre brindis con champagne y el deleite de las ostras marinas, los Sehn dijeron que la abrían a los viajeros del mundo con el orgullo de haber mantenido esa isla de mata natural, de 142.000 metros cuadrados, en armonía con el medio ambiente.
En el bellísimo litoral del estado de Santa Catarina, la isla del Papagayo -ilha do papagaio, para los nativos- es un paraíso soñado que puede visitarse durante todo el año, porque la temperatura estable es de 24 grados centígrados.
En agosto y septiembre, las ballenas francas siguen llegando al lugar para reproducirse. Se las puede mirar desde la playa, ya que son animales dóciles y sociables, o acercarse a ellas en pequeños barcos.
Para los caminantes existen siete senderos -ellos los llaman trillas-, con carteles que explican las características de la exuberante vegetación y también de la fauna.
Los paseos a las islas cercanas se realizan en embarcaciones pequeñas, de apenas seis plazas. Uno de los recorridos llega hasta las islas Moleques do Sul, que son tres, muy rocosas y sin playas. La soledad del lugar las convierten en el hábitat perfecto para las aves marinas, que viven y se reproducen. En una de las islas el ir y venir del mar sobre las rocas esculpió una figura parecida a los moales de la isla de Pascua.
Cuando se regresa de esta trilogía insular, se pasa por las islas Tres Irmas, cubiertas por matas muy densas, que son una reserva forestal perteneciente al gobierno federal.
También es interesante llegar hasta la isla de Campeche, de la que se dice es la más bonita de Santa Catarina. Sus aguas cristalinas son especiales para practicar buceo y el único bar de la playa, para tomar una caipirinha.
Los pescadores afirman que el mar que rodea a la isla del Papagayo es casi siempre calmo, y que allí es frecuente la pesca artesanal de la tainha.
En medio de esta exuberancia natural, la Posada del Papagayo tiene una piscina junto al mar, una cancha de paddle iluminada y un bar que sirve tragos exóticos con platitos de mejillones.
Y siempre la posibilidad de toparse con esos animales silvestres que se llaman cobayos, muy parecidos a los cerditos de la India, que salen a buscar alimento con las primeras y las últimas luces del día.



El litoral de la isla tiene una temperatura estable de 24º.
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