Año CXXXIV
 Nº 49.227
Rosario,
domingo  02 de
septiembre de 2001
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Argentino se trepó a la cima con un triunfo inapelable
Con gol de Akerman derrotó por 1 a 0 a Estudiantes, en el barro de Caseros

Rodolfo Montes

El fútbol en el barro, es sólo barro. La definición pertenece al célebre periodista Dante Panzeri y fue recordada por el profesor Jorge Castelli, manager general de los salaítos, a Ovacion en el instante que Miguel González pitó el final y decretó el gran triunfo de Argentino ante Estudiantes, en Caseros.
Argentino fue barro y sudor. Fue orden táctico para construir una red global de complementaciones eficientes a la hora de defender; lo que suele llamarse un equipo sólido. Y tuvo en Akerman, ingresado al campo de patinaje (lo que debió ser el verde césped) en la última media hora del partido, a un definidor que aplicó el manual del goleador y no falló. Resolvió el mano a mano ante el arquero local cruzando la pelota de zurda, al palo más lejano. Golazo.
El equipo rosarino se armó con el clásico esquema con cuatro en el fondo, con los centrales Stachiotti y Corman resistiendo sin mayores complicaciones el dominio del pincha durante los primeros 20' del juego. Sampaoli, con su buena técnica, oficiaba de salida del equipo. Así y todo, a los 10' y 15' los locales concretaron las mejores aproximaciones al arco de Del Vecchio: La primera la perdió Fernández tras una mala salida del arquero y en la seguna Zárate definió mal cuando tenía el gol.
Tras ello, los salaítos comenzaron a inquietar de contra, aprovechando alguna ventaja que otorgaba el local jugando con tres defensores. Cuando la jugada quedaba detrás de los volantes locales, Argentinos golpeaba. Lo tuvo dos veces Robisso, a los 34' y 41'. En una rozó el poste y en la otra pegó en la base y rebotó hacia el área chica.
Empujado por la localía, Estudiantes arriesgó más en el segundo tiempo. Ingresó el gigante Pobersnik y se proyectaban los laterales. Le metió presión al Albo, pero no miedo. Igual la pasó complicada a los 73' y 76' cuando Tavio de cabeza puso la pelota contra el travesaño y Julio Pereyra erró por centímetros.
El empate se empezaba a dibujar en el horizonte gris, cuando Akerman definió el partido. Después los locales tiraron todo el resto sobre el área de Del Vecchio, y Argentino estuvo muy cerca de sumar con otra contra.
A esa altura, bajo la llovizna, el partido le había cedido el lugar a un grotesco en el barro. Eso sí, excitante, aunque sin enanos ni mujeres desnudas. Y con un ganador inapelable: Argentino.



Robisso fue una de las figuras del once salaíto.
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