Año CXXXIV
 Nº 49.227
Rosario,
domingo  02 de
septiembre de 2001
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"Cabeza de Tigre": una creíble batalla de los sentimientos

Fernando Toloza

Intérpretes: Héctor Alterio, Damián De Santo y Pablo Cedrón.
Dirección: Claudio Etcheberry.
Género: drama.
Duración: 110 minutos.
Sala: Village.
Cal: 3 estrellas.

La película de Claudio Etcheberry aborda con fortuna un hecho de la historia argentina. Se trata del fusilamiento del virrey Liniers a manos de los revolucionarios de Mayo, concretamente del grupo comandado por Mariano Moreno, ya que la Primera Junta, como muestra sintética y efectivamente la película, albergaba tendencias disímiles.
La claridad con que el filme va derecho al grano es lo mejor de "Cabeza de Tigre". Transcurren los primeros meses de la Revolución y los españoles no se quedan quietos. En la naciente Argentina las cosas tampoco están por completo definidas. Muchos creen que el movimiento es sólo un juego infantil y que pronto se volverá a la normalidad. Moreno, Castelli y French, entre otros, están jugados por completo a romper con España y crear una nación. Moreno advierte que el depuesto virrey Liniers, un héroe popular por su papel en las invasiones inglesas, es un peligro, porque puede encabezar naturalmente a las fuerzas de la contrarrevolución. Sabe, entonces, que hay que fusilarlo.
La tarea de fusilar a un antiguo héroe no es nada fácil. Moreno elige a Juan José Castelli (Damián de Santo) para la misión. Tiene perfectamente en claro que Castelli admira a Liniers (Héctor Alterio) y que los une una relación de simpatía, aunque hayan tenido sus momentos de conflictos.
Con la aceptación de Castelli de la misión queda expuesto del corazón de la película. El vocal de la Primera Junta es presa de las fuerzas antagónicas de sus ideales y de la simpatía y admiración que siente por un hombre que se opone a la Revolución.
El filme muestra esa batalla sentimental de Castelli y en ese sentido tiene una impronta borgiana: es el hombre de letras que busca asumir su compromiso con la acción y demostrarse que es valiente. La escena en la que Castelli enfrenta a un grupo de soldados desarmado es la cifra de ese espíritu.
El argumento de la película se sabe desde antes -siempre y cuando se recuerden las lecciones de historia de la escuela primaria-. Este hecho sin embargo no impide que se siga el filme de punta a punta. Todo el mundo sabe que Liniers va a ser ejecutado, pero no se puede dejar de ver los pasos previos, la confrontación entre dos mundos que, por más que el espectador lo desee, son irreconciliables.
Con correctas actuaciones de Alterio y De Santo y algunos momentos demasiados morosos, la película de Etcheberry escapa a una de las constantes del cine argentino: la necesidad de mostrar buenos sentimientos. Ese necesidad que arruina muchas películas -porque las convierte en poco creíbles- es erradicada de "Cabeza de Tigre", porque sabiamente se ha abstenido de pronunciar un juicio sobre lo que hace Castelli y sobre el sentimiento de fidelidad hacia España de Liniers. Castelli cumple con su destino revolucionario y mata a un hombre que admiraba. Para él, no hay posibilidad de ser completamente bueno o completamente malo. Y más allá de la distancia de situaciones y personajes, eso es lo mismo que pasa en la vida.


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