Año CXXXIV
 Nº 49.222
Rosario,
martes  28 de
agosto de 2001
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El crimen en Calle Real, de San Lorenzo y Laprida
Asesinó al tío en un bar del centro y ahora le dieron ocho años de prisión
Fue en julio de 1998. El homicida, que apeló el fallo, se declara inocente y acusa a un asesino desconocido

Jorge Salum

La noche que un par de balas perforaron los pulmones y el corazón de Héctor Mondaini sólo una persona estaba con él en el bar Calle Real, en San Lorenzo y Laprida. Era Hernán Rafael Bozzo, su sobrino y dueño del negocio en el que la víctima trabajaba como encargado. Bozzo le dijo a la policía que un asesino desconocido los sorprendió cuando salían a la calle, disparó a quemarropa contra su tío y luego escapó sin que nadie lo viera, ni siquiera un taxista que lo observó a él disparando al aire en una supuesta persecución contra el homicida. Por distintos motivos la historia nunca cerró y él mismo terminó convirtiéndose en el principal sospechoso. Tres años después, el juez de Sentencia Luis Giraudo acaba de encontrarlo culpable de homicidio y por eso lo sentenció a 8 años de prisión. Aún así, él sigue sosteniendo que es inocente.
Era la 1.45 del 29 de julio de 1998 cuando Mondaini, de 64 años, recibió una descarga de proyectiles. Varios testigos escucharon las detonaciones, a las que se sumaron luego los disparos efectuados por Bozzo contra un asesino invisible. Mondaini cayó al suelo sobre un pasillo. Cuando llegó la ambulancia ya no había nada que hacer: el hombre estaba muerto.
Bozzo dijo entonces que él y su tío estaban sacando la basura cuando se presentó un desconocido y mató a Mondaini, quien trabajaba como encargado de su bar. También aseguró que instintivamente tomó un arma y se asomó a la calle Laprida para perseguir al homicida. Dijo que lo vio correr hacia la calle Buenos Aires y que hizo varios disparos, pero que no logró alcanzarlo y entonces regresó para atender al herido.
Sin embargo, su relato no coincidía con otros indicios recogidos por los investigadores. Se destaca, en ese sentido, el testimonio de un taxista que vio a Bozzo efectuando disparos pero no entendió por qué lo hacía. "Apuntaba contra algo, pero yo no vi a nadie", declaró.
Pero hubo otro indicio que comprometió aún más al sobrino de la víctima. La autopsia demostró que le habían disparado con un revólver calibre 38 que, extrañamente, pertenecía al propio Bozzo. El dijo que se lo habían robado una semana antes, pero jamás hizo la denuncia y por eso nadie le creyó.
Como si todo esto fuera poco, él mismo complicó su situación cuando después de su relato inicial, en el lugar de los hechos, terminó confesándole a la Brigada de Homicidios que era el asesino. Para justificar el crimen dijo que él y el tío habían discutido por el reparto de las ganancias que le dejaría la venta inminente del bar que le pertenecía, y que en medio de esa pelea Mondaini amenazó con no pagar un crédito que tenía como garantía a su madre. "Cuando hablaba parecía poseído por el demonio", les dijo Bozzo a los policías. Luego contó que en ese momento se obnubiló, sacó su arma y disparó.
Después, cuando estuvo frente a un juez, volvió a contar su historia original y dijo que los policías le arrancaron la confesión bajo presión. En la sentencia que lo condena, el juez Giraudo dice que no hay "ni un solo elemento" que pruebe esta supuesta presión.

Las pericias, en contra
Por último, las pericias también descartaron la versión de un homicida desconocido e incriminaron aún más al propio Bozzo. Es que el ataque ocurrió en unas escaleras, cuando Mondaini y su sobrino sacaban la basura a la calle. Según el propio Bozzo, su tío iba adelante y él detrás. Y de acuerdo a los peritos, los balazos mortales fueron efectuados desde arriba hacia abajo y desde atrás.
Bozzo, de 32 años, está detenido en la Unidad Penitenciaria Nº III de Ricchieri y Zeballos. Dicen que tiene una conducta ejemplar y que continúa declarándose inocente. De hecho ya apeló el fallo de Giraudo y espera que la Cámara Penal lo declare inocente. Mientras tanto trabaja en la cárcel y cuenta los días: aún en el caso de que confirmen la condena, a más tardar en un par de años estará otra vez libre.



El crimen ocurrió en Laprida y San Lorenzo.
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