Año CXXXIV
 Nº 49.222
Rosario,
martes  28 de
agosto de 2001
Min 4º
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Editorial
Temor en el transporte

La reciente tragedia ocurrida en la autopista Rosario-Buenos Aires ha desatado nuevamente el debate sobre la seguridad vial y la responsabilidad de los conductores cuando transitan por rutas y autopistas. Aunque todavía no ha quedado esclarecido de quién fue el error que originó el accidente, el hecho reactualizó el problema de las condiciones de trabajo de los choferes de micro de larga distancia.
En este sentido, resulta verdaderamente preocupante la denuncia realizada por los conductores de micros de media y larga distancia, publicada anteayer, donde señalan que manejan sin poder descansar lo suficiente, aparte de hacerlo en unidades que no siempre están en buen estado. Por si no bastara, los afiliados de UTA sostienen que deben conducir a velocidades que suelen superar los 90 kilómetros reglamentarios para poder cumplir con las exigencias horarias y que, para muchos de ellos, ya se ha transformado en una rutina, una vez llegados a destino y luego de unas pocas horas, emprender un nuevo viaje.
En este cuadro patético se encuentra la explicación de la presencia de la garrafa que provocó la mayoría de la muertes del accidente. La necesidad de mantenerse despiertos lleva a los choferes a infringir las normas de tránsito, que por otra parte se ven facilitadas por la falta de un control riguroso sobre las rutas. Fumar o beber infusiones en las cabinas resultan entonces prácticas no sólo habituales sino necesarias para poder conducir. Grave error, que luego concluye en consecuencias lamentables.
Conviene aclarar que no se trata de un fenómeno nuevo como muchos tratan de explicar, fundamentalmente vinculándolo a la crisis económica que vive el país. Si bien no se puede descartar un componente económico, el problema está directamente vinculado a las obligaciones que cada uno de los sectores involucrados deja de cumplir, ya sea por negligencia, por complicidad o por falta de conciencia sobre su responsabilidad frente a un servicio público de pasajeros. Y esto es algo que desde hace muchos años se sufre en la Argentina y de lo cual se puede dar cuanta con cifras y estadísticas que exponen el problema con toda crudeza.
Frente a ello, no puede sino justificarse el temor de cualquier ciudadano antes de abordar un micro. En especial, cuando se trata de un horario nocturno. Y, desde luego, no habrá un principio de resolución si cada uno de los sectores no cumple ni exige el cumplimiento de obligaciones tan vitales como imprescindibles para poder explotar este servicio.


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