Año CXXXIV
 Nº 49.211
Rosario,
viernes  17 de
agosto de 2001
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Editorial
El ajuste a los científicos

En la Argentina de hoy, parece que nada quedará a salvo del recorte que imponen los organismos internacionales de crédito y que ahora se ha decidido a llevar adelante el gobierno nacional. El ajuste indiscriminado quizás sirva, en estos momentos de urgencia, para permitir que los números cierren. Pero no quedan dudas de que en algún momento, el costo que habrá que pagar por las necesidades del presente, será alto. Tal vez, demasiado alto.
El recorte a la educación y a la investigación es absolutamente contraproducente. Ya hay científicos argentinos trabajando en el resto del mundo; los datos oficiales sostienen que 240 investigadores elaboran proyectos para Brasil y otros 1.200 se desempeñan en otros países. No caben dudas que los números reales son mucho más altos que los admitidos por el gobierno. La fuga de cerebros es incesante y llega al nivel de los estudiantes, que se debaten en procura de conseguir becas en el extranjero que les permitan hacer maestrías o posgrados en sus áreas.
El ajuste golpeará también a las bases argentinas en la Antártida. Es un hecho la reducción de personal, a la vez que se estudia el cierre de tres de las seis bases permanentes instaladas allí. Actualmente se destinan 20 millones para los trabajos de investigación, una cifra ya de por sí insignificante en relación a lo que destinan otros países. Desde la Dirección Nacional del Antártico aseguran que se van a respetar los compromisos internacionales en materia de investigación y cooperación.
Están en riesgo de ser levantadas las bases permanentes de Esperanza, Orcadas y San Martín, mientras que seguirían en funcionamiento las de Jubany, Marambio y Belgrano II. Las dotaciones argentinas llevan adelante trabajos en campos tales como la biología, geología y ciencias de la atmósfera.
La Argentina integra el Tratado Antártico, un foro multilateral creado en 1961 para el desarrollo de la investigación científica y protección al medio ambiente en la Antártida. Entre sus miembros están Estados Unidos, Chile, Uruguay, Brasil, España, Italia, Francia, Australia y Japón. Desde el 20 de julio pasado, Buenos Aires es la sede de la Secretaría Permanente del organismo, un triunfo diplomático de envergadura ya que para acceder a ese privilegio hubo que sortear la oposición del Reino Unido.
Menos de un mes más tarde, ese éxito de la Cancillería y años de trabajo en la Antártida, están a punto de ser devorados por otro ajuste.


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