Año CXXXIV
 Nº 49.208
Rosario,
martes  14 de
agosto de 2001
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Miles de turistas llegan a Berlín tras las huellas del Muro de la Vergüenza
El gobierno berlinés dispuso una doble fila de adoquines que muestra por dónde pasaba la antigua frontera

Cecilia Fleta

Berlín. - Todos los turistas llegan a Berlín consciente o inconscientemente buscando algún muro. Pero hoy, once años después de su caída, la mayor parte del Muro de Berlín ha desaparecido. Para satisfacción del visitante confundido, el gobierno de la capital alemana ha dispuesto en gran parte de su trazado a través de la ciudad una doble línea de adoquines que muestra por dónde pasaba antaño la frontera.
Y es que hoy apenas se reconoce ya la mayoría de los lugares por los que pasaba la macabra "franja de la muerte", después de que la planificación urbanística haya hecho de ellos verdaderos barrios futuristas. Uno de estos ejemplos es la plaza de Potsdam. Antaño uno de los puntos neurálgicos de Berlín, donde se colocó el primer semáforo de Europa, la plaza de Potsdam fue completamente destruida durante la Segunda Guerra Mundial y nunca más reconstruida, porque por ella pasaba la frontera entre el Berlín Oriental y el Occidental.
Al desaparecer esta barrera en 1989, la plaza se convirtió en uno de los lugares más céntricos y por ello más codiciados por la especulación urbanística. Hoy se alzan en ella rascacielos y edificios que presentan las más novedosas tendencias de la arquitectura de vanguardia, en algunos puntos conservando edificios antiguos encerrados en moderno cristal, como es el caso del viejo hotel Esplana de en el Sony Center.

Del Muro al boom arquitectónico
Al igual que en la plaza de Potsdam, en muchos otros lugares de Berlín la desaparición del Muro dejó desiertos terrenos edificables valiosísimos donde se han construido verdaderas obras de arte arquitectónicas, como la sede del DG Bank en la plaza de París, junto a la puerta de Brandeburgo. Se trata de un edificio construido por Frank Gehry, el arquitecto del museo Guggenheim de Bilbao, que por fuera parece un aburrido edificio de oficinas y al entrar deja boquiabierto incluso al observador más escéptico.
Otros huecos dejados por la tierra de nadie por la que pasaba el Muro han permitido construir numerosos edificios de oficinas para el Bundestag (Parlamento), una majestuosa sede para el canciller federal y una nueva estación central de ferrocarriles que promete ser la más moderna de Europa.
No muy lejos de la plaza de Potsdam, en un solar aún no construido de la plaza de Leipzig, se libra una batalla que tiene por objeto algunos pedazos de muro y una torre de control de la "franja de la muerte". El empresario Erich Stanke compró éstos y otros trozos de muro a un soldado del Ejército Popular de la República Democrática Alemana (RDA).
Hoy la ciudad de Berlín quiere construir en este solar, pero Stanke continúa luchando por que estos restos de las instalaciones fronterizas no sean arrancados de su escenario original y se conviertan así en un lugar para el recuerdo de la historia reciente de Alemania, una especie de museo de historia para las nuevas generaciones.
A cambio de que Stanke cediese cinco metros de muro para que la ciudad pudiera regalarlos el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, el alcalde socialdemócrata de Berlín, Klaus Wowereit, le prometió el mes pasado una solución beneficiosa para ambas partes.
Un poco más hacia el Este, en la calle Niederkirchner, se puede ver otro pedazo de muro junto a la exposición "Topografía del Terror" que documenta la historia del nacionalsocialismo en el solar en el que se hallaba el cuartel general de la Gestapo hasta que un bombardeo lo destruyó.

Una anécdota emblemática
Justo al lado está el edificio Martin Gropius, una sala de exposiciones donde el reconocido escultor vasco Eduardo Chillida expuso su obra en 1988. Pilar, su esposa, recordaba en una reciente visita a Berlín cómo en aquella ocasión habían quedado impresionados por la ciudad dividida. "Cuando fuimos a ver el lugar donde se iba a hacer la exposición, Eduardo se preguntaba cómo iban a entrar sus voluminosas esculturas por aquella puerta tan estrecha. ¿Es que no tienen otra puerta más grande?, preguntó. Sí, le contestaron, pero es la puerta principal y está tapada por el Muro".
Si se sigue caminando hacia el este por el mismo trazado del Muro se llega al célebre Checkpoint Charlie, antaño paso fronterizo para extranjeros controlado por el ejército estadounidense. En él aún se conserva una caseta de guardia, y un enorme letrero sigue recordando hoy "Está abandonando el sector americano". El museo "Haus am Checkpoint Charlie" recopila la mayor cantidad de anécdotas referentes al Muro de Berlín, sobre todo a los más imaginativos intentos de fuga.
Con carácter menos turístico y más científico-histórico, el centro de documentación sobre el Muro que se halla en la Bernauer Strasse ilustra con fotografías, videos, grabaciones sonoras y toda clase de documentos la historia de la división alemana entre 1961 y 1989. En esa calle existe aún un tramo de Muro, una parte del cual fue convertido en monumento protegido.
Pero el más artístico de los restos de la frontera interna berlinesa es la llamada "East Side Gallery" o "La galería de arte más larga del mundo". La cara Este de este pedazo de muro de 1,83 kilómetros de largo fue pintada en 1990 por un grupo de más de cien artistas de todo el mundo reunidos por el persa Kani Alavi.
Hoy Alavi busca financiación para llevar a término una restauración de la East Side Gallery que comenzó el año pasado. La galería, que se puede visitar en Internet bajo www.eastsidegallery.com, se encuentra en la Mühlenstrasse, donde separaba los distritos de Kreuzberg y Friedrichshain. Allí se pueden ver muchas de las imágenes originales que aparecen en las postales más populares de Berlín y que se venden en las tiendas turísticas de toda la ciudad.



Los turistas visitan los restos del muro que quedan en pie.
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