Año CXXXIV
 Nº 49.206
Rosario,
domingo  12 de
agosto de 2001
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Santa Cruz: Al fin y al cabo
A 135 kilómetros de Río Gallegos abrirá sus puertas la casa de té más austral del mundo

Hugo Lucero

Una de las expresiones culturales que los inmigrantes galeses trajeron consigo a la patagonia, beber el té, se podrá degustar en "Al fin y al cabo", el reducto más austral del mundo dedicado a la milenaria infusión, que se abrirá en la vieja estancia santacruceña Monte Dinero, cercana al faro de Cabo Vírgenes.
Entre el 20 de septiembre y el 1º de octubre próximo, en la estancia situada a 135 kilómetros al sur de Río Gallegos, inaugurará la casa de té para servirle a los turistas "el té más austral del mundo".
La vieja estancia fundada por Arthur Fenton en 1890 fue un activo establecimiento ganadero de Santa Cruz que no escapó a los avatares de la globalización. Fue así que hace seis años se reconvirtió parcialmente y se abrió a la actividad turística.
Uno de sus atractivos, además de la calidez de sus anfitriones y de su rica historia, lo constituye su proximidad con la pingüinera de Cabo Vírgenes -apenas 10 kilómetros de su casco principal- una reserva que anualmente reúne a 170.000 ejemplares de pingüinos magallánicos. La reserva de Cabo Vírgenes es la segunda, en cuanto a tamaño, de todas las pingüineras de Sudamérica. La primera, también en territorio argentino, es Punta Tombo y está en la provincia de Chubut.
En ese contexto de impactantes paisajes costeros y exótica fauna marina, los Fenton -pioneros de la región -, desarrollaron este lugar para los turistas. Un lugar que además está cerca de Río Gallegos, la capital de Santa Cruz.
Los Fenton construyeron un refugio cálido para que los viajeros repongan energías tomando un buen té acompañado de tortas caseras y dulces artesanales. El servicio siempre estará esperando a los que van o vienen de la pingüinera y el faro, y para los curiosos que transitan esa comarca que a principios del siglo pasado atrajo a los buscadores de oro.
Así nació la confitería "Al fín y al cabo" -una buena definición de su lugar geográfico-, construida totalmente con maderas de la región. "Tenemos bebidas, tortas caseras y masas hechas por nosotros", confió Gastón Pejkovic, quien junto a su mujer, Sharon Fenton -quinta generación familiar al frente de Monte Dinero- reciben personalmente a los turistas.
Los Fenton destacan las pruebas de destreza de los perros ovejeros, y las demostraciones que realizan los peones -esquilando ovejas a tijera- "tal como lo hacían los pobladores rurales en el siglo pasado", comentó Pejkovic.
Para alojarse la estancia Monte Dinero tiene una hostería de doce habitaciones, muy amplias y confortables. Y entre las comidas nunca faltan los sabrosos asados de cordero patagónico.
Para partir con algún recuerdo de "Al fin y al cabo", la casa de té tiene un muy bien provisto "souvenirs-shop", donde se pueden comprar artesanías, tarjetas postales y muestras de la lana de oveja hilada en la estancia.
Desde la próxima primavera el lugar comenzará a competir con las famosas casas de té de Gaiman, en el alto valle del río Chubut, donde bebió la tradicional infusión la princesa de Gales, Diana Spencer, recordada siempre como Lady Di.


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