Año CXXXIV
 Nº 49.202
Rosario,
miércoles  08 de
agosto de 2001
Min 4
Máx 24
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Función de padre
La clínica psicoanalítica orienta y acompaña la tarea parental
Este dispositivo aborda una situación clínica determindad

Un día, un médico muy atraído por las ideas de Freud se dirige al padre del psicoanálisis para hacerle un comentario acerca de un niño de cinco años que padecía de algunos síntomas; el más llamativo era una fobia a los caballos. Y como no podía ser de otra manera, Freud se dispuso escuchar a este padre. Más tarde, ese niño se haría célebre en la literatura psicoanalítica como "Juanito". Lo que propone Freud no es otra cosa que una supervisión de la función paterna del padre de Juanito.
Supervisar tiene que ver con posicionarse, desde afuera, como terceridad, ante una situación determinada, de manera tal que permita, a partir de ahí, ver o escuchar cosas que son imposibles de ver o escuchar para quien no esté en ese lugar privilegiado.
Lo más interesante de este dispositivo clínico, de este modo de abordar una situación clínica determinada, es su relación con el concepto de prevención. Concepto más que polémico, especialmente en el campo psicoanalítico, porque frente a un paciente que consulta por un malestar, por un sufrimiento o un síntoma propio que lo viene aquejando desde hace algún tiempo, se apunta a que se instale, entre el analista y el analizante, una nueva enfermedad, llamada neurosis de transferencia.
Dicho de otra manera: para tratar y curar la neurosis hay que crear artificialmente otra, y la cura analítica no es otra cosa que la instalación artificial de una neurosis de transferencia y su resolución final.
Si al término del análisis se supera esta nueva "neurosis artificial", creada por el paciente y su analista, habremos resuelto también la neurosis inicial por la que consultó. Esa es una premisa fundamental en todo tratamiento posible de la neurosis, siempre hablando desde el psicoanálisis. Por lo cual hablar de prevención se hace difícil. Ahora, cuando el que consulta no es el paciente mismo, que sufre determinado malestar, sino su padre, su madre, o ambos, la cuestión es completamente distinta.
Y es aquí donde aparece la posibilidad de hacer algo del orden de la prevención. Y prevenir en salud mental también tiene que ver con anticiparse, con llegar a tiempo. Con actuar dentro de los tiempos de estructuración de un sujeto, con intervenir (vía sugerencias o indicaciones concretas) sobre la función parental, siempre a partir de lo que surja en las entrevistas, sea sobre la función paterna que falla, trastabilla o se ausenta; sea sobre la función materna que se excede y asfixia, o que se ausenta sin que ni siquiera sea consciente de eso.
Como lo haría un ingeniero que detecta, a partir de algo que perciben los albañiles, que algo del hormigón no está saliendo como debería. Y si el hormigón no está sólido, el edificio que asiente sobre él será muy frágil, y ante cualquier tormenta podría caerse en pedazos. Por lo tanto, mientras antes se actúe, sea apuntalando una columna, o quitando peso de los techos, mucho mejor.
Y el edificio torcido en nuestro campo tiene que ver con el dolor, con el sufrimiento (tanto el psíquico como el físico) de personas que sufren en exceso, que penan en exceso, más allá del dolor inherente al acto de vivir, más allá de la desdicha corriente de todos los seres humanos.

Prevenir el sufrimiento
El hombre, lo que quiere prevenir es el sufrimiento. La prevención ha sido, como lo remarca el destacado psicoanalista porteño Alejandro Ariel, una práctica necesaria y mucho más antigua que la de la modernidad. Históricamente fue tomada por tres campos: la política, la religión y la medicina. Y que no se pueda prevenir el sufrimiento. eso ya está escrito en la Biblia: "...parirás con dolor, multiplicaré tus dolores y tus preñeces". Es decir que, ese desprendimiento, ese dolor que implica ese "parir-par(t)ir" del hijo no es sólo en el parto. Entonces, cómo prevenir el sufrimiento si es inherente a esa práctica de la pérdida. El sufrimiento (pensemos en términos del Edipo), es parte constitutiva de la estructuración de un sujeto en relación a lo social; pero esto no significa que no deba haber instancias que intenten reducirlo, dosificarlo.
Hoy nos encontramos ante un caos generalizado respecto a la crianza de los hijos. Por varios motivos (que merecen un artículo aparte), las diferentes instancias de la estructura social que asumieron históricamente la función de asistir, resguardar, y colaborar con la función parental (abuelos, médicos, sacerdotes, maestros, amigos, jueces, policía, caudillo, padrino) hoy están en crisis.
No sólo está afectada la posibilidad de que la joven pareja parental pueda ser asistida en los primeros años de vida de su hijo. Porque criar un hijo nunca fue fácil. Y esta desolación, este estar desasistido, se agrega a la hostilidad de estos días.
Y todo esto, lo que produce, en los hijos especialmente, son estragos; y estrago en un niño o adolescente es aquello que lo detiene; un niño está enfermo cuando algo lo detiene, cuando no puede proseguir, sea porque todavía se sigue haciendo pis, o porque dejó de producir en su escolaridad, o porque se empezó a drogar, o porque dejó de comer, o muestra un retroceso en su evolución psicomotriz, o no avanza según las pautas esperadas por su edad y medio social.
Se trata de asistir, orientar, supervisar y acompañar la función parental, hoy francamente desasistida y librada a su suerte, exponiendo a la crianza a nuevas y delicadas variables. Se trata de generar, de propiciar un espacio, donde pueda pensarse, sin tantos temores, sin ir por el lado de la culpa, que a ese hijo puede estar pasándole algo. Un padre o una madre se interesan por su hijo cuando pueden suponer, cuando pueden dar lugar a la idea de que algo le pasa, de que porta un sufrimiento que le es propio y que le pertenece; recién ahí podrán leer, podrán dar lugar al hecho de que algo le ocurre.
Cuando no pueden, aparecen diferentes fenómenos en los hijos, de lo más diversos, como diversas fueron sus causas (nacimiento de un hermano, separación de los padres, padre que pierde su trabajo y las consecuencias que eso puede producir en el hogar, conflictos entre los padres, padre débil o ausente, poca información de los padres, hijos ocupando lugares indebidos, muertes en la familia).
Lo importante es estar atentos porque gran parte del sufrimiento puede estar ocasionado por situaciones familiares generadas de manera inconsciente por los padres. Se trata de ayudar, de guiar a los padres en las innumerables situaciones que se les presentan en la complicadísima tarea de criar un hijo.
Jack Solzi
Psiquiatra-Psicoanalista



Hay que guiar a los padres en la tarea de criar un hijo.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados