Año CXXXIV
 Nº 49.190
Rosario,
viernes  03 de
agosto de 2001
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El músico da una masterclass en el Parque de España
Claudio Gabis: "Hoy las letras de blues están en las noticias de los diarios"
El ex Manal, que vive desde hace 15 años en España, señaló que su paso por Brasil le cambió la cabeza

José Luis Cavazza

Aquel chico de 18 años algo esmirriado, de pelos largos y rizados y dientes de conejo que tocaba la guitarra en los primeros Abuelos de la Nada y luego formó parte del trío Manal, el primer grupo argentino de blues en castellano, hoy es un hombre que ronda los 52 años, que hace 15 años vive en España y desde hace dos dirige una de las escuelas de música moderna más importantes de Madrid. No obstante, Claudio Gabis sigue tan enamorado del blues como en los viejos tiempos, pero desde hace varios años -a partir de que Brasil le abrió la cabeza, confiesa- incursionó en otras músicas, sobre todo en el jazz.
El blues, aquel amigo que encontró junto a sus compañeros de ruta Javier Martínez y Alejandro Medina, lo trae hoy a Rosario. Pero esta vez Gabis no ofrecerá un recital sino que dará una masterclass, a las 21.30, en el teatro del Parque de España, en el marco del ciclo Acerca de la Música organizado por la Secretaría de Cultura municipal.
De vuelta y sólo por unos días en su casa paterna, en Almagro, el guitarrista charló con Escenario.
-¿Cómo pudo gestarse la historia de Manal, teniendo en cuenta que en los 60 el blues era un género muy poco conocido en Argentina?
-Fue una implantación algo rara que en las historias de las músicas locales son muy frecuentes. No está comprobado pero se dice que el carnaval y la murga llegaron a Uruguay a través de una compañía canaria de variedades que a finales del siglo XIX quedó varada porque, como siempre, no le cumplieron el contrato y entonces se estableció un tipo de música que hasta ese momento no existía en Montevideo. El propio tango es una mezcla de diferentes formas musicales e instrumentos que fueron llegando a la Argentina. Y con el blues pasó algo parecido: una música que llegó a través de algunos discos de Estados Unidos y un par de chicos argentinos, entre los que me incluyo, con ganas de formar un grupo de blues. Así se formó Manal, de una forma bastante infrecuente. El blues tiene como elemento atractivo que es un buen vehículo para narrar y volcar preocupaciones, historias y quejas. Eso nos vino de perillas, porque en este país siempre tenemos de qué quejarnos y de qué preocuparnos. En cuanto a la estética el blues tiene mucho que ver también con todo lo que significa el sentimiento suburbano, el sentir groncho, dicho con todo cariño, y por eso entró bien precisamente en los suburbios y mágicamente funcionó.
-Es de suponer que debe ser más fácil escribir hoy un blues, teniendo en cuenta la situación social crítica...
-Yo creo que ahora las letras de blues hoy aparecen escritas en las noticias de los diarios y ni siquiera hace falta musicalizarlas.
-Después de Manal tu vida se convirtió en una ida y vuelta entre Argentina y otros países. Primero Brasil y después España ¿Por qué te costó siempre asentarte en Argentina?
-Primero de todo por ansia aventurera. A los 20 años me fui por primera vez de la Argentina porque tenía ganas de viajar y conocer otros lugares del mundo. Por supuesto que en esos años ya había necesidades y razones suficientes como para querer tomárselas. Más tarde, en las sucesivas idas y lo que llevó un poco a mi establecimiento en Brasil, alrededor del 73, fue que ya había en Argentina una situación política que no me gustaba nada y que se sumaba a mi ansia de aventura. Los otros viajes ya fueron por motivos de estudio, como ir a Estados Unidos. Luego hubo una vuelta de casi cinco años, del 85 al 89, de la cual luego me costó irme, pero terminé yéndome por circunstancias económicas y anímicas. Es un dato desgraciado pero es así: la misma desazón, angustia y falta de expectativas que hoy día siento que ocurre en Argentina, existía en los 70 cuando me fui a Brasil y también a fines de los 80 cuando retorné a Madrid.
-¿Qué aprendiste del Brasil?
-Brasil es un país que enseña la sensualidad. En cambio en Argentina somos profundamente sexuales. Ese contacto amoroso entre la gente, la música y la naturaleza -que yo descubrí plenamente en Brasil- hacen que uno halle una forma bella de vivir la vida. Brasil es estupendo en relación a esos aspectos y me cambió el coco.
-¿Y musicalmente?
-La armonía y la melodía. Gracias a Brasil empecé a arriesgar musicalmente y enriquecí mi concepto y sentido de lo que es la música. Además, aprendí a respetar las letras que no son tan serias. Mientras que en Argentina teníamos una tradición de generar letras con mensaje, en Brasil supe que se puede cantar a la belleza y al amor de un modo no cursi y con dignidad. Otra de las cosas que aprendí es a no establecer barreras entre lo clásico y popular. Ellos consiguieron a través de músicos como Villa-Lobos, Egberto Gismonti y Hermeto Pascoal que los límites entre lo popular, lo folclórico, lo clásico y el jazz deben desaparecer por el bien de la música.
-¿Tocaste con Gismonti y Pascoal?
-Con Gismonti no, sólo estuvimos sentados alguna vez en la misma mesa. En cambio con Hermeto compartimos muchas noches de bohemia, de jam sessions y comilonas en el Bajo Leblón de Río de Janeiro.
-¿Vos experimentaste otros géneros aparte del blues...
-A mí el jazz es la música que más me gusta y en los últimos años toqué bastante jazz a mi manera.
-¿Qué te posibilita hacer el jazz que no te permite el blues?
-Esto es bastante complicado de explicar. Son lenguajes completamente diferentes. El blues sale de lo que dictan el estómago y el corazón; el jazz suma el cerebro y permite un vuelo a nivel creativo a través de la improvisación armónica, característica que no tiene el blues que sólo busca la expresión de los sentimientos. No hay vueltas que darle, si uno busca un lenguaje inteligente y volado lo vamos a encontrar en el jazz.
-¿Qué tal te fue con la reedición de "Convocatoria", tu disco homenaje al rock argentino?
-Me fue bien desde el punto de vista de lo que yo quería. Es decir, que se reedite el material de la forma en que salió, con ese formato y con una gráfica maravillosa como la que hizo Rocambole.
-¿Desapareció aquel paisaje urbano de "Avellaneda Blues" y "Av. Rivadavia"?
-No del todo. Hablando en términos urbanos, cuando uno cruza la avenida San Juan, una especie de límite del sur porteño, arquitectónicamente el paisaje está intacto, pero el contenido está absolutamente vaciado. Ni "las fábricas que parecen un duende de hormigón" funcionan, los ferrocarriles son una tristeza aunque el Riachuelo sigue infecto como siempre. Lo que cambió fue el paisaje humano. Pasaron muchos años de aquel entonces y si bien a mí me sigue produciendo los mismos sentimientos, la realidad es que en medio de toda esa ciudad sur va naciendo otra que es la Buenos Aires de los shoppings, un mundo diferente y un panorama humano mucho más preocupante que aquel de "Avellaneda Blues".
-¿Desaparecieron las expectativas?
-No sólo eso, también se perdió la mitología, cosa que ocurre en todas las grandes urbes del mundo a medida en que se plastifican y hacen desaparecer motivos urbanos que inspiraron no sólo al blues sino al tango, al jazz y a otras músicas que eran el producto de la revolución industrial. Entre otras cosas, a lo que estamos asistiendo es a la desaparición de todo lo decimonónico y al advenimiento de una realidad que va desdibujando todo aquello que nos inspiraba.
-¿Qué músicos argentinos te interesan escuchar en la actualidad?
-León Gieco, siempre Charly y Fito; Divididos me conmueve... En fin, desde hace algunos años no estoy muy informado sobre la música argentina.
-Volvió Sui Generis ¿para cuándo el regreso de Manal?
-Creo que por ahora no. A mí me gustaría, pero lo veo bastante difícil por la lejanía que existe entre nosotros en diferentes aspectos. Esto hace que carezca de sentido una reunión de Manal. No tenemos temperamentos que pudieran bancarse una reunión de ese tipo. Habría que pensar primero en un reencuentro a nivel humano entre los tres y tener una larga charla. Si pudiéramos encontrarnos, charlar, volver a tomarnos una cervecita juntos y divertirnos mirando a las chicas porteñas como en otros tiempos, probablemente sería luego cosa de niños reunirnos a tocar.



Según Gabis, el paisaje del blues está intacto.
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