Año CXXXIV
 Nº 49.190
Rosario,
viernes  03 de
agosto de 2001
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Familias sicilianas alojan en secreto al capo de la mafia en sus viviendas
Bernardo Provenzano está prófugo desde 1963. En casi toda la isla lo ocultan por lealtad a la Cosa Nostra

Frances D'Emilio

Las familias de casi toda Sicilia están dispuestas a ofrecer a Bernardo Provenzano una cama limpia, una comida caliente y todo su respeto. Horas después, mucho antes que el sol despunte sobre la isla, el huésped se marcha sigilosamente, y los anfitriones no salen a hacer alarde de que han albergado en su casa al capo máximo de la mafia siciliana.
A veces, agregan los investigadores, las familias apenas tienen un atisbo fugaz del aspecto de un hombre a quien se les pide que hospeden como señal de su lealtad a la Cosa Nostra.
Prófugo desde 1963, el presunto jefe mafioso sigue frustrando a los investigadores, en gran medida -dicen- gracias a su habilidad para escoger bien sus contactos y a su disposición de cambiar constantemente de escondites, aun al costo de no ver a su esposa y a sus dos hijos desde hace casi ya una década.
Nadie en el ámbito de la ley sabe qué aspecto tiene hoy día el capo de 68 años de edad. La cirugía plástica, un par de anteojos o quizás una barba pueden haber alterado drásticamente la imagen que de él ha trazado la policía con ayuda de una computadora. 'sta muestra a un hombre de nariz ancha, frente elevada y ojos pequeños e incisivos.
La única fotografía suya que tienen las autoridades es de cuando era un joven vecino de la aldea de Corleone. "Teóricamente, si lo encontrase y me preguntase por una dirección, yo no sabría cómo reconocerlo", dice el principal fiscal de Palermo, Piero Grasso, en su nuevo libro "La mafia invisible".
Aunque prácticamente todos sus compinches han sido capturados durante la guerra antimafiosa desencadenada en Italia en la última década, se cree que Provenzano sigue manejando las actividades del hampa y ha transformado la Cosa Nostra en algo mucho más difícil de combatir. "Yo diría que la mafia nunca se ha sentido tan fuerte como ahora", afirma Grasso en su libro.
Es una admisión amarga para quienes han librado la guerra contra la mafia y que se han apuntado varios éxitos notables en la década pasada, como por ejemplo el arresto del capo Salvatore Toto Riina, después de 23 años como fugitivo.
Riina, quien en ese entonces era considerado el capo máximo, fue capturado en Palermo pocos meses después de la muerte de los fiscales Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, los principales investigadores de la mafia, que fueron víctimas de un atentado dinamitero.
La mafia también sufrió serios reveses cuando algunos mafiosos encumbrados decidieron aprovechar el nuevo programa oficial de protección para quienes denunciasen a sus secuaces, que les valió estipendios mensuales, viviendas, empleos y nuevas identidades para ellos y sus familias.



Bernardo Provenzano es hoy "il capo de Sicilia".
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