Año CXXXIV
 Nº 49.195
Rosario,
miércoles  01 de
agosto de 2001
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Ejercicios terapéuticos

Cada sesión de equinoterapia tiene una duración aproximada de 30 minutos, durante los cuales se realizan ejercicios terapéuticos y actividades lúdicas, a pie y sobre el caballo. El tipo de relación que establecen las personas con el animal depende de la patología. "Los chicos con síndrome de Down, en dos meses, logran no sólo montar el caballo, sino también galopar, saltar vallas e incluso alimentarlo y bañarlo, mientras que los imposibilitados motrices requieren mayor contención por parte del instructor", explica la domadora de caballos, Berenice Nale, quien se capacitó como instructora en equinoterapia en la Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para Discapacitados.
Nale aclara que el rol más importante dentro de la terapia lo ejerce el caballo. "Por ello se requiere que sean mansos y se adapten al paciente".
Si bien durante la terapia el instructor es el que guía el trabajo, necesita del apoyo de otros profesionales como médicos, psicólogos, psicopedagogos, terapistas ocupacionales y profesores de educación física.
Las ventajas de la equinoterapia se traducen a nivel físico y emocional. Por un lado, el paso del animal -que presenta patrones semejantes al caminar humano- activa el trabajo de los músculos de jinete para mantener el equilibrio, otorgando tonicidad al cuerpo. "La persona con capacidades diferentes generalmente se aísla y a través de la relación afectiva que establece con el caballo, logra mayor conexión con la realidad y con su entorno", agregó Nale.
Las clases comienzan con un entrenamiento físico a cargo de un profesor de gimnasia; luego, el instructor y dos ayudantes se encargan del entrenamiento sobre el animal. "Con frecuencia el paciente no puede andar solo y requiere la compañía de un auxiliar sobre el caballo para coordinar los movimientos".

Lazo de comunicación
Los problemas físicos traen aparejados conflictos relacionados con los sentimientos. "Los chicos aprenden a acariciar al caballo, bañarlo, alimentarlo. De esa forma, se genera un lazo de comunicación entre el jinete y el animal, basado en la confianza. Es emocionante observar los cambios que se producen, por ejemplo, en los pacientes con parálisis cerebral cuando comienzan a sonreír".
Para lograr estos resultados, Nale aclara algunas de las cualidades que debe poseer el instructor para trabajar con niños discapacitados. "En primer lugar -dijo- tratar al paciente como un par y con respeto, sin distancia. Los discapacitados son los primeros en percibir el rechazo. Cuando sienten la aceptación, se predisponen a la terapia. También es necesario el constante diálogo con el equipo interdisciplinario y la autorización del médico clínico".
"El paciente alcanza mejores resultados sobre el animal que en el consultorio. Montar a caballo durante media hora, al aire libre, bajo la luz del sol y con el sonido de los pájaros, le produce bienestar y mayor confianza en sí mismo", concluyó Nale.


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