Año CXXXIV
 Nº 49.192
Rosario,
domingo  29 de
julio de 2001
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Las antiguas aventuras de Inodoro Pereyra estarán en La Capital
Las historietas de los años 70 del gaucho "renegáu" de Roberto Fontanarrosa llegarán desde mañana a todo color a la contratapa

Ahora desde el principio. Los lectores de La Capital vienen disfrutando desde el 11 de marzo del año pasado de la última etapa de la historieta "Inodoro Pereyra, el renegau". Y a partir de mañana todos los días en la contratapa del diario se publicarán las primeras aventuras de este personaje de Roberto Fontanarrosa, desde su propio nacimiento, allá por 1974. "Nunca pensé que fuera a durar tantos años", aseguró el Negro. Pero es innegable que Inodoro Pereyra, junto a Mendieta y Eulogia, ya son parte de de la historia de la historieta nacional.
Los primeros cuadritos de las aventuras de este gaucho de las pampas argentinas llegaron a la revista cordobesa "Hortensia" a principios de los 70. Más tarde, Inodoro y Mendieta ya eran famosos, y las tiras comenzaron a publicarse en las revistas "Mengano" y "Siete Días".
"Inodoro Pereyra es un personaje que me sigue divirtiendo", había afirmado Fontanarrosa allá por marzo de 2000 cuando las historias comenzaron a aparecer en este diario. Ahora, dice que "la publicación diaria de la tira en La Capital generó como una especie de sobredosis de Inodoro", aunque no deja de asegurar que "la respuesta de la gente es impresionante, y hasta lo comentan en la calle".
"Pereyra por mi mama e Inodoro por mi tata, que era sanitario", se presenta en blanco y negro el mismo personaje de las pampas, que ya no es sólo rosarino, sino tan argentino como el dulce de leche, la birome ó el colectivo.

Siempre con Eulogia y Mendieta
Los inseparables compañeros de Inodoro Pereyra en las tiras son Eulogia Tapia, su compañera, y el perro Mendieta. El gaucho concoció a Eulogia en un baile y "la llevó para el rancho".
"Al principio era una linda mina", asegura Fontanarrosa. Pero luego el propio creador la hizo engordar 67 kilos en sólo dos cuadritos de un mismo capítulo. "Si iba a ser su compañera para siempre no podía ser una mina linda y joven, por eso se volvió fulera ", se justificó.
Según cuenta la historia, Mendieta no era ni más ni menos que "un cristiano" y por eso, aunque ahora es perro, habla. Era el séptimo hijo varón y se transformaba en lobizón todos los viernes de luna llena, pero una noche de eclipse "se emperró".
Lo cierto es que desde los años 70 a estos días, los personajes ya no son los mismos. "Siempre hay cambios en los personajes, en todas las historias", aseguró el autor de este poema telúrico.
El gaucho no se salvó del paso del tiempo. Cuando era gurí tenía los ojos achinados y "tenía los caracteres de la «La guerra al malón», del comandante Prado, en la versión del pintor Carlos Alonso", explicó el mismo Fontanarrosa. Después se lo hicieron adelgazar, los ojos se le volvieron saltones y la boca dientuda, más parecido a los gauchos de los Almanaques de Alpargatas de Florencio Molina Campos.
"Algunas modificaciones son más imperceptibles que otras, pero es como pasa con las personas que van cambiando paulatinamente con los años", cuenta Fontanarrosa, quien recordó: "Al principio los cambios se dieron en tiempos muy cortos. Por eso, las primeras eran a tinta y no sabía muy bien cómo era el personaje".

Entre malones y plagas
Inodoro Pereyra nació perdido en las pampas argentinas, asediado por malones de indios, los militares y las plagas de loros. Pero a lo largo de los años pasaron por su rancho personalidades de todo tipo, desde el escritor Jorge Luis Borges y Don Quijote de la Mancha hasta El Zorro, E.T y los defensores de la ecología de Greenpeace.
"Los 70 eran la época del auge del folclore, creo que por eso nació este personaje pampeano", explicó el Negro. Aunque al principio el lenguaje fue marcadamente gauchesco con el tiempo se fue neutralizando. "Tenía que ser así, sin términos demasiados específicos, porque de otro modo no todo el mundo lo comprendería", recordó.
Aunque Inodoro Pereyra siempre vivió en las llanuras, a los pocos años de aparecer, a mediados de los 70, se hizo eco de los tiempos que se vivían en la Argentina. "Cuando vi las tiras compiladas me di cuenta que las temáticas eran muy violentas y que lo que hacían era reflejar la realidad de la época", recordó Fontanarrosa.
Lo cierto es que el Inodoro Pereyra de principios de los 70 continuará en las páginas de La Capital, en tiras especialmente coloreadas por el departamento gráfico de este diario. Así, a pesar de los años y los cambios que sufrió en el tiempo, es el mismo: con Mendieta, Eulogia y sus historias pampeanas.


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