Año CXXXIV
 Nº 49.184
Rosario,
domingo  22 de
julio de 2001
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Comenzaron las operaciones de rescate del hundido Kursk

Moscú. - Un equipo de buzos especializado en trabajar en grandes profundidades retornó ayer, después de casi un año, al casco del Kursk, el submarino nuclear ruso hundido el 12 de agosto de 2000 en el Mar de Barents con 118 marinos a bordo, se informó oficialmente.
Con 150 metros de largo, el Kursk tiene las dimensiones de un rascacielos, pero acostado a una profundidad de 112 metros, sobre un fondo de barro y en un agua helada. Durante casi un año, físicos e ingenieros rusos y de otros países estudiaron como llevarlo a la superficie para darle sepultura a los marinos.
Otros objetivos son quitar del Mar de Barents los peligros de los reactores nucleares y entender las razones de la catástrofe, que mantuvo en vilo durante varios días a la comunidad internacional, cuando desde el Kremlin todavía se informaba, enlos días subsiguientes al accidente, que había esperanzas de hallar algún sobreviviente.
La empresa de rescatar a esta monumental estructura de titanio y acero de las dimensiones del Kursk no tiene precedentes. La tragedia del Kursk representó uno de los peores momentos para el presidente ruso, Vladimir Putin, debido a que el Kremlin rechazó en un principio ayuda internacional para intentar sacar a la nave en la primera semana.
El capítulo que los 17 buzos comenzaron a escribir ayer representa un hecho sin precedentes incluso para los habituados a tareas difíciles en el fondo del mar. Los buzos son rusos, británicos, holandeses y noruegos y llegaron al lugar embarcados en el barco Mayo, de bandera noruega, especializado en recuperar naves hundidas.
Los hombres bajan a las profundidades en grupos de tres, en una pequeña cápsula que se adhiere al casco. Dos trabajan en la perforación del titanio, mientras que el restante está de guardia ante cualquier emergencia.
Todo esto, a 107 metros de profundidad durante seis horas. Luego de ese lapso, los tres buzos se dirigen hacia la cámara de descompresión mientras que otros tres retoman el trabajo.
El objetivo principal es sacar al Kursk en septiembre mediante cables de acero, una vez que el trabajo de los buzos haya terminado.
Los primeros en descender ayer fueron dos buzos rusos y uno británico que comenzaron a individualizar los puntos de la coraza del submarino sobre la que se perforará para pasar los cables de acero.
Sucesivamente los especialistas, con un robot teledirigido, deberán cortar la proa, que contiene 23 misiles, que por ahora está adherida al barro del fondo del mar.
El resto del casco deberá ser perforado y enganchado con los cables de acero que serán maniobrados desde una gigantesca nave puente. Sólo entonces podrán ser recuperados los restos de 106 marineros. Apenas después de la catástrofe, las autoridades rusas dijeron que habían recuperado los cuerpos de 12 personas. En cuanto a los dos reactores nucleares que llevaba el submarino, los expertos dicen que por ahora no emanan radiaciones.


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