Año CXXXIV
 Nº 49.184
Rosario,
sábado  21 de
julio de 2001
Min 8º
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El Día del Amigo le cambió la cara a toda la ciudad

Durante la tarde, la peatonal llena de chicos anticipó lo que después ocurriría por la noche, ya sin distingos de edad. El Día del Amigo se festejó ayer con todo en Rosario, copada por miles de grupos de compinches entrañables, viejos cumpas de escuela y trabajo, y los eternos amigos del alma. Los restaurantes fueron el lugar elegido para recordar anécdotas y andanzas regadas con buen vino.
Pese al anuncio de que en Rosario creció el desempleo, a lo largo de todo el día de ayer se vivió un clima festivo en la ciudad. Desde temprano, innumerables grupos de chicos abarrotaron el centro en locales de fast food, plazas, parques y bares. En el comercio eso dio algún respiro porque el festejo estuvo acompañado por un leve aumento en las ventas, al menos en los negocios de chucherías, los puestos de flores y los quioscos de golosinas.
Aun la proximidad de fin de mes se vio amortiguada por una actividad nocturna mayor que la generada hasta ahora por las tradicionales vacaciones de invierno.
Hasta bien avanzada la noche, miles de grupos de adolescentes, jóvenes e incluso maduritos abarrotaron bares, restaurantes y pizzerías.
Una recorrida por avenida Pellegrini confirmó anoche que para gran parte de los rosarinos el Día del Amigo es sinónimo de compartir una cena.
En un tenedor libre de Pellegrini al 1400 había gente esperando ingresar al local desde las 20, mientras que una cuadra más allá, en una tradicional parrilla, estaba todo reservados desde el lunes.

Reservas a full
En Pellegrini al 1700 no cabía un solo cubierto y la coqueta parrilla tenía todas las mesas reservadas desde el martes. Cada comensal que se hizo presente degustó un menú especial alusivo al día del amigo.
En otro local gastronómico de Urquiza al 900 el salón estaba a full, "como ocurre para esta fecha cada año", dijeron sus responsables. Allí también se sirvió un menú especial.
Pese a la crisis que golpea en el ánimo de la gente, pocos sentimientos compensan más la malaria que la amistad, rival hasta de la familia por la fuerza con que arma sus lazos y donde siempre hay un espacio para el reencuentro.



Un brindis alrededor de una mesa, un rito de amigos.
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