Año CXXXIV
 Nº 49.184
Rosario,
sábado  21 de
julio de 2001
Min 8º
Máx 17º
 
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El tino de saber parar a tiempo

Silvio M. Vali

La decadencia (perdón, Marianito Grondona) del latín: cadentia, de cedere, caer, es ruina o degradación. Este proceso es propio de la naturaleza humana y es virtud del que la percibe, dar un paso al costado, ante lo inexorable, retirándose a tiempo.
Dos ejemplos en el rubro artístico y periodístico, ejemplifican lo apuntado. Uno, el paso por Rosario de dos patéticos cómicos como Antonio Gasalla y Carlos Perciavalle, travestidos, que repitieron una rutina escénica que los acompaña por decenios, plagada de groserías -escatológicas bajo vientre, onda deposiciones- cuya vetustez es comparable con la mentalidad de los detenidos en el tiempo, que curiosamente (o no) aplaudieron ¡de pie! incluso, farfullantes e ininteligibles textos parodiando a Belisario Roldán y a Federico García Lorca. Un bochorno.
Otro, el regreso de un in-creíble periodista devenido lobbysta de las empresas "a las que les interesa (¡y cómo!) el país", fatigando en un canal de cable (Crónica) ¡¡¡tres veces por día!!! con un conservador discurso rancio por anticuado y pasado de moda, con un pátina neoliberal bananera, repitiendo lo que por la mañana de 7 a 9 por FM Milenium desgrana, machacando su monserga con temas musicales como "Procuro olvidarte" o "Contigo aprendí", a modo de metamensaje, quizá, dirigido a algún bien, caro, perdido, de doble apellido.
De Bernardo Neustadt se trata, en camisa, que deja al descubierto un prominente vientre, antiestético (un chimentero del espectáculo porteño lo denominó: trompo invertido, habráse visto mayor insolencia) con lenguaje confuso y enredado, deshauciado de implorar vanamente en su antiguo "Tiempo nuevo" que no lo dejaran solo, tornóse autista y denomina a su columneja: "Tiempo mío". Otro bochorno.
Mi Outsider Personal, decadente él también, me confesó lo doloroso que es en la intimidad serlo, y me graficó este estado vivencial con unos versos de "La divina comedia": "No hay mayor dolor que recordar (se) del tiempo feliz en la miseria". Lo dijo y se fue, dejando un fuerte olor a azufre en el aire.


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