Año CXXXIV
 Nº 49.167
Rosario,
miércoles  04 de
julio de 2001
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Confirman la importancia del amamantamiento en el desarrollo intelectual de niños prematuros

Entre los factores que influyen en el desarrollo cognitivo y neurológico de los infantes se cuenta el tipo de nutrición recibida en los primeros meses de vida. Este factor adquiere especial importancia en los niños prematuros.
El doctor John Horwood y su equipo de trabajo de la Christchurch School of Medicine desarrollaron una investigación en la cual evaluaron la relación entre la duración de la lactancia materna y las capacidades cognitivas a los 7 u 8 años en niños que habían nacido prematuramente y con muy bajo peso.
El estudio incluyó a los 280 sobrevivientes de un grupo de niños nacidos con muy bajo peso en 1986 en Nueva Zelanda. Su cociente intelectual fue evaluado a la edad de 7 u 8 años y en cada caso se interrogó a las madres sobre el tipo y la duración de la lactancia de sus hijos.
Los resultados demostraron una asociación positiva entre la lactancia materna prolongada durante 8 meses o más y los puntajes obtenidos en las pruebas verbales y de desempeño. El doctor John Horwood explicó estos resultados en una entrevista publicada en la revista de la Sociedad Iberoamericana de Información Científica.
"El cociente intelectual de los niños se evaluó utilizando la escala Revised Wechsler Intelligence Scale for Children que provee una medida altamente confiable de la habilidad cognitiva del niño, y es el método más ampliamente utilizado para evaluar la evolución cognitiva en estudios de niños prematuros de muy bajo peso al nacer", dijo Horwood.

Lazos estrechos
Existen muchos factores que influyen en el desarrollo intelectual del niño. Uno de los que se supone es la calidad del lazo afectivo entre la madre y el niño. "Se ha sugerido que las madres que desarrollan lazos estrechos y afectuosos con sus hijos, en varias formas, facilitan y contribuyen a su desarrollo. Sin embargo, las evidencias tenderían a sugerir que existen beneficios detectables en la lactancia materna, más allá de aquellos que pueden resultar de influencias tales como los lazos parentales ", agregó el especialista.
Una de las características interesantes de los niños nacidos antes de término y con muy bajo peso es que muchos no han desarrollado el reflejo de succión en el momento del nacimiento, y en consecuencia, deben ser alimentados por vía nasogástrica, a menudo durante varios meses. Estos niños además suelen requerir un tiempo prolongado en la incubadora, por lo que existen pocas oportunidades para que sus padres desarrollen un vínculo cercano con ellos. Aún en estos casos, la leche materna tiene efectos positivos sobre el desarrollo del infante.
Los resultados del estudio sugieren que existen pequeños beneficios sobre las habilidades cognitivas de la lactancia materna a la edad de 7 u 8 años. Otros estudios realizados tanto entre niños prematuros como en nacidos a término, llegaron a conclusiones similares que indican que los niños que reciben leche materna tienden a mostrar mejores resultados en las pruebas de habilidades cognitivas en la infancia y se desenvuelven mejor en la escuela que aquellos que fueron alimentados de otro modo.
Otro estudio, basado en una muestra de más de 1.000 niños neocelandeses, indica que los beneficios en niños alimentados con leche materna sobre el desempeño académico, son detectables hasta la edad de finalización de la escuela.

Acidos grasos
La explicación desde el punto de vista biológico para el mejor desempeño cognitivo de los niños amamantados sería aparentemente la relacionada con los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga de la leche materna. Las evidencias sugieren que estos ácidos grasos son un componente importante en el establecimiento de las sinapsis neuronales en el desarrollo del cerebro infantil. "El organismo del infante no puede sintetizar estos ácidos grasos por sí mismo, y por lo tanto, su fuente principal es la leche materna. Además, algunas evidencias experimentales indican que la suplementación de las fórmulas infantiles con estos ácidos grasos lleva a una mejor función cognitiva en los niños que no fueron amamantados".

Componente genético
Desde hace mucho tiempo se sabe que es posible que exista un componente genético importante en el desarrollo de las habilidades cognitivas del niño. Por esta razón, numerosos investigadores han sugerido que el cociente intelectual de los padres es un factor genético importante y que puede explicar las asociaciones observadas entre la lactancia materna y la evolución de los niños. En particular, se ha sugerido que las madres con un mayor cociente intelectual no solamente amamantarían con mayor frecuencia a sus hijos, sino que además tendrían hijos más inteligentes, y que ambos factores en forma conjunta serían los responsables de cualquier beneficio aparente de la leche materna.
El estudio de referencia no realizó una evaluación de cociente intelectual de las madres como para examinar este aspecto. Sin embargo, al menos otras dos investigaciones han demostrado que los beneficios aparentes de la lactancia materna no pueden ser explicados a partir del cociente intelectual de la madre. Estos hallazgos sugieren que, aunque los factores genéticos tales como el cociente intelectual de los padres posiblemente tienen un papel en la determinación de las capacidades cognitivas del niño, los factores ambientales, tales como la lactancia, también tienen importancia, aunque en menor medida.
"En nuestro estudio, las madres que eligieron amamantar a sus hijos provenían en general de familias con mayores ventajas sociales que las que eligieron utilizar fórmulas infantiles. Esto implica que estaban mejor educadas, formaban con mayor frecuencia familias con dos padres que con uno solo, y solían tener mayores ingresos". Además, las madres que amamantaron a sus niños habían fumado con menor frecuencia durante el embarazo y eran mayoritariamente de origen étnico europeo.
Estos factores también se correlacionan con la evolución cognitiva. La asociación entre un mejor nivel social y la lactancia materna es esperada en una población occidental moderna, como es la de Nueva Zelanda. Sin embargo, resulta interesante el hecho de que uno de los primeros estudios en sugerir una relación entre la lactancia materna y el desarrollo cognitivo se condujo en los Estados Unidos hace unos 70 años. En esa época este tipo de alimentación era más frecuente entre las mujeres con menos ventajas sociales.
Existen cada vez más evidencias que indican que las intervenciones tempranas para mejorar el desarrollo son beneficiosas para todos los niños prematuros nacidos con bajo peso, tanto si fueron amamantados como si no. Los estudios han mostrado repetidamente que, en promedio, los niños prematuros suelen tener peores evoluciones cognitivas, mayores dificultades en la escuela y mayores tasas de incapacidad, en comparación con los nacidos a término. Las intervenciones tempranas como medio de estimulación de su desarrollo cognitivo y físico se consideran ahora prácticamente esenciales en estos casos. En el estudio, solamente uno de cada cinco niños había sido incluido en un programa de estimulación temprana. Sin embargo, para estos infantes se observaron beneficios en el desarrollo cognitivo a los 7 u 8 años similares en magnitud a los de la lactancia materna.
Existen cada vez más evidencias provenientes de todo el mundo que sugieren que los niños amamantados tienen algunas ventajas sobre los alimentados con fórmulas en cuanto al desarrollo cognitivo y los logros escolares. La mayoría de estos estudios fueron desarrollados con niños nacidos con peso normal, en poblaciones generales de los países occidentales. En particular, estos estudios han demostrado que los beneficios de la leche materna parecen aumentar con la duración de la lactancia, al menos en los primeros 6 a 8 meses de vida, y que estos efectos no pueden ser explicados a partir de otros factores (como por ejemplo las desventajas socioeconómicas del entorno familiar, o las características perinatales del niño) que puedan relacionarse con la decisión de la madre de amamantar al niño.
Estos hallazgos coinciden con lo que se sabe sobre los tiempos de desarrollo de cerebro infantil (que es máximo en los primeros meses de vida), y también con las evidencias experimentales y biológicas relativas al papel de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga de la leche materna en el desarrollo cerebral del niño.
Todas estas líneas de evidencias apuntan a la conclusión de que la lactancia materna puede tener un efecto beneficioso en el desarrollo cognitivo del infante, que se refleja en una mejor respuesta a las pruebas de capacidades cognitivas y a las evaluaciones de desempeño escolar, Sin embargo, estos beneficios son, cuando mucho, pequeños, y la lactancia materna es solamente uno de los numerosos factores que influyen en el desarrollo cognitivo infantil.
Los hallazgos del doctor Horwood indican que existe una asociación entre la lactancia materna y el desarrollo intelectual de los niños nacidos con muy bajo peso. Estas evidencias se suman a las ya existentes, que señalan a este tipo de alimentación como la más adecuada y conveniente para el lactante.


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