Año CXXXIV
 Nº 49.167
Rosario,
miércoles  04 de
julio de 2001
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La Orquesta Sinfónica Nacional, la seducción de la controversia
Aunque dividió la obra, el elenco dirigido por Pedro Ignacio Calderón brindó una ejecución positiva

Silvio M. Valli

La monumental "Misa de requiem" de Giuseppe Verdi, en el año del centenario de su muerte, fue la propuesta del Mozarteum Argentino filial Rosario para su novena función de abono. Llamada también "Requiem Manzoni", la obra fue interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional con la batuta del director titular, Pedro Ignacio Calderón; el Coro Polifónico Provincial de Santa Fe, dirigido por Sergio Siminovich, y los cantantes solistas del teatro Colón Carlos Vittori (tenor), Susana Caligaris (soprano), Alejandra Malvino (mezzosoprano) y Tomás Szüle (bajo).
El "Requiem" de Verdi (1813-1901) es uno de los hechos musicales más controvertidos habidos dentro del género. Verdi no había compuesto música eclesiástica, pese a que había usado un texto eclesiástico. De allí que el papa Pío X al publicar su encíclica "Motu Proprio", que establecía las condiciones impuestas a la música eclesiástica, excluyó al "Requiem".
Las razones de la Iglesia se basaron precisamente en que la música no debería "distraer" al oyente del mensaje religioso. Verdi infringió estos cánones apartándose de las normas impuestas, tanto en la melodía cuanto en el "mensaje".
Si bien Verdi se basó en la tradición latina en la que las plegarias de los vivos conquistan la paz para los muertos, utilizando textos latinos extraídos de la liturgia católica romana, es en el pasaje central -el Dies Irae (El día de la ira), tomado de un poema medieval de Thomas Celano, amigo de San Francisco de Asís, donde la visión del Día del Juicio Final, calculada para "aterrorizar" al oyente e inducirlo a practicar la virtud- donde Verdi agrega el Libera Me, ampliando el Dies Irae y repitiendo -sin respetar el orden- líneas fundamentales, destacándolas y consolidando la firme unidad de su "Requiem".
El "Requiem" es una obra unitaria, de allí que fuese opinable que en la versión escuchada en Rosario se la ofreciese como dos fragmentos acoplados. Digresiones al margen, el "Requiem" de Verdi fue concebido como una obra puramente musical y, como en la "Forza del destino", sobrevuela el destino en la vida del hombre, siendo la música (el ritmo) lo que arraiga, profundamente, en los sentimientos emotivos y religiosos del hombre, pasando lo intelectual a segundo plano.
Prueba de lo dicho es que los sonidos de la fuga final, el coro y los solistas, comprometen emotivamente al melómano aficionado o no. Reitero, el "Requiem" de Verdi es agnóstico en cuanto a que propone una resolución católica de los temores que provoca y paradójicamente ¡es religioso!, en el sentido que reconoce los temores y las necesidades del hombre y sugiere la existencia de cierto tipo de Creador o Ser, con quien el hombre debe establecer una relación.
Ambigüedades sí las hay, hasta aquí he tratado de reseñar someramente el espíritu verdiano con respecto al "Requiem". Con respecto a lo que se exhumó el pasado sábado en el Auditorio Astengo, debo señalar que fue una digna interpretación y si bien puede merecer objeciones la forma en la que el maestro Calderón abordó la solemne "Misa", el saldo es positivo.
La ubicación de los solistas -inusualmente detrás de la orquesta, junto al coro- y privilegiar los sonidos graves de cellos y cuerdas -y fundamentalmente los fortissimos de la orquesta que opacaron por momentos a coro y solista- hicieron perder algo de sutileza en el todo.
Hubiera sido menester un coro más numeroso, que no obstante cumplió correctamente (Verdi pedía 100 músicos y 120 coreutas... más masa coral), y en cuanto a los solistas, sin duda alguna el tenor Carlos Vittori se destacó dentro del cuarteto, siguiéndole la mezzo Alejandra Malvino, la soprano Susana Galigaris y el bajo húngaro Tomás Szüle. En el unísono hubo cierta falta de afinación y equilibrio. De conocedores y dilettantes, al salir del teatro escuché diversas opiniones, que fueron desde que la música del "Requiem", es ostentosa hasta sensacional, pasando por barata, antirreligiosa, irreligiosa, melodramática, irreverente, etcétera, lo cierto es que los comentarios críticos que debió soportar Verdi en su época.. no han cejado. Llegará sin duda el día de la justicia y para el artista será un gran placer... un placer supremo, poder decirles, desde el más allá: "¡Estaban equivocados!".


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